Pasan los días y los colombianos y colombianas con asombro, rechazo y estupor noticia en televisión, redes sociales y radio, de las violaciones flagrantes de la fuerza pública a los derechos humanos de los colombianos , y como se ha venido haciendo un uso desproporcionado e indebido de la fuerza en el manejo de la protesta social y en la conservación del orden público interno nacional, situación que nos lleva a una serie de reflexiones políticas y sociales así:
1. ¿Sera que desde la Presidencia de la República, ministerios de Defensa y del Interior, se ha orientado al alto mando militar y policial para que este sea el proceder institucional?
2.¿Existen graves falencias en los procesos de selección de los integrantes de la fuerza pública, así como en los procesos de formación donde se les recalque y profundice el respeto por los derechos humanos de los colombianos?
3.¿Ha sido desbordada la fuerza pública, en su capacidad operacional en estos eventos y manifestaciones sociales, donde ha existido un inminente riesgo para la integridad de los efectivos oficiales, que los ha forzado a realizar acciones dolorosas, irresponsables e injustificables?
4.Nos encontramos como tanto se ha dicho por el alto mando, ante algunas manzanas podridas, que enlodan a instituciones tan respetables e importantes para la sociedad, como las fuerzas militares y de policía, donde los responsables deberán responder individualmente por sus acciones ante la justicia.
Sea cual fuese la respuesta a lo planteado anteriormente, se requiere de manera inmediata, la recuperación de la confianza ciudadana en sus instituciones armadas, donde haya un giro transversal positivo, en la manera que estas instituciones proceden y actúan con la ciudadanía.
Los derechos humanos y su respeto son el óbice del actuar oficial, allí nuestros militares y policías no se deben y no pueden equivocarse , so pena con sus acciones de alentar y avivar un conflicto social que es creciente en Colombia, debido a la inatención y solución efectiva de problemas de fondo y estructurales nacionales tales como: El respeto por la vida, implementación y respeto por los acuerdos de Paz, priorización de los campesinos y del campo colombiano, la salud y la educación de calidad, como derechos universales ciudadanos, renegociación de los tratados de comercio leoninos e injustos que ha quebrado la industria y la economía nacional, reducción de la desigualdad y desempleo que azota hoy más que nunca los campos y ciudades entre otros.
Lo anterior hace parte del actual debate político nacional en el plano económico y social, donde la fuerza pública es garante de la soberanía nacional y del orden público interno en medio de esta crisis hoy transitada por el país, donde el respeto por los derechos humanos y garantías ciudadanas que juraron defender y proteger.
Para los ciudadanos y ciudadanas, un llamado al respeto y a la tolerancia en medio de esta agitación social y protesta ciudadana, son las ideas y no la fuerza y el vandalismo las que transformaran a Colombia, de la mano de una ciudadanía informada, movilizada y comprometida con COLOMBIA.
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