Nuestro columnista en Bogotá Jhon Jairo Armesto, a partir de este mes dentro de su espacio habitual semanal dará una vez al mes una nueva sección: Crónicas de San Carlos, como registro de los eventos principales donde como periodista acreditado cubre los eventos más importantes de las relaciones exteriores del país, sobre todo en los poco convencionales escenarios actuales de cambio de doctrina y convulsiones políticas internas, donde lo más importante es que Colombia no sea visto como un pueblo insignificante, tercermundista y reconocido como fuente de malas noticias, violencia o mano de obra precarizada, sino como una nación con carácter decisivo en las principales decisiones a nivel mundial, y como actor geostratégico importante. Un análisis completo -y complejo- del reciente Foro del Grupo de La Haya en Bogotá.
“Las familias suelen ser células purulentas de estupidez y desdicha, porque una necesidad irónica exige que el gobierno de tan elementales estructuras requiera tanta inteligencia, astucia, diplomacia, como el de un estado”
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano. Cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)
RETORNO A SAN CARLOS
Siempre es grato volver al lugar más multiusos, elegante e imperial que tienen los edificios públicos de Bogotá, en mi opinión personal junto al palacio de San Francisco -antigua sede de la Gobernación de Cundinamarca-. A diferencia del señor Presidente, a mi lo imperial, lo antiguo y grandioso no me produce ningún complejo de inferioridad o sentimiento de nulidad, sino toda una sensación de cumplimiento de las fantasías de la existencia de grandes espacios elegantes como en los cuentos infantiles o las historias de épocas antiguas. Me gusta más San Carlos que el Capitolio, que la misma Casa de Nariño, que el Palacio de Justicia o el Palacio de Liévano -sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá-.
Esa edificación que pasó de ser el Palacio Virreinal a la residencia de gobierno de la República de Colombia en su etapa inicial (repita conmigo Señor Presidente: “La Gran Colombia NUNCA existió como país”) como residencia del presidente-dictador Bolívar, y que por esto fue durante casi ciento setenta años la residencia oficial de los presidentes del país hasta 1982 que se convierte en el Ministerio de Relaciones Exteriores, ampliándose su unificación con la sede del antiguo Colegio de Nuestra Señora de la Esperanza.
Aunque ya con trenta y seis años según algunas personas debería dejar “la pendejada” de ser tan “romántico”, debo confesar que aceptaría de buena gana trabajar en San Carlos aún en el oficio más humilde con tal de ver cómo atmósfera de trabajo el recuerdo de cuando aún, los edificios servían además de proteger de la lluvia, despachar burocracia y dar albergue a los egos, eran catedrales laicas del alma y la mente de los pueblos para la posteridad. Cada vez que cubro San Carlos, no es rutina, es mística.
BOLÍVAR: EL DEMONIO CON EL QUE LUCHO ETERNAMENTE
No pude asistir al primer día de la inauguración debido a varios compromisos y a que como soy delegado de la Red Solidaria de Bogotá por la localidad de Chapinero en la sede de la Unidad Solidaria -entidad del Gobierno Nacional a cargo del Ministerio de Trabajo donde se fomenta, fortalece y vigila la actividad de la economía solidaria y cooperativa-. La primera de dos asambleas que se celebran presencial y virtualmente. Por esa razón, asisto únicamente el segundo día, el 16. Allí, llegando antes de las 9:30 a.m., pasando por unos controles de seguridad estrictos para los acreditados, que se evidenciaban con el pie de fuerza policial y de la Guardia Presidencial que se encontraba alrededor de los sitios emblemáticos de la Plaza de Bolívar, siempre reverberante de gente, siempre transitada, siempre ruidosa, siempre con palomas…siempre con su nombre secuestrado…

Bolívar… desde 2010 decidí cortar con la creencia y normalización de los mitos independentistas y reivindicar la naturaleza hispana y europea de nuestra esencia como nación y como pueblos mestizos producto de migraciones. Si bien he entendido que los extremismos europeístas son una tara y una incoherencia desconectada de la realidad. Bolívar para mí, es el tándem, el demonio, el vampiro energético, la maldad suprema, en síntesis el modus vivendi del colombiano promedio (entendiendo el concepto de la primera República de Colombia que incluye a panameños, venezolanos, ecuatorianos y esos territorios “hurtadillos” por Brasil). Es la pesadilla de Darwin y Hannah Arendt hecha realidad y fusionada.
Para mí, entrar a San Carlos y ver cómo el usurpador en su retrato mastodóntico en el salón de las reuniones importantes donde jefes de Estados, cancilleres y personalidades del mundo entero han pasado durante décadas recibiendo honores de nuestro país tengan como testigo mudo al epítome de criminalidad.
No obstante, hace muchos años, no se exactamente por qué, entendí, qué, tener posiciones no implica aislarse del mundo ni buscar un purismo que ni la sociedad humana ni menos la naturaleza -a la que pertenece siempre esa sociedad humana como dice el historiador Rodríguez Armesto-. Por eso, siendo de naturaleza opositora, como lo fue esa vanguardia que hizo todo durante cincuenta años para que el socialismo no llegara al poder político en Colombia, en este momento, pese a todo y contra todo pronóstico, soy oficialista ante muchas propuestas de políticas sociales indiscutiblemente buenas del Gobierno Central progresista -además de haberse frenado muchas acciones de persecución del Antiguo Régimen duquista-.
Pero la verdadera naturaleza de la vida es enfrentar lo inesperado, no anteponerse a los hechos -que muchas veces tienen soluciones más rápidas que las que uno se imagina-.
A LA ACADEMIA DIPLOMÁTICA POR LA PUERTA
La Academia Diplomática “Augusto Ramirez Ocampo” o San Carlos como era conocida antes está ubicada en la casa de al lado de la entrada principal del Palacio de San Carlos, por donde está una ventana de menos de un metro de altura hacia el piso, por donde dicen que la noche del 25 de septiembre de 1828 varios conspiradores -muchos de ellos masones, entre esos Mariano Ospina Rodríguez, cofundador del Partido Conservador Colombiano- intentaron acabar con la vida del entonces presidente del país Bolívar, quien huye -no se sabe si en calzones en plena noche bogotana- por la ventana del Palacio…otro mito urbano de nuestra ciudad…
Lo que sí es verdad, fue la entrada a la Academia. Llevaba años sin cubrir un evento en Cancillería. Desde que cubrí la rueda de prensa de la cumbre de Ministros de Culturas de Iberoamérica en 2018, con el Principado de Andorra como invitado de honor. En ese entonces, pese a la protección de los profesionales de planta de Cancillería -mismos que me permitieron que junto al equipo de El Nodo Colombia pudiéramos cubrir en ese año la posesión presidencial de Iván Duque-. En esa fecha, tuve que tragar el sapo -como muchas veces- de la persecución del duquismo que me sacaron a empellones sin permitirme estar en San Carlos. No obstante, gracias a eso, pude cubrir durante la estancia de la ministra Carmen Inés Vasquez (2018-2020) todas las actividades…entidad a la que pude regresar en la actual Administración.
COLEGAJE Y CAFÉ PARA LA LARGA ESPERA
Ver a los colegas del mundo entero atentos al desarrollo de un evento de trascendencia internacional que posiciona al país en un marco de protagonismo y liderazgo y no en el de “país-víctima”, “Estado fallido” o “problemática”. Siempre apoyaré todo lo que sea para que Colombia tenga un papel protagónico como la gran Nación que es ante el mundo. Cancillería en esos hermosos pocillos de “Café de Colombia” nunca le niega a la prensa ni a nadie un café, una palabra amable, y cuando hay eventos especiales algo más -cuando el presidente de la República por fin terminó su discurso afortunadamente sobrevivieron a las delegaciones del grupo, algunas almojabanas y pequeños pandebonos demostrando que si bien, los periodistas debemos tener la entereza de sobrevivir a todo con poco -y eso incluye agua y galletas- en la misma medida de los militares de Fuerzas Especiales, no solamente de pan vive ni el hombre, ni la mujer ni la prensa.

LOS MANDATOS POLÍTICOS Y CAUSAS DEBEN SER PARA DAR IDENTIDAD A LOS PAÍSES: A MANERA DE CONCLUSIONES
No me voy a detener en realizar desde aquí 250 páginas de comentarios, dado que primero, los discursos del Presidente como es de público conocimiento son muy largos, y dos, porque para eso estoy trabajando en una compilación de escritos para inicios de 2026 sobre aspectos no destacados de los logros -que si existen- del Gobierno del Cambio.
Una iniciativa que tiene claramente una naturaleza política, concretamente de la Internacional Progresista -unión de partidos políticos, movimientos sociales y organizaciones sindicales del mundo entero de carácter progresista-, que fue acompañada principalmente por Sudáfrica -país que demanda ante la Corte Internacional de Justicia a Israel por crímenes de lesa humanidad en los bombardeos a la franja de Gaza. Su importancia no es solamente por este hecho, sino por el cada vez mayor vínculo de Colombia hacia la integración del Sur Global con África, Asia y Oriente son cada vez más reales, y no siendo un dato menor, Sudáfrica es miembro fundador del grupo multilateral de las nuevas potencias emergentes BRICS.
Para muchos, este tipo de acciones puede que no traigan ningún tipo de efectos inmediatos. Otros quisieron utilizar las palabras del Presidente sobre un Ejército continental o una teórica intervención militar en favor de Palestina -que no sucederá- para atizar el ya existente ambiente electoral del país.
De esta reunión en lo fundamental se pueden extraer tres conclusiones:
- Existe una línea de evolución de la doctrina diplomática colombiana: ya la diplomacia sosegada no será confundida con una inacción o quedar bien con las diferentes fuerzas en conflicto por presiones políticas y mediáticas al país que vayan contra el Derecho Internacional Humanitario, la ética universal y los intereses hemisféricos en el Sur Global del que Colombia hace parte como un actor fundamental.
- Se trasciende la integración latinoamericana por el concepto de la integración del Sur Global: así, se desarrollan agendas comunes que si bien ahora enmarcan gobiernos aliados, observadores o pertenecientes a corrientes progresistas, con el paso del tiempo para el cumplimiento de otros ámbitos y narrativas, se constituyan relaciones ambientales, económicas y de cooperación justas y de complementariedad.
- Aunque haya cambio de línea gubernativa con respecto a las elecciones de 2026 en nuestro país, aquí no es el mandato de otro gobierno temporal o de un dominio expansionista ideológico -caso del chavismo con UNASUR o el ALBA o caso de la derecha duquista con los gobiernos chileno y peruano de su momento con el Grupo de Lima o de Madrid-, sino una integración necesaria para poder participar en relaciones comerciales, militares y de respeto a las soberanías de una manera más justa, inteligente y coherente no provenientes del personalismo. Si bien, el liderazgo de Gustavo Petro es personalista, y es su estilo personal político, la intención, resultado y trascendencia quedó marcada en la impronta diplomática de Colombia frente a no ser indiferentes frente a los problemas del mundo, ni creernos menos.
Gracias Cancillería, no por dejarme cubrir un evento, por hacernos creer que es posible saber que somos grandes.
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