“El excesivo centralismo no ha sabido resolver las distintas necesidades ni llegar a todos los rincones del país, pues el Estado, en algunos territorios, se ha quedado corto a la hora de prestar servicios tan básicos como la educación, la salud y la justicia.”
Antes de adquirir nuestra plena independencia los próceres de la patria lucharon arduamente combatiendo la tiranía. En un paso fugaz por la hermosa senda de la libertad, cuenta la historia que Antonio Nariño, Antonio Baraya y Camilo Torres entraron en una pugna por definir el modelo de Estado de la nueva república naciente: ¿seríamos centralistas o federalistas? Nariño, previendo una posible reconquista por parte de la Corona Española, muy sabiamente propuso que las provincias, equivalentes a lo que hoy conocemos como departamentos, debían unirse para evitar caer en manos europeas nuevamente. Por otro lado, Baraya y Torres propusieron que las provincias debían ser autónomas. Ambas propuestas son válidas, pero debieron ser implementadas en épocas diferentes.
Hoy en día, de acuerdo con el artículo primero de la Constitución, Colombia es una república unitaria, descentralizada y con autonomía de sus entidades territoriales. También, la Carta Magna, dentro del Título XI, regula lo concerniente a la organización territorial y parece que les otorga amplias libertades a los departamentos, distritos y municipios. No obstante, aunque la norma positiva diga aquello, todavía nos sigue consumiendo un extremado centralismo que pareciera olvidar que somos un país multicultural y que las necesidades de la capital no son las mismas que las de la “Colombia profunda”.
El excesivo centralismo no ha sabido resolver las distintas necesidades ni llegar a todos los rincones del país, pues el Estado, en algunos territorios, se ha quedado corto a la hora de prestar servicios tan básicos como la educación, la salud y la justicia. Así, con mayor autonomía y descentralización territorial, el conglomerado social se vería afectado positivamente a través de la acción constante de los departamentos, distritos y municipios que no se verían tan limitados a la hora de ejercer sus funciones donde tienen su respectiva competencia.
Para ejemplificar la situación, hagamos un breve paso por Europa, donde observamos que países como España, Italia, Alemania, Suiza, Rusia y algunos otros tienen una fuerte identidad nacional, pero son Estados que a sus regiones le otorgan amplias autonomías, cosa que lleva a un mayor desarrollo de los pueblos, una fuerte actividad por parte de sus respectivos gobiernos regionales y una superior veeduría y control ciudadano.
Colombia necesita llegar a todos los lugares del territorio, puesto que no se puede dejar a nadie atrás. No obstante, no necesariamente tiene que ser mediante el poder ejecutivo central. En definitiva, se necesita más acción de las asambleas departamentales y de los concejos municipales.
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