Desde la revolución industrial la temperatura de la tierra ha venido incrementándose, aunque parezcan números “pequeños”, las consecuencias son abismales; esto sumado a la sobrepoblación mundial son probablemente los mayores retos y peligros del ser humano como especie; pero el asunto que nos concierne con mayor urgencia es el del cambio climático, un fenómeno que ha sido provocado por nosotros mismos y por qué no decirlo, sigue siendo acelerado por nosotros mismos.
Supongan que están conduciendo un auto, y que ese auto avisa que la temperatura del motor está por encima de la que puede tolerar, tienen la opción de aparcar de inmediato y esperar que la temperatura baje y hacerle los arreglos para que esto no siga ocurriendo en el viaje, o también pueden seguir conduciendo hasta donde el auto les dé, provocando un daño severo en el motor, incluso algo irremediable, la respuesta lógica de éste ejercicio sería la primera opción, antes que nuestro motor se sobrecaliente y dañe es mejor parar y resolver; yo creo que éste es un claro ejemplo de que la humanidad es un pésimo piloto para el automóvil llamado tierra.
Los combustibles fósiles explican los cambios climáticos, el intercambio desigual globalizado y los nuevos escenarios de colonización, aun así, la industria petrolera crece y las economías mundiales están cada vez más “petrolizadas”, incluso se ponen el disfraz de “industrias verdes”. Las industrias fósiles tienes dos dimensiones, la primera es ser el principal causante del cambio climático y la segunda provocar devastación ambiental y pobreza multidimensional; vemos casos en los que comunidades se unen por proteger sus recursos ambientales, gracias a que entendieron que la riqueza ambiental es más valiosa que las riquezas de la industria fósil, y ejemplo de ello son las comunidades aledañas al páramo de Santurbán.
Los acuerdos de París ponen como meta limitar el aumento de la temperatura en 1,5°c y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que el consumo de energía para 2040 aumentaría en un 25%, pero para cumplir los acuerdos de París se debe reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles. Hay una crisis global socio-ecológica que encierra diferentes puntos de vista, soluciones y respuestas, la red Oilwatch propuso desde 1996 una Monitoria a la exploración petrolera como una de las medidas para enfrentar el cambio climático, esa propuesta permitía al mismo tiempo visibilizar al consumo de petróleo como principal causante de los cambios climáticos y los impactos locales de sus procesos de búsqueda y extracción.
Por último y más importante está la transición de los combustibles fósiles a energías limpias y renovables, uno de los principales pensadores según Foreign Policy, Vaclav Smil afirma que esta transición duraría más de una generación, y que el principal reto a corto plazo es reducir el uso del carbón y aumentar el uso del gas natural, reducir la intensidad energética y aumentar la eficiencia, y la meta a largo plazo es desplazar el carbono fósil, pilar de nuestra civilización y buscar alternativas limpias y renovables, consciente de que no en todo lugar se puede aplicar estas energías ve como idóneo la utilización del gas natural como alternativa más limpia y menos contaminante.
Esto no es cuestión de si alguien está de acuerdo o no, la realidad es una sola y no se puede torcer por capricho de algún mandatario, negar que existe un problema de envergadura mundial tal que nos enfrentamos a la extinción humana es como negar que tenemos la responsabilidad de ello; en los últimos días se han visto imágenes, videos y estadísticas de cómo ha descansado la tierra gracias a los confinamientos que los países han adoptado gracias a la pandemia que está azotando a la humanidad, vemos imágenes de cómo los canales de Venecia se han recuperado y han vuelto seres vivos a nadar en ellos, China no está lanzando gases de efecto invernadero (China como el mayor emisor de dichos gases), las calles limpias, el aire más limpio; es una lástima que solo se pueda hacer esto por un virus que nos amenaza a todos (como si la crisis climática no nos amenazara a todos).
Lo más sensato en todo este panorama es aparcarnos y replantearnos las formas que tenemos de hacer las cosas hoy, ver qué es lo que nos hace daño, y corregir eso para nunca volver a hacerlo; tenemos cientos de miles de evidencias de que somos el virus que aqueja a la tierra, pero ya es hora de convertirnos en la cura que cambie y alivie lo que hemos hecho por más de 200 años.