A Daniel Quintero le asiste una “encrucijada del alma”, ya que sus dos fichas continuistas en la contienda por el piso 12 de La Alpujarra no han podido concertar un mecanismo de adhesión que los unifique en un bloque “quinterista”. Ni Juan Carlos Upegui -el candidato de la línea oficial- o Albert Corredor -el candidato soterrado- han dado pasos en firme para consolidar un frente común. Las relaciones entre los vástagos políticos de Quintero pintan rotas, las inversiones en cada campaña muy altas como para bajarse de la carrera, y la dispersión electoral resulta inminente.
Aunque si miramos las tendencias de las encuestas, una eventual unión entre Upegui y Corredor no le haría ni cosquillas a Federico Gutiérrez; por un lado, Upegui marca de segundo en casi todas las mediciones y su techo se ubica entre el 10 y el 13%; y por el otro, Corredor viene registrando un crecimiento sostenido, pero no ha sido suficiente para sacar a Upegui del segundo lugar, a lo sumo, le ha servido para escaparse del lote de candidatos aplastados por el margen de error. Eso con un puntero con hasta 40 puntos de ventaja.
Pero, si el panorama pinta tan favorable para Fico, ¿por qué no se unen los candidatos quinteristas?
Sin conocer los resquemores personales de los continuistas (algo que tampoco me interesa conocer), creo que la cuestión que ha impedido su convergencia en una sola aspiración es el ego.
Seguramente Upegui debe considerar que su tendencia en las encuestas resulta siendo suficiente para que Corredor decline de una aspiración fallida y se le adhiera, pero la perspectiva de Corredor -un empresario y exconcejal uribista que lleva varios años en campaña, con grandes inversiones en publicidad, manejos cuestionables desde la secretaría de Educación, y sancochos a diestra y siniestra- parece que no se limita a revisar las tendencias de las encuestas.
Todo parece indicar que Corredor no se baja de la carrera porque se asume como un aspirante con mayor solidez discursiva y programática que el primo hermano de Diana Osorio, un candidato sin atributos al que solo ve como “el de Daniel Quintero”. Nada más.
Lo curioso es que parece que estuvieran compitiendo por ver quien tiene la capacidad de infestar cada rincón de la ciudad con más publicidad; en un grotesco y patético espectáculo de contaminación visual. Con inversiones muy altas en pasacalles, vallas y volantes (¿De dónde sale tanta plata?). Porque en la sucias calles de la “Medellín Futuro”, sino es la sonrisa impostada de Upegui es la melena de Corredor. ¡Vaya espectáculo!
Paradójicamente, la encrucijada del alma de Quintero es hasta cierto punto similar a la que vivió Federico Gutiérrez en 2019, pues su insistencia en que Santiago Gómez llegará hasta el final dividió la derecha local y le abrió un importante espacio de crecimiento a Quintero, pero sí hay una diferencia notable: en esa elección varios candidatos se peleaban por ser “el de Fico”, en esta, solo Upegui quiere cargar públicamente con el lastre de la administración más impopular en las últimas décadas.
Corredor si es más cauto con su aliado e insiste en público en que es “independiente de los Independientes”. En privado el cuento es otro.
A la larga, esa división solo le favorece a Federico Gutiérrez, ya que, en una campaña que se asemeja a una batalla de enanos contra un gigante (y solo lo digo por las tendencias de las encuestas, por nada más), le resulta favoreciendo al gigante que entre los enanos se generen discordias y divisiones.
Ya el 29 de octubre a las 4:30 p.m. sabremos si Upegui se estrena como concejal o sí Corredor vuelve al Concejo. Porque difícilmente alguno llegará al piso 12 de La Alpujarra.
Comentar