Poeta, ensayista y promotor cultural son algunas de las facetas del cubano Roberto Fernández Retamar, quien desde sus primeros años de vida no ha parado un solo segundo en buscar un cambio social a través de la cultura. Por su labor honorífica ha obtenido múltiples condecoraciones y premios a nivel internacional; miembro del Consejo de Estado de Cuba, de la Academia Cubana de la Lengua y actual presidente de la Casa de las Américas es quizá uno de los intelectuales (vivos) más importantes del habla hispana. Desde Al Poniente tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre diferentes dimensiones de la cultura; poesía, arte y revolución fueron los más mencionados. Por eso desde Al Poniente queremos invitarlos a leer esta serie de ensayos que publicaremos sobre el poeta Retamar y a que conozcan un poco más de su obra ya que hace parte de la historia literaria de América Latina.
QUINTO RELATO:
La victoria de la revolución y otros poemas personales.
Cuando uno lee Las rimas de Becker, uno no está pensando en la sevillana que le fue infiel a Becker en el poema sino que está pensando en su muchacha o su muchacho, es decir que, los verdaderos poemas son siempre personales, lo involucran a uno de alguna manera
Usted tiene un poema que se titula el otro, es muy bonito
Muchas gracias. Yo escribí ese poema el 1 de enero de 1959, o sea el día de la victoria de la revolución en que todos estábamos tan felices y en el que yo pensé que había mucha gente maravillosa que ya no iba a ver ese día porque había muerto en la lucha. El poema se llama El otro, (enero 1, 1959) y quiero recitarlo:
Nosotros, los sobrevivientes,
¿A quiénes debemos la sobrevida?
¿Quién se murió por mí en la ergástula,
Quién recibió la bala mía,
La para mí en su corazón?
¿Sobre qué muerto estoy yo vivo,
Sus huesos quedando en los míos,
Los ojos que les arrancaron, viendo
Por la mirada de mi cara,
Y la mano que no es mano,
Que no es ya tampoco la mía,
Escribiendo palabras rotas,
Donde él no está, en la sobrevida?
Yo fui a visitar a mis padres en una guagua, que es un ómnibus, una buseta; y cuando iba en la guagua, me llegó el poema; yo siempre he dicho que los poemas me llegan como pájaros. Vi que el poema venía y como no tenía donde escribirlo, cogí un sobre que tenía, lo abrí y ahí salió el poema. Afortunadamente lo pude salvar y de ese poema, alguien dijo – malignamente- que ese poema lo único que expresaba era un sentimiento personal mío y realmente se equivocó.
Un amigo que fue combatiente en África y llegó a ser general, cuando terminó la guerra, escribió de memoria ese poema. Cuando fui a Vietnam, me lo encontré también en letras vietnamitas, ha sido traducido en las letras más diversas; o sea que al parecer no era un poema puramente personal, otras personas también compartían ese sentimiento. Pero, yo me molesté tanto con eso que en 1983 publiqué un libro y le puse como título Juana y otros poemas personales; porque en ultimas, yo nunca he escrito un poema impersonal, mis poemas son personales y no me interesa escribir uno que no lo sea.
Cuando uno lee Las rimas de Becker, uno no está pensando en la sevillana que le fue infiel a Becker en el poema sino que está pensando en su muchacha o su muchacho, es decir que, los verdaderos poemas son siempre personales, lo involucran a uno de alguna manera. Los poetas que a mí me gustan son personales, Rubén Darío, Antonio Machado, Álvaro Mutis.
Como dijo Antonio Machado, Hoy es siempre todavía. En la librería Visor Libros, en Madrid, llegaron a la publicación numero mil y decidieron hacer una recopilación de los poetas que escribieron sobre Machado. Antes de la revolución, yo había escrito un poema sobre Machado, yo era en esa época profesor en la Universidad de Yale, yo iba mucho a nueva York, ciudad que amo porque allí fui adolescente, y allí un amigo me dijo en el año 57 o 58 que iban a trasladar los restos de Antonio Machado.
Antonio se salió al exilio al perder la guerra y se alojó en la ciudad de Colliure, Francia; y allí murió a los pocos meses, no pudo soportarlo. Entonces, querían trasladar los restos de Colliure para España; pero al final ello no se dio y los restos siguen estando en Francia. Yo tengo entonces un poema para Antonio Machado que se llama Tumba para Antonio Machado, a propósito del traslado de sus restos, y fue lo que le di al libro en su honor. El poeta español Jesús López Pacheco, escribió un poema muy lindo cuando estaba preso en la cárcel, y el poema termina diciendo estar triste, estar solo en la cárcel sin Machado, porque no tenía su libro. Hay poetas que uno relee siempre, y Machado es uno de esos.