Estamos próximos a cumplir un año inmersos en una Pandemia sin precedentes en la historia reciente. La Covid-19 ha generado a la fecha más de 2,2 millones de muertes y cerca de 104 millones de contagios en el mundo, en el que Colombia ha aportado su parte de dolor y tristeza. Y ante este panorama, los gobiernos de todo el mundo buscan en la Ciencia respuestas y soluciones que permitan que se proteja a la humanidad.
En esa carrera, se ha podido confirmar que los países que tenían mayores inversiones en Educación y Ciencia contaron con mejores capacidades para dar respuesta a la emergencia. Mientras que quienes, como Colombia, habían destinado bajos recursos para I+D+i, sufrieron las consecuencias, enfrentando fuertes restricciones para acceder a bienes públicos esenciales que son producidos en otros países. ¡Tristemente la pandemia nos dio la razón a quienes hemos creído en la Educación y la Ciencia y abogado por mejores presupuestos!
Por eso, hoy que estamos pasando la segunda ola de la Pandemia, es el momento para reflexionar sobre la nueva realidad que se nos presenta. Una donde construyamos capacidades propias para la investigación y producción de bienes públicos esenciales, reconociendo las fortalezas que tenemos y que por décadas no hemos sabido aprovechar.
Para lograrlo, debemos dejar de lado la polarización en la que nos hemos enfrascado. Para conseguir la unión de todos debemos reconocernos y conocernos, cada individuo tiene fortalezas y debilidades; facetas buenas y otras no tan buenas, pero por encima de ellas, debe prevalecer el interés general. Es el momento de sacar lo mejor de cada uno de nosotros. ¡El presente y futuro no debe ser de todos contra todos, sino de todos por el mismo camino!
¿Y cómo empezar a recorrer este nuevo camino? ¿Uno donde la Educación y la Ciencia sean el faro que guie nuestras decisiones? Mi propuesta es que sea llevando la Academia a la política, abriendo escenarios de participación electoral con nuestros académicos y científicos, para que sean ellos quienes lideren las decisiones basados en la evidencia, con datos estadísticos que permitan otear nuevos horizontes. Una política pública que se base en Educación y Ciencia solo es posible si quienes tienen el conocimiento se deciden a salir a la arena pública.
Ángela Merkel demostró que es posible. Una científica que se decidió a entrar en la política sin dejar de ser científica, lo cual se vio reflejado en las decisiones que adoptó para dar respuesta a la pandemia, y en muchas otras políticas públicas que fortalecieron la Educación y la Ciencia en su país.
Que esta columna sea un llamado a todos aquellos que tienen las capacidades para transformar nuestra realidad, sumar y multiplicar para lograr un gran consenso nacional. La campaña política ya empezó. Los 28.800 segundos, 480 minutos, que representan las 8 horas de las elecciones, son el escenario donde se decide el futuro de una sociedad, y de nuestro país.
Construir una nueva realidad de la mano de la Ciencia es posible, ¡hagámoslo posible!
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