El 20 de julio se posesionó el nuevo Congreso de Colombia, llegaron muchas caras nuevas, muchas de ellas jalonadas por el proyecto que lidera Gustavo Petro y que permitió que muchas personas sin voz lleguen a estos espacios.
No se puede dejar de sentir emoción de ver como una palenquera, líderes afros, indígenas, campesinos y un número de mujeres, un poco mayor a lo acostumbrado, lleguen a legislar, esperamos, en beneficio de sus comunidades, de los más necesitados, de los pobres de siempre.
Pero así como llegó gente que se merece todo el reconocimiento, llegaron también y se mantuvieron algunos cuyo único mérito es hacer ruido en redes, evidenciando con esto, que las redes con gran pauta venden más que la misma TV hoy en día. Eso también muestra que las campañas políticas deben ser reguladas y financiadas por el Estado, para evitar que lleguen a representarnos personas que por el hecho de tener mucho dinero para pautar en redes logran colarse en listas cerradas o logran llegar a escaños, como respuesta a una sociedad sedienta de amarillismo.
Durante mucho tiempo he defendido el poder de las redes sociales, y lo sigo haciendo, pero así como se hizo con la Cultura Ciudadana de Mockus en Bogotá, donde se trabajó muy fuerte en la formación de público, el Gobierno entrante debe dedicarle mucho a la formación política de la ciudadanía, quizás suena a utopía, pero en esta sociedad lo que falta es que la gente entienda que lanzar berridos en el Congreso, o en redes, no es marcar posiciones, al contrario, pierde el que grita y se desespera, eso lo entendería una sociedad políticamente formada, y no me refiero a un academicismo, ni mucho menos pretendo que las discusiones deben ser de alto nivel intelectual, pero sí debe la sociedad poder comprender que muchas de las palabras son emitidas para afectar, en muchas ocasiones esos representantes mantiene discursos que se ven como un océano de conocimiento, pero al revisar mejor, no tienen ni un centímetro de profundidad.
El 20 de julio pasará a la historia, como un espectáculo bochornoso, al estilo Hollywood y la entrega de los Premios Óscar, desfilaban por la alfombra roja y posaban con sus elegantes vestimentas, burlándose en la cara de esos millones de colombianos que les dieron su voto mientras llegan a casa y no tienen con qué darle de comer a sus hijos. En redes muchas personas defienden que se compraron esas prendas con su propio dinero, y eso es cierto, hasta el momento no han recibido, algunos de ellos, su primer sueldo como Congresistas, pero indigna el derroche, el snob, la farsándula y la maldita hipocresía.
Tras este episodio bochornoso, no pude dejar de acordarme de las palabras del otrora Vicepresidente, Angelino Garzón, cuando fue criticado por el gasto desproporcionado en pasajes en primera clase, a lo que respondió que él no podía viajar como zarrapastroso. Ese mismo argumento, supone uno, tienen los hoy honorables representantes de los colombianos en el Congreso.
Las redes estuvieron a reventar, hablando de los vestidos y pintas de muchas y muchos que para convertirse en tendencia hacen cualquier cosa, el ridículo es su favorita. Ya los vemos en tik tok generando contenido muy entretenido, pero vacío, saturando Instagram con sus selfies restregando su poder efímero, trinando hasta el cansancio que salvaguardaran los intereses de todo el pueblo colombiano, enviando sus correos electrónicos a unas bases de datos robadas o ilegalmente obtenidas, enviando MSN a bases de datos que le compran a bancos y en fin, saturando de mentiras los canales.
Ojalá así como nos llenan las redes con sus selfies, sean capaces de informar en tiempo real cómo van a votar para designar a los secretarios y subsecretarios del Congreso, en Senado y Cámara, ojalá así como trinan hasta contarnos cómo defecan y hacen videos en tik tok para “hacernos partícipes” de sus fantalocuras políticas, nos dejen ver en vivo sus reuniones con los lobbistas que representan a las empresas de tabaco, comida chatarra, contaminadores de ríos, en fin, que usen sus redes para hacer un ejercicio serio político.
Si logran transformar sus redes en ese canal de comunicación ciudadano, les permitimos que sigan siendo la generación que será recordada como el #CongresoSelfie
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