Congreso de la República 2025-2029: retos en la era post Gregorio Eljach

Muchísimo se ha escrito sobre la inesperada jugada maestra desde el realismo político que logró lo que en otras circunstancias y con cualquier otra persona hubiese sido imposible: hacer ganar al candidato del Presidente de la República a la Procuraduría General con los votos de un Senado de la República mayoritariamente crítico y con una fuerza significativa de Oposición frente a dos candidatos avalados por las Altas Cortes (en relaciones conflictivas desde tiempos recientes con el Ejecutivo), ambos protegidos por uno de los varones electorales más poderosos de Colombia: el polémico ex vicepresidente Germán Vargas Lleras.  

Desde juicios moralistas y cientos de panelistas improvisados en los cada vez más desgastados programas de debate radial de las cadenas básicas tradicionales, hasta la maniquea posición justificatoria desde el realismo político que realizan los áulicos del Gobierno desde sus tribunas de los medios públicos en RTVC como sorprendentemente los analistas políticos implacables que pontifican ateamente de lo divino y humano con frases categóricas dentro y fuera del país…excepto con su Gobierno como pasa con el Semanario VOZ -que ya no incluye la palabra “semanario” pero es el reconocido órgano de propaganda y prensa del Partido Comunista Colombiano-. Pero aquí se ha dejado de tener en cuenta lo importante, que es que después de dieciséis años de que la Secretaría General encabezada por el ciudadano de Fusagasugá que se convertiría en abogado en la Universidad del Cauca y de la mano del apoyo del otrora todo poderoso senador Aurelio Iragorri haría una carrera de ascenso dentro de la gestión administrativa del Senado, que marcando un estilo Caribe y un pensamiento enmarcado en el liberalismo radical de Rionegro crearía un estilo e imagen del Congreso y su gestión no solamente en la Administración Pública sino a nivel de la sociedad colombiana.

Sus luces: además de tener el control absoluto del movimiento no solo del quehacer legislativo, sino del bienestar y cotidianidad del Congreso y sus edificios, se crearía el Centro de Altos Estudios Legislativos-CAEL (recientemente elevado por Ley a categoría de institución de educación superior pública) y una red de muy interesante de convenios académicos, laborales y de garantías para la organización sindical dentro del Legislativo, además de tener un trato amable con la casi totalidad de parlamentarios a lo largo de los años sin importar su tendencia política o ideológica.

Pero, me temo que para poder llegar al punto de la presente columna tendré que ponerme en la necesidad de enunciar las respectivas sombras del recientemente finalizado mandato del ahora Procurador electo Eljach:

  1. Muchos talentos, principalmente abogados que honestamente también a pulso desde las secretarías de las Comisiones Legales Constitucionales, además de la Sala de Leyes del Senado vieron estancado su ascenso debido a la lógica que traen los largos períodos de perpetuidad de liderazgos personales en instituciones y cargos relevantes.
  2. Una indiscutible virtud del saliente Secretario General ha sido su pleno conocimiento del funcionamiento normativo del Congreso en cada uno de sus procedimientos, lo que ha dado un equilibrio institucional necesario en coyunturas políticas tan marcadas por la polarización y los puntos delicados discursivos y de toma de decisiones. Pero de todo esto será un escenario propicio para el hermetismo manifiesto en la impresión desde hace algunos años de un ejemplar físico de circulación restringida en el Congreso -no se consigue a la venta en ninguna librería de Colombia ni siquiera se tiene registro de su venta en Internet- del reglamento del Congreso que incluye la Constitución, la Ley 5 de 1992 que rige la actividad del Congreso junto a la jurisprudencia, doctrina y demás normatividad complementaria que permite aclarar dudas y sustanciar el trabajo legislativo de los jefes jurídicos de las Unidades de Trabajo Legislativo-UTLs de senadores y representantes (quienes casi siempre terminan “expropiando” para sí mismos dichos libros al retirarse laboralmente del Congreso).
  3. Pero sin duda el peor de todos los colmos no tan notorios pero sí incidentes en la pésima imagen que la sociedad colombiana tiene del Parlamento es el desorden de la agenda de las Plenarias, que son, sin duda alguna, el escenario más visible y de recordación social del Congreso. Si bien las Comisiones Legales y Accidentales, al tener funciones claras y agendas concretas respetan al pie de la letras sus cronogramas de actividades dentro del Congreso o de manera descentralizada; nunca he visto, al menos desde que tuve la oportunidad entre 2014 y 2015 de laborar en el Senado y todos estos años siguiendo como periodista independiente la actividad, NUNCA HE VISTO QUE SE RESPETEN LOS ÓRDENES DE LOS PUNTOS DEL ORDEN DEL DÍA DE LAS PLENARIAS. Siempre cambian de acuerdo a las prioridades e intereses políticos que muevan a las bancadas y sus mayorías, y a los intereses del Gobierno de turno. Además, las convocatorias a Plenaria realizadas con afán por lo anterior o porque la Selección de Mayores de Fútbol va a jugar entre semana, mientras asuntos vitales para el país quedan en espera.

Lo anterior nos tiene que mover a reflexionar sobre la necesidad que desde la ciudadanía pasemos del papel crítico pasivo del Congreso a ver esta oportunidad de cambio de la Secretaría General del Senado no solamente para que quien llegue allí por méritos profesionales y experiencia en el Derecho y la Administración Pública en el contexto colombiano, sino para superar no solamente los delicados puntos anteriores, sino para que la concordia, el respeto y el verdadero pluralismo empiezan a aflorar desde la Corporación a la sociedad, que necesita que su voto sea respetado y que su representación esté a su altura, para poder recuperar la confianza en las instituciones que componen al Estado, que es la imagen de todo lo que somos.

ADENDAS

  1. El pasado 14 de octubre, día festivo en Colombia donde no laboran las entidades estatales, fueron izadas de sorpresa y comunicadas por las redes sociales de los diferentes ministerios y entidades del Gobierno Nacional la izada de las banderas blancas con el símbolo de la COP 16 en el centro, en los frentes de los edificios donde suele estar la bandera tricolor nacional. El ejercicio apátrida en pos del populismo globalista y “pacifista” ya tiene antecedentes en la campaña del Estado en el ya lejano 2016 durante la Administración Santos. ¿Qué sigue después de entregar la soberanía simbólica? ¿Esto quiere decir que con la adhesión de Colombia al Acuerdo de Escazú comenzó el fin de la propiedad de los ciudadanos de nuestro país sobre nuestros recursos naturales y biodiversidad? Y lo más grave: ¿Dónde está la supuesta derecha y centro derecha colombiana para defender al país?
  2. Muchas expectativas sobre la celebración en Bogotá este sábado 19 de octubre del Tercer Encuentro Por la Libertad con grandes ponentes organizado por el Movimiento Libertario Colombiano. Esperamos desde aquí llevar un pliego de peticiones serio y consistente para que de las reuniones se realicen estrategias para la consolidación del regreso y renacimiento de un mejor país en medio del caos actual y que puede llegar a ser peor.

 

 

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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