¡Quiero estudiar comunicación social con énfasis en periodismo! Exclaman con ahínco cientos de jóvenes que anualmente culminan el bachillerato. Al instante escuchan una réplica un poco airada: ¿Estás seguro?, ¿no has pensando en alguna ingeniería?, ¿tal vez medicina? Por último y agotados por la insistencia del recién egresado, quienes hacen el interrogante y a su vez quienes desembolsarán el dinero fruncen el ceño y preguntan nuevamente: ¿¡Crees que eso sí te va a dar de comer!?
Claro está, no sin antes someterse al comentario jocoso y fuera de contexto del primo, el amigo o del novio: ¿Quieres figurar en televisión?
Posiblemente así pudo ser el primer escenario para quienes decidimos lanzarnos en esta travesía llamada, “comunicación social y periodismo”.
Ya instalados en el alma máter que eligieron como edecán de su futuro, inician un proceso de emociones y teorías que, con absoluta franqueza, escuchan de sus maestros pronunciar la frase (tristemente) célebre: “Nada de esto les va a servir en la práctica”. Entonces vienen las especulaciones, las inconformidades, la indecisión y, posiblemente, el arrepentimiento. Demasiado tarde. Sexto semestre. Las homologaciones los obligarían a descender tres o cuatro semestres.
Ha pasado el tiempo y con él los nueve semestres exigidos en decenas de facultades de comunicación que anualmente gradúan alrededor de 4500 comunicadores en todo el país. Llegó la hora de enfrentarse a un mercado déspota que día a día es más escaso y competitivo. Las ofertas de empleo para los medios masivos de comunicación y los departamentos de prensa (por no nombrar todos los posibles empleos) son realmente irrisorias y cíclicas pero los aspirantes polulan por doquier.
Las redes sociales, las Fake News y la inmediatez empeoran la crisis en los medios. Redacciones conformadas por pequeños grupos de periodistas que cubren una cantidad desproporcionada de información. Piezas periodísticas que dejan entrever un vacío teórico, histórico, analítico y argumentativo.
Un compendio de fallas a las que se suman horarios de 10 ó 12 horas, salarios que no superan 1 millón 200 mil pesos, universidades de garaje con pésimos manejos administrativos y financieros, poderes económicos y políticos que manejan o presionan a la prensa a su antojo.
Las universidades deben entender que la comunicación no debe ser un negocio redondo puesto que informar es una labor de gran responsabilidad que requiere de conocimientos interdisciplinarios que difícilmente se aprenden en clase de televisión, radio o taller de redacción.
Ante este terrible panorama es de suma importancia abrir un debate a nivel nacional entre colegios, universidades y medios de comunicación que permita determinar cuán importante es la comunicación social como un programa de pregrado.
En la actualidad existen especializaciones, maestrías y doctorados en comunicación, sin embargo, ¿esto ha ayudado en algo a depurar la crisis que se vive en el gremio? …Seguro que no.
Es momento de reflexionar, analizar y pensar si se quiere seguir enviando a 4500 egresados a luchar por mínimas ofertas de empleo con sueldos miserables u otorgarle el grado que siempre ha merecido la comunicación: un programa de postgrado.
Seguiré creyendo fielmente que el periodismo es el mejor oficio del mundo.