Desde el desayuno ya se sabe cómo va a ser la cena… y a pocos meses de haber iniciado la presidencia de Gustavo Petro, el panorama se ve poco alentador, tanto en materia económica, tributaria, social, y quién lo dijera, también de autoridad al interior del mismo gobierno.
Empecemos por lo primero; a Petro se le olvidó que ya no está en campaña, y muy a pesar de ser el actual inquilino de la casa de Nariño, sus discursos incendiarios y sus trinos desobligantes, tienen eco en la economía nacional, pero, pedante como es él, en vez de mandar mensajes tranquilizadores a los mercados, exacerba aún más los ánimos, haciendo que el peso esté día a día más devaluado.
Esto denota una gran falta de responsabilidad, y lejos, muy lejos de ser un estadista de la talla de Carlos Lleras Restrepo, está quedando como un fantoche sin la más mínima preparación ni inteligencia emocional para gobernar.
En materia tributaria, la ceguera del gobierno y sus secuaces en el Congreso, no tiene límite, pues han hecho oídos sordos de las alertas que están mandado los gremios, economistas, e incluso la propia Ecopetrol, organización en su mayoría estatal que ya ha advertido que con la reforma tributaria se pone en riesgo la producción, además de dejar en jaque futuras inversiones. En pocas palabras, van a matar a la gallina de los huevos de oro.
Pasemos ahora al tema social. La violencia de los grupos antisistema no ha cesado, las masacres y los asesinatos contra líderes sociales siguen ocurriendo, y se han visto aún más envalentonados gracias a la “paz total” que ofrece Petro, que más bien parece una impunidad total. Aquí vale recordar que se le estaría dando una nueva oportunidad a los ya desertores del proceso de La Habana, lo que en sí ya es una violación a los propios acuerdos.
Adicional a eso, el apoyo tácito del gobierno a los invasores de tierras y la falta de protección y garantías a los tenedores legales de la tierra crea un ambiente tenso que poco se siente en las ciudades, pero que se vive con intensidad en el campo; hay zozobra.
La cereza del pastel en este punto es el proyecto de Ley que le da el súper poder al emperador Petro (como en tiempos de Nerón), de indultar a cualquier persona que haya sido detenida o procesada en “el marco de las protestas sociales”, sin embargo, recordemos que en Colombia no existe el delito de protestar, pero sí existen los delitos de vandalismo, asesinato, tentativa de homicidio, entre otros, que son por los que verdaderamente acusan a integrantes de la llamada Primera Línea.
Es decir, Petro tendría el poder de indultar a su parecer, a todos los colectivos violentos (estilo chavista) que lo ayudaron a llegar al poder. Es prácticamente una patente de corso para que los violentos queden impunes siempre y cuando sirvan a su emperador.
Finalmente, ya no es vergonzoso sino patético el circo del gobierno cada vez que el Ministro de Hacienda desautoriza hasta al mismo presidente… Ocampo, que no es santo de mi devoción, parece ser el único que verdaderamente tiene alguna preparación para gobernar, pues el resto del gabinete, empezando por el líder, parecen tener 10 mil billones de concepciones erradas del Estado y de las limitaciones que les impone la Ley.
A propósito ¿Qué habrá quedo decir Petro cuando insinuó que la normatividad y constitución colombiana eran sus enemigos? ¿Será que Petro pasó de ser la reencarnación de Jorge Eliecer Gaitán y Luis Carlos Galán, para ser la viva imagen de Luis XIV con eso de que “El Estado soy yo”?
Colombia, el cambio llegó, y con él, nos estamos yendo todos de culo pal’ estanco.
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