“Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra. J.F. Kennedy”
«Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra. J.F. Kennedy». Esta es una frase que escuché citar varias veces tras la victoria del actual presidente Gustavo Petro en las pasadas elecciones presidenciales donde, si bien ganó con el 50 % de votos, también es cierto que el otro 47 % apoyaba a Hernández pintando así un panorama bastante complicado para su periodo de gobierno ya que era de suponerse que la oposición lo tendría entre cejas y no dudaría en manifestar su descontento ante el mínimo error, o por lo menos lo que ellos consideren como tal.
Es en este inicio del 2023 donde hemos visto el cumplimiento de dicha profecía. La derecha colombiana está citando al pueblo a un paro nacional encabezado por el representante a la cámara Miguel Polo Polo, hasta el momento la fecha que han estipulado para llevarlo a cabo sería el próximo 15 de febrero. Pero la noticia no termina ahí, para un día antes, es decir, el 14, el presidente Petro en aras de defender la reforma tributaria para la igualdad y justicia social que ha propuesto desde su candidatura, y que es, además, el detonante de toda esta discrepancia, también ha llamado a las y los colombianos a salir a las calles a respaldar aquel proyecto de ley.
Sin embargo, esta no es la única razón de la condición de alarmismo en la que se encuentra cierta población del país. El paro de taxistas en Bogotá, el de los campesinos en los Santanderes, el desabastecimiento en Nariño, entre distintas situaciones que han venido arropándonos en el transcurso de estos dos primeros meses, son otras de las causales de tanto disgusto.
Es cierto que Colombia se encuentra en una situación económica bastante compleja. La pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania han sido perjudiciales para nuestra estabilidad, y el pueblo está exigiendo soluciones. No obstante, considero incorrecto atribuirle a un gobierno de tan solo 6 meses la responsabilidad de todas las problemáticas que han surgido, más aún, cuando muchas de estas han estado ocurriendo desde algunos años atrás, la intención no es que la actual administración se desentienda de estos acontecimientos, sino darles tiempo de responder, sin acorralarles.
Esto no significa que deban callar si no les parecen correctas las decisiones gubernamentales que se han estado tomando. La protesta social es un derecho y debe estar garantizado para todo cuidado sin importar su índole política. La cuestión es que somos un país, lastimosamente, muy polarizado, y si queremos convivir en paz ambas partes en algún punto debemos ceder, llegar a un acuerdo con el otro, donde todos logremos sentirnos seguros.
Hemos normalizado tanto la violencia que nuestra única forma de dirigirnos a quien piensa distinto es con altanería, pero, como consejo para esas dos caras de Colombia; es necesario que bajemos la guardia, respondamos de mejor manera, empecemos a adoptar una cultura de tolerancia y respeto. Recordemos que la blanda respuesta quita la ira.
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