Durante todo el tiempo que escribí hasta este momento, siempre me preguntaron que de dónde sacaba la inspiración, sinceramente nunca me lo pregunté ni sabía que responder ante este interrogante, es en estas nuevas circunstancias en las que al fin descubrí cual era esa inspiración.
Y es que esta columna la estoy escribiendo desde una mesa de restaurante del aeropuerto El Dorado de la ciudad de Bogotá, ante mí, encuentro imágenes de aviones, banderas, y una puerta por la que debo embarcar rumbo a un destino fuera del país y en el cual espero poder tener las oportunidades que lamentablemente Colombia no me pudo ofrecer.
Y es acá sentado que descubrí la fuente de esta inspiración, y quiero compartirlo con ustedes, la inspiración venía de ver todos los días la magnífica cordillera oriental, de escuchar las aves, de ver el paisaje llanero, el calor de la gente, la sonrisa característica, el empuje ante todas las circunstancias y sobre todo el amor que le tengo a un pequeño número de personas que lo son todo para mí, al estado de enamoramiento profundo que siento y sentiré por una mujer colombiana (ella sabe quién es).
Y es también en estas últimas horas en el territorio nacional que quiero hacer la última puyita, y esta no va dirigida a la política o economía del país, va dirigida a la gente.
Quiero que entendamos que salir a buscar oportunidades es algo que deberíamos hacer por gusto, no por necesidad, COLOMBIA es una tierra grandiosa, bendecida por Dios, con la mejor gente y los mejores recursos. El día que nos creamos este cuento y hagamos valer que COLOMBIA es de todos, no solo de esos que se la roban cada 4 años, ese día es cuando muchos hermanos volverán a disfrutar de este paraíso y los que salgan sea por placer.
Entendamos que Colombia es de todos y para todos.
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