¿Qué es Colombia? ¡Vaya pregunta! Digamos que es un país sudamericano, por salir del paso. Pero también digamos que es una montaña, un mar, un volcán, una taza de café, un plato de ajiaco o un pescado frito.
Digamos también que es una casa, una colcha de retazos, un florero roto como el de Llorente o un libro con las páginas arrugadas. Unos dirán que es “el país más feliz del mundo”, mientras que otros lo definirán como “el más desigual”.
Hace tres semanas me hice esta pregunta a la que le di muchas y muchas vueltas. Después de pensarlo, llegué a esta respuesta: Colombia es una caricia y una bofetada. Es un baile que termina en funeral o un burdel con puertas de iglesia. Es tierra de todos y de nadie.
Pero también es música. Bambuco, bullerengue, carrilera, carranga, champeta, cumbia, electrónica, guabina, hip hop, porro, rock, salsa, tango, vallenato… Mejor dicho, Colombia es una cajita de música a la que le caben muchos sonidos.
Por eso, esa pregunta tan difícil de responder también se las hice a varios músicos colombianos de diferentes géneros musicales. La idea era que todos, desde sus vivencias, emociones y sensaciones, dijeran qué es Colombia para ellos. Algunos respondieron con canciones y versos, mientras que los demás se unieron con sus reflexiones y disertaciones.
Todos resaltaron las bondades de esta tierra, como su diversidad natural y cultural. Pero también señalaron varios males que la agobian, como la corrupción o la guerra. Cabe aclarar que ninguna respuesta es “buena” o “mala”, simplemente es el reflejo de un sentir provocado por un país tan contradictorio como el nuestro.
En total 19 músicos respondieron la pregunta. La mayoría son de Medellín, aunque en un principio se incluyeron a más músicos provenientes de otros lugares de Colombia. Sin embargo, por cuestiones de agenda y distancia fue difícil contar con su respuesta.
Aun así, los que se sumaron a este proyecto dan cuenta no sólo de una diversidad musical, sino también de opiniones y miradas que suscita Colombia, ese país bello y caótico que, como dijo Borges en su cuento Ulrica, “es un acto de fe”. Sin más palabras, embarquémonos en este viaje para conocer a Colombia según sus músicos.
Jorge Velosa Ruiz
¿Qué es Colombia?, me preguntan,
y no es fácil responder.
Colombia son muchas cosas,
muchas cosas a la vez:
Una gota de agua o todo el mar; un arroyuelo o todo el río; un grano de arena o toda la playa; un árbol o una hoja; una orquídea solitaria o todo el ramo; la montaña entera o un mero cascajo; una planicie con sus moriches, un panganal o el manto de la selva; una canción, una copla, una tonada; una risa, un grito o un lamento; una palabra dicha en mil dialectos, un simple acento; una maloca o una mediagua; un grano o la cosecha; una fruta, un calentano o una arepa; un sorbo de tapetusa o de guarapo; un tiple, una gaita, un tambor, una flauta; una brizna de nieve, un frailejón; el canto de tal ave o una rana querida por el sol; un sombrero, una ruana, una alpargata; el vaivén de una hamaca, el rastro de un camino.
Parodiando una de nuestras canciones carrangueras, diría:
“por estas y quién se cuántas
miles de ocurrencias más
es que somos la Colombia
que le dio por preguntar”.
Pero, al final, pienso que ella somos los seres que la habitamos y que:
“Como dijo el armadillo,
en su largo caminar,
todo cabe en un bolsillo,
sabiéndolo acomodar,
y si el bolsillo es Colombia,
todos cabemos en paz”.
Victoria Sur
Colombia es para mí un trópico multicolor, es alegría melancólica, es dolor prehistórico, es hambre en medio del verde, es vida en medio del hambre. Colombia tiene una fuerza natural, es verde y más verde, es rojo y más rojo, es montaña, playa, selva, mestizaje y esperanza.
Pala
Si algo se me ha resultado difícil toda la vida es hacer apologías. Hay muchas razones por las que soy incapaz de escribir una canción que diga que Colombia es el mejor lugar del mundo. La primera de ellas es que está muy lejos de ser el mejor lugar del mundo.
Pese a eso, hay esquinas de este manicomio que me parecen adorables, a las que se me antoja -y mucho- cantarles. Colombita es el resultado de esa rabia mezclada con amor. El relato sobre los sentimientos que me produce el país y que no pueden ser sino bipolares:
Colombita (fragmento):
Niña fatal. Adolescente con las medias mal bordadas.
Roto un cristal y manchas rojas salpicando tu fachada.
Mírame aquí con un dolor de puta enamorada.
Para empezar, para seguir, no sé si matan más tus besos o tu espada.
De cuando en vez tienes el don de despertarme la esperanza:
luto al revés y soy un niño adivinando adivinanzas.
Pero al sumar no sé qué pesa más en la balanza:
si este café que huele a gol o tantos montes de las malaventuranzas.
¡Tanta postal, tanto papel
y aún no hay nadie que le escriba al Coronel!
¡Tan pedigrí, tan medieval,
mi Colombita tan monjita y tan sensual!
(Si quiere escuchar completa Colombita, dé clic aquí)
Marta Gómez
¿Qué es Colombia? No puedo describirlo brevemente. Colombia es como bien lo dice Rubén Blades en su canción Patria:
“Patria, son tantas cosas bellas.
Como aquel viejo árbol
del que nos habla aquel poema.
Como el cariño que aun guardas
después de muerta abuela.
Patria son tantas cosas bellas.
Son las paredes de un barrio
Y en su esperanza morena
Es lo que lleva en el alma
todo aquél cuando se aleja.
Colombia es un gran amor. Como todos los grandes amores combina odio, amor puro, pasión, nostalgia, rabia, dolor. Eso es Colombia en mi vida: el más grande, doloroso, esperanzador e inagotable amor.
Elvis / Estados Alterados
¿Qué es Colombia para mí? Diversidad. A todo nivel. Biodiversidad, diversidad de naturaleza, diversidad cultural, diversidad de poblaciones. Es una riqueza tan inmensa que a veces es muy difícil de manejar.
Eso nos da, por ejemplo, dificultades para concebirnos como nación, porque somos una cantidad de regiones con culturas tan distintas. Hay muchas regiones que son parte del bloque Caribe, que es muy distinto a decir “Costa”. Culturalmente el bloque Caribe es muy sólido y eso puede hacer que una persona de la Costa se identifique más fácil con un cubano que con un bogotano, que es su compatriota.
Igual hay un bloque en el Sur que es como andino y que también es un bloque cultural muy fuerte. Y tendríamos que ser uno, tendríamos que ser una nación. Una de las principales formas de manipulación es dividir, “divide y vencerás”.
Me alegra mucho que la fusión musical, en este momento, esté haciendo eso, que haya mucha gente en el interior haciendo música de las costas y viceversa. Pero hay que sentirlo más de fondo, hay mucha gente que está haciendo simplemente lo que se vende. Yo creo que Colombia tiene que reconocerse como una y eso es lo más importante. A pesar de lo infinitamente diversos que somos, somos uno. Somos un país muy rico.
Felisa
Por un lado, Colombia es toda la diversidad musical y cultural que tenemos como país, reflejo de la mezcla africana, indígena y europea que tenemos en la sangre. Como música, Colombia es mi casa, el lugar en el que siempre voy a poder encontrar mis raíces.
Por otro lado Colombia me duele. Es un país que ha sido gobernado por las mismas familias durante 200 años. Es un país donde la injusticia y la desigualdad generan violencia, y la violencia más violencia. Es un país en el que se ha roto la confianza entre nosotros mismos y en el que se privilegia el beneficio propio por encima del beneficio de la comunidad. Un país que se ha acostumbrado a la violencia, a convivir con ella y que le tiene más miedo a la paz que a la guerra, Un país con mucho que perdonarnos los unos a los otros.
Colombia es ese delicioso manjar que te comes con muchas ganas pero que después te deja un sinsabor en la boca.
Camilo Patiño / La Toma
Colombia, la tierra de la eterna contradicción y del eterno retorno. Colombia, la tierra que inspira; escuela que dicta historias; cuna de juglares y cantores, aquellos que cantan con la exquisita desafinación del cuarto de tono y de historias macondianas. Sembrada entre cordilleras, fluye sobreponiéndose a la historia nefasta y guerrera impuesta desde el día siguiente a la Conquista. Bendita tierra de trovadores y mujeres bellas, acordeones y música mestiza. Acá nos bailamos el drama en las terrazas porque somos únicos.
Gambeta / AlcolirykoZ
Yo sigo en la Colombia de la que hablan sin conocer. Donde tu abuela, tu madre y tú ven a los gringos como a dioses.
Educados para obedecer, decimos: flyer, closet, hater y ok…
Hey, hey, no nos descubrieron, nos mataron, lo malo fue que en la escuela no nos lo advirtieron, nos lo enseñaron.
Y de ahí vienen todos los males, por los modales ahora todo son marchas y paros.
Odiamos que nos digan «narcos» pero cuando te conviene presumes de «Pablo»
Ahora todos son: politólogos, veganos, críticos, gestores. Todos hablan muy bonito pero sólo cantan goles.
(Este es el fragmento de una nueva canción escrita por Gambeta)
Víctor Raúl Jaramillo / Reencarnación
Foto de: Marcela Ocampo
Para responder esta pregunta, Víctor Raúl comparte un fragmento de su Poema sin invitación, el cual se encuentra disponible en el siguiente enlace:
Tal parece que la paz se aproxima.
Algunos la quieren ver muerta,
más aún,
le tienden una celada.
Antes de que ocurra
lo que deba ocurrir,
tengo unas simples preguntas.
¿Qué hay de los ínfimos?
¿Los menos?
¿Los que son menos que menos?
¿Aquellos que prueban un aire
con el cual se podrían hacer ladrillos?
¿Los que hambrean
y ya no pueden seguir?
¿Los que no alcanzaron a llorar
quedándose por fuera?
¿Qué hay de aquellos
que ni siquiera pudieron
abrir los ojos,
y si los abrieron,
les fueron arrancados
por la fiebre
de un mundo encharcado
en decapitaciones
y extravíos?
Pablo Villegas / La Montaña Gris
El cuadro de la Gioconda colgado en un granero sucio. Colores y montañas. 64 lenguas olvidadas, casi muertas. Abundantes acentos al hablar. Aves migratorias enjauladas. La resignada mirada de un anciano en un balcón. Frutas, muchas frutas; amarillas, verdes, rojas, rosadas, blancas. Colores y montañas. Una nave espacial modelo 2018 maniobrada por un computador con windows 95 y los virus del momento. Agua cristalina, agua putrefacta, agua tibia, agua coagulada. Verduras. Un taller repleto de bellas joyas, cuyos joyeros sufren mal de Parkinson. Una finca con capataz y obreros. El acto fallido de Bolívar y Santander. Sonrisas, abrazos e historias que duran hasta el amanecer. Un cocuyo que no ha visto la noche.
¿Cuándo será que se acaba el pesado concepto de país? País, como concepto, es una idea muy envejecida, ordinaria, mañé. Qué vergüenza eso de sentirse un país, de sentirse diferente de otros. Las visas me dan asco y los policías de inmigración fastidio. No quiero pertenecer a un país, no me siento orgulloso del concepto de país. Detrás del vocablo siempre hay soldados, militantes, guerras, enemigos y ambición. Implica hablar de “otros”, de “extranjeros”. Los países fueron inventados por personas que no querían tener amigos. Que no les gusta que los visiten en su casa. Que tienen miedo a las comidas que nunca han probado. Un país es un corozo en la boca de una hormiga hambrienta.
Sara Rodas / Mr. Bleat y Goli
Colombia es la tierra donde nací, donde vivo y sobrevivo como mis demás vecinos. Es un país de contrastes abismales, y con suerte, puede encontrarse cierta gracia hasta en sus disparates más increíbles.
Colombia es Colombia y no me siento muy orgullosa al respecto, pero como todos mis demás compatriotas, me queda un huequito terco en el corazón lleno de esperanzas y un reloj eterno que espera por un lugar mejor y más digno para todos.
Hatogrande
Colombia es una esquina del sur. Un punto a la vez de fractura y de unión en el ombligo de esa mujer contorsionada que es el mapa latinoamericano. Un casi tocarse y a la vez separarse entre las caribes aguas y las pacíficas. Un tránsito para los que suben y bajan. Un venteadero expuesto a la surada y la nortada. Un nacer de la cordillera madre que lleva sus andinos pasos hasta tierras australes, o al revés. Un bar continental donde se escuchan músicas que quieren ser distintas pero que pertenecen a una antigua parentela de sonidos incestuosos que a veces confunden el oído con cuerdas, vientos y tambores repartidos desde la calidez del Río Grande hasta el hielo patagónico, sin que uno sepa exactamente dónde se originan sus ecos.
En suma, es el cruce de las músicas sureñas y norteñas donde algunas deciden quedarse para ser parte de la memoria de nuestro país.
Sebastián Mejía / Tr3s de Corazón
Para mí Colombia es más que las fronteras, que el territorio y la geografía que tenemos. Creo que Colombia es el sentimiento que llevo adentro, que me mueve tanta inspiración. Es donde nací, donde crecí, donde aprendí a vivir. Es lo que me dio Dios para poder enfrentar la vida. Creo que ser colombiano y tener este sentimiento es algo muy especial, porque en este país confluyen muchas culturas, muchos acentos, muchas tradiciones y eso nos hace personas increíblemente diferentes al resto del mundo. No mejores, ni peores, pero sí diferentes. Para mí Colombia es un sentir, un sentimiento enorme.
Alejandro Posada / Director asociado de la Orquesta Filarmónica de Medellín
Para mí Colombia significa, desde el punto de vista de la profesión, el país de las infinitas posibilidades y de crecimiento por la gran diversidad que lo enriquece culturalmente. Y desde el punto de vista personal, lo veo como cualquier otro país del mundo, un mundo que hace mucho tiempo trato de pensarlo sin fronteras. Creo que el país es lo que queremos hacer de él, para lo bueno y para lo malo.
Miranda
Para mí Colombia es mi hogar. Es una palabra que cuando escucho me hace sentir que me falta el aliento, se me arruga el corazoncito. Colombia es un lugar hermoso del cual me siento orgullosa y que amo profundamente. Eso es Colombia para mí.
Mónica Moreno / I.R.A.
Responder esta pregunta me parece difícil en el contexto implícito del 20 de julio. Solo puedo decir que el mundo, sus territorios, sus pueblos y sus culturas son una inmensa riqueza, presentada de manera original y natural como un todo entrelazado y en equilibrio.
Sin un buen argumento todo se ha fragmentado, dividido, politizado. Lamentablemente debemos existir limitados a naciones, políticas, fronteras, banderas, visas, monedas. Para mí ningún país es más que una indivisible parte de este mundo.
La independencia es un estado mental y mental que nadie tiene el poder de otorgarnos. Es individual, autónoma e intrínseca.
Klitor / Neus
Es un acto de fe creer que Colombia es un estado mental, con superávit de entusiasmo, cuando la indiferencia y el egoísmo de muchos nos perjudican más que nuestro “papá gobierno”. Penamos en la tierra de nadie.
Ricardo Gómez / Niquitown
Colombia es un proyecto inacabado. Colombia no es una realidad que está ahí creada, nos la imponen como un himno, una selección de fútbol, un Sagrado Corazón, una bandera, etcétera. Pero nos separan nuestros apegos y diferencias regionales. Llaneros, paisas, caribeños, chocoanos o amazónicos son muy diferentes y no quieren dejar de ser lo que son para ser una cosa abstracta que se les ocurre en Bogotá.
A los de abajo nos unen nuestras luchas, nuestros sueños en común y nuestro rechazo al unísono a un pasado de guerra. En ese sentido, hacemos parte de un proyecto Colombia un poco diferente del proyecto oficial, pero ahí estamos.
Camilo Suárez (Parlantes) y “PipeZappa”
Tras una amena conversación telefónica que sostuve con Camilo, vocalista de Parlantes, ambos acordamos hacer esta respuesta que trata de recoger la naturaleza grave de Colombia:
Colombia es palabra grave
como indio, negro y criollo,
como el vocablo español.
Es trampa, marrulla y vuelta,
torcidos y componendas
dizque en justa proporción.
Es un sustantivo propio que cada cual se robó.
Colombia es invento, es accidente: delirante filiación.
Colombia es un discurso.
Colombia es un sermón.
Es declaración, sentencia, proclama y constitución.
Colombia es un cuento chimbo.
Colombia es un poema.
Colombia es una canción.