Cada semana, los medios de comunicación registran accidentes de tránsito que involucran a motociclistas. Un caso reciente en el barrio Santo Domingo Savio, Medellín, donde un motociclista que hacía piruetas atropelló a dos adultas mayores, es solo un ejemplo de la falta de respeto a las normas de tránsito que impera en nuestro país.
Antes de la pandemia, Medellín y el Valle de Aburrá parecían tener una cultura de respeto a las normas de tránsito. Sin embargo, la pospandemia ha traído consigo un caos sin precedentes. Hoy en día, es común ver motociclistas sin casco, chaleco antireflectivo, documentos en regla o licencias de conducción.
La situación es alarmante. Según el International Transport Forum, Colombia tiene la peor tasa de siniestralidad vial entre 35 países, con 15,5 muertos por 100.000 habitantes. El año pasado, más de 5.000 personas murieron en accidentes de tránsito, el 62% de las fatalidades totales.
La proliferación de empresas de mensajería ha inundado las calles de motos, generando problemas de congestión y seguridad. Los peatones corren riesgos cada vez que cruzan la calle, porque las motos circulan por aceras y ciclorutas sin respetar las normas.
Las autoridades enfrentan un desafío enorme al intentar controlar los cerca de 12 millones de motos que circulan en el país. Los zig zaleos entre carros y los piques ilegales son solo algunas de las malas acciones que cometen los motociclistas a diario.
A los motociclistas, les pedimos que cambien su forma de conducir y respeten las normas de tránsito. De lo contrario, el riesgo de no llegar a casa es real. Posiblemente, el destino sea un hospital o peor aún, el cementerio.
Es hora de tomar medidas drásticas para evitar más muertes en las vías. Los motociclistas deben ser conscientes de su responsabilidad y respetar las normas de tránsito. La vida vale más que la velocidad y sus piruetas.
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