“Respirar el presente con aquellos que reconocen un error enmendable en las próximas elecciones presidenciales.”
Una oposición sólida en Colombia está al alcance de todos cuando se reconoce la diferencia sin el instrumentalismo que el gobierno en curso usó como bandera de su campaña. Una oposición en el aire no es una oposición a la deriva. La imagen responde a algo mucho más elemental y necesario; a la necesidad de respirar. El aire, el único elemento que aún puede librarse de los límites de la apropiación, es un medio vital que transmite la posibilidad de transformación con fundamentos.
Oponerse es construir en comunidad una barrera contra las injusticias, el terror, las amenazas, pero en todo este proceso, lo más importante es contar con esa comunidad siempre abierta a nuevos miembros que compartan menos ideologías y persigan más objetivos. Se trata, entonces, de respirar el presente con aquellos que reconocen un error enmendable en las próximas elecciones presidenciales. Una equivocación que despliega muchas explicaciones en la frustración y la esperanza que debe reorientarse. La meta es fortalecer la oposición con quienes evitan caer en los manoseados ismos que acompañan los apellidos que personalizan el poder. Una oposición así oxigena y, por tanto, se expande. En un ambiente de mismidad que parece proyectar en las paredes de lo real un déjà vu de violencia es una redundancia señalar con encono a quienes por ingenuidad, por urgencia, por necesidad, por falta de herramientas eligieron un gobierno que no los satisfizo. El fiasco histórico no deja de ser colectivo y preocupante en este contexto, en esta época.
La política contemporánea ha demostrado que la democracia no se sostiene en resentimientos dispuestos a excluir. Los espacios comunes, tan clichés en el discurso y tan evadidos en la realidad, deben construirse como espacios de oposición. No para homogeneizar o serializar el pensamiento, todo lo contrario, para asegurarlo en un terreno democrático donde la pelea, la lucha, la diferencia, la disensión se manifiesten en una dialéctica del movimiento. El objetivo es pensar las dinámicas políticas que van desde el movimiento en círculos de las figuras de poder para generar tan solo un efectismo de productividad, hasta el movimiento espontáneo del crecimiento de comunidades que se resisten autónomas para oponerse al gobierno, incluso con aquellos que se integran como observadores silentes que examinan el sentido de lo que escuchan y de lo que ven para poder elegir.
El cambio es posible, no es solo una palabra secuestrada para embelesar minorías que ya no toleran la manipulación despiadada de sus necesidades. La oposición está en el aire y los pobres, tan instrumentalizados por el gobierno, también la respiran porque la sobrevivencia a las injusticias y al abandono nos convierte en una comunidad que piensa y discute alternativas en y para el presente, el único tiempo donde los resultados se pueden tocar..
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