El año que pasó, 2016, será el año más importante que los colombianos hayamos vivido. Difícilmente habrá otros doce meses tan intensos y cruciales para nuestro país en mucho tiempo. El 2016 fue el año en que la guerrilla de las FARC, la más antigua de Latinoamérica, firmó un acuerdo de paz, desmovilizó a sus tropas, dejó las armas y empezó a hacer política sin ellas. El más grande avance que se dio en medio siglo de historia patria. Sin merecerlo, Juan Manuel Santos se ganó el sitio en los futuros libros de historia como el presidente que logró desmovilizar a las FARC.
Colombia pasó a ser, no un país pacífico del todo como se dice de Islandia, pero sí uno que logró superar un triste episodio. Sin embargo, el panorama internacional ayuda poco o nada para este 2017, el que verá materializarse la paz que se firmó en 2016.
Para empezar, no hace falta describir con detalle la situación que atraviesa el país hermano de Venezuela. La revolución bolivariana ha afectado a Colombia en todos los sentidos: social, política, económicamente. Ahora Colombia es un paraíso comparado a como está Venezuela ahora, yo no descarto un éxodo masivo de colombo-venezolanos a tierras del sagrado corazón, lo cual entorpecería los planes que se tienen destinados a la implementación del Acuerdo de Paz, por ejemplo en el tema de devolución de tierras. También se debe hablar de Brasil. Ahora, el tráfico ilegal de droga se asentó en esta potencia latina y está atrayendo a los jefes guerrilleros que se enriquecen con el narcotráfico, lo cual ya estamos viendo que deriva en deserciones hacia el Acuerdo. Otra cosa a tener en cuenta es lo que vimos hace unos meses, cómo eran deportados los cubanos y haitianos que llegaron a las costas del Urabá, huyendo de la difícil situación económica de su país.
Entrando a Europa, es clara la delicada condición de migración que enfrentan, pero lo más peligroso es la posición que están adoptando los distintos miembros de la Unión Europea frente a ella. En varios países están ganando fuerzas derechistas conservadoras que se oponen a recibir migrantes del lejano oriente. Esto podría desencadenar en un conflicto social y político, cuyas consecuencias no serán tan lejanas como creemos.
Y debemos ir al origen de dichas migraciones que, en 2016 superaron los 210 refugiados. El Oriente Medio no está bien. Intereses políticos y económicos de las grandes potencias occidentales están jugando chuchacogida en Asia. Lo que está pasando en Siria no es más que la lucha indirecta por demostrar cuál potencia es mejor, si Rusia apoyando al gobierno o EEUU a los rebeldes. Lucha que se ha llevado miles de vidas y ciudades milenarias, con historia y una riqueza cultural inigualable. El Estado Islámico es un cáncer expandiéndose más allá de las fronteras asiáticas. La guerra estadounidense en Irán-Irak-Afganistán continúa, aunque ya no tan mediática porque el nacionalismo que surgió del 11 de septiembre de 2001 ya no está tan presente.
Para terminar, no podemos dejar de lado el temor y la incertidumbre que reinará en el mundo entero a partir de este viernes 20 de enero. Una vez Donald Trump tome posesión como presidente de los Estados Unidos, todo el mundo se alertará. China estará a la defensiva ante cualquier amague del dúo de amigos que nunca se esperó: Rusia-Estados Unidos. Para Colombia, este hecho ha sido interpretado como negativo en el contexto del Acuerdo de Paz con las FARC, puesto que podría figurar en la reducción del apoyo económico que el gobierno estadounidense destina para la implementación del Acuerdo y para el Plan Colombia, sin el cual la lucha contra el narcotráfico se estaría perdiendo (tampoco la estamos ganando). Además, Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, lo cual es suficiente para temer una posición crítica y obcecada de parte del señor Trump.
Adicionalmente, está la difícil coyuntura interna de Colombia, donde hay pocas garantías de seguridad en la implementación del Acuerdo. En fin, todo esto es un abrebocas para lo que se avecina en el panorama internacional. Colombia, un país que cierra un conflicto armado de más de medio siglo, rodeado por un mundo en guerra.