1. El Cañón del Micay: Narcotráfico, secuestros y territorio perdido
El secuestro reciente de más de 50 militares en el Cañón del Micay, entre Argelia, El Mango y El Plateado (Cauca), es una alerta crítica. Esta zona es vital para el narcotráfico: desde la siembra hasta la exportación de cocaína. Ríos estratégicos conectan laboratorios con rutas al Pacífico. Aunque el deterioro comenzó antes, la pasividad del actual gobierno ha acelerado el control territorial por parte de disidencias armadas.
2. Prohibición de bombardeos: eliminación de la ventaja táctica
La decisión presidencial de frenar los bombardeos bajo el argumento de proteger menores en campamentos ilegales fue contraproducente. El crimen real es el reclutamiento de niños por los grupos armados. La medida eliminó la herramienta más disuasiva del Estado, favoreciendo el libre movimiento y expansión de estas organizaciones.
3. Remoción masiva de la cúpula militar y policial
Se retiraron 76 generales y oficiales con experiencia operacional, rompiendo la cadena de reemplazo natural. Se eliminó liderazgo, criterio y profesionalismo estratégico. Esta decisión debilitó las instituciones en su corazón operativo.
4. Desmantelamiento de la inteligencia militar y policial
La salida masiva de oficiales clave en inteligencia y operaciones dejó vacíos graves. Se interrumpieron procesos, se perdió conocimiento acumulado, y se apagaron sistemas críticos de anticipación y respuesta. El sistema de seguridad quedó ciego en muchas regiones.
5. Decretos de paz total: parálisis operacional
Los decretos presidenciales que ordenaron detener operaciones contra grupos armados congelaron la capacidad del Estado de reaccionar. Esto benefició a disidencias, ELN y al Clan del Golfo. La respuesta ha sido asimétrica, selectiva y políticamente dirigida, más que estratégica.
6. Daño en movilidad y fuerza aérea
La flota de helicópteros Black Hawk, MI-17 y MI-19 está en su mayoría en tierra. El argumento del embargo ruso fue desmontado: hay opciones de mantenimiento alternativas en EE.UU. La falta de decisión refleja una intención de debilitar la capacidad de respuesta táctica.
7. La moral combativa: el poder invisible del combate
La moral de la tropa está golpeada. Más de 40.000 policías y 35.000 militares se han retirado y no se han reemplazado. Los cuadros de mando están a menos del 50% de lo requerido: por cada 36 hombres deberían existir 1 oficial y 3 suboficiales.
Además, el ciclo CODE —reentrenamiento obligatorio cada cuatro meses para soldados regulares y profesionales— ha sido interrumpido. No hay munición suficiente ni suboficiales para instrucción. Hace más de un año no se certifican soldados. Se está perdiendo disciplina, cohesión y capacidad técnica.
8. Reconstruir será titánico
Reconstruir las Fuerzas Militares y de Policía será una tarea colosal en 2026. La desarticulación es silenciosa pero profunda. Hoy, la operatividad se sostiene por la disciplina del soldado, no por el respaldo del Gobierno. Incluso desde el Ministerio de Defensa y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz hay frenos velados.
Gracias a gobernadores y alcaldes conscientes de la situación se han garantizado recursos mínimos para la seguridad ciudadana. Pero no basta. Se requiere una política nacional que recupere la doctrina, los cuadros, la operatividad y la moral de la tropa. Colombia está en conflicto armado interno, y sin una Fuerza Pública fuerte no hay posibilidad de paz verdadera ni soberanía territorial.
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