Colegios públicos bilingües

José María Dávila Román

“En Colombia aún estamos a años luz de lograr que las instituciones educativas públicas implementen el aprendizaje del inglés desde la base”.


Siempre he creído que uno de los factores que más influye en la desigualdad de las personas es la educación. Un niño que crece en un colegio bilingüe donde va a desarrollar el aprendizaje de un segundo idioma de manera natural, con probabilidad lo va a dominar al término de su bachillerato y tendrá más probabilidades de conseguir trabajos cualificados y mejores pagos que un niño de un colegio público donde los docentes, a pesar de tener la mejor intención, no dominan una segunda lengua y, por tanto, es una utopía que la aprendan en esta etapa. Al estudiante que se gradúa de un colegio no bilingüe le toca esforzarse más en el futuro si quiere cerrar las brechas con los que tienen dominada la habilidad.

Dos de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible son Educación de Calidad y Reducción de las Desigualdades. En Colombia aún estamos a años luz de lograr que las instituciones educativas públicas implementen el aprendizaje del inglés desde la base y así contribuir a tener educación de calidad, en parte porque las finanzas públicas no alcanzan para fortalecer la educación pública en todo el territorio nacional como se debiera; por el contrario, a los docentes y a los rectores les toca trabajar con las uñas y gestionar con otras instituciones, por lo general privadas, para mejorar la calidad educativa.

Este año, incluso, han sido recurrentes los paros educativos tanto de colegios como de universidades públicas por la desfinanciación, y en el caso de los colegios, porque los docentes alegan que no tienen garantías con su sistema de salud.

Escuchaba hace poco, que, en países del primer mundo como Alemania, hay colegios públicos que a la vez son bilingües, lo que hace que esta población aumente sus ventajas competitivas sobre las poblaciones de países emergentes como la nuestra.

Una prioridad en materia de educación de los gobiernos departamentales y central debe ser implementar en un mediano y largo plazo educación bilingüe en los colegios públicos del país, que es claramente costoso, porque eso implicaría que todos los docentes de los colegios dominen el inglés para que puedan dar todas sus clases en este idioma: ciencias sociales, filosofía, matemáticas, educación física, etc., para que realmente haya un ambiente de bilingüismo, se facilite la interacción y el aprendizaje natural como se da en la mayoría de colegios privados que tienen esta modalidad.

Para que haya docentes bilingües se requiere que haya docentes mejores pagos y con mejores prestaciones para que los profesionales que dominan una segunda lengua encuentren estimulante dedicarse a la docencia, una profesión gratificante e ingrata al mismo tiempo.

No es fácil su implementación desde los gobiernos. Si lo fuera, hace tiempo se hubiera hecho. Pero se puede arrancar con pilotos y generando alianzas con empresas privadas que tengan músculo financiero en los territorios donde operan; y llegar a acuerdos, así como propuso en su momento el gobierno de Iván Duque con el programa Obras por Impuestos o las ZOMAC (Zonas Más Afectadas por el Conflicto), que consistían en que empresas asentadas en la Colombia profunda o rural, realizaran obras como construcción de vías, colegios, canchas, etc., y estas inversiones les serviría para reducir impuestos; o con las ZOMAC, que promovía el asentamiento de empresas en territorios afectados por el conflicto armado con el propósito de generar empleo y encadenamientos en los municipios y departamentos históricamente excluidos.

Algo similar se puede pensar en materia educativa para que desde lo público la mayoría de los niños y jóvenes dominen el inglés y de esta manera, las empresas, los gobiernos y las instituciones educativas aporten a la reducción de desigualdades, a tener una educación de mejor calidad y, sobre todo, a la construcción de un futuro de esperanza y con mejores oportunidades para las generaciones presentes y venideras.

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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