“Su nombre ahora está al lado de los grandes mártires de la fe cristiana que han pisado la tierra y que nos recuerdan que vale la pena vivir una vida entregada por algo más grande que uno en este caso por alguien que es el más grande de todos los tiempos, nuestro Señor y Salvador Jesús.”
Jan Hus un reformador checo al momento de ser quemado en la hoguera en 1415 debido a su fe, sentenció “pueden asar el ganso, pero en cien años se levantará un cisne con un canto que no podrán silenciar”, el ganso era Jan cuyo apellido Hus significa ganso, y el cisne que se levantó 102 años después fue Martin Lutero el gran reformador que no solo impactó la religión sino toda la cultura occidental.
La biblia dice en 2 corintios 2:11 que ya conocemos las maquinaciones del diablo, para que no se aproveche de nosotros, queriendo decir que el diablo siempre ha tenido una misma estrategia desde hace miles de años y es la muerte.
Cuando Jesús fue crucificado, la sevicia, el horror con que fue llevado a la cruz, fue meticulosamente pensado, para que a través de la humillación pública que vivió, sumado a la sangre que derramó todo su cuerpo, la flagelación de la espalda, la desfiguración de su rostro, y la agonía y sufrimiento en público, para causar su muerte completamente desnudo sobre un madero, tenía una clara intención enviar un mensaje de temor a sus seguidores y erradicar todo deseo de extender la obra de Jesús.
A pesar de este plan macabro, al resucitar y vencer la muerte para siempre, regresó e infundió esperanza en sus discípulos, lo cual los inspiró para llevar el evangelio por todo el mundo. Lo que a la gran mayoría de ellos les costó la vida, porque el diablo fiel a sus tácticas siguió usando la muerte para frenar el mensaje de Jesús, por eso sus discípulos sufrieron muertes violentas y públicas, el apóstol Pablo fue decapitado, Esteban fue apedreado hasta morir, Pedro fue crucificado boca abajo, todo esto para infundir miedo.
Y desde hace 2.025 años que Jesús pisó esta tierra esa ha sido la historia de los seguidores de Jesús, muchos han muerto de diferentes maneras, torturados, quemados, colgados, ahogados, decapitados, partidos en dos, dados a leones y fieras, masacrados, baleados todo por defender la fe y el legado del Señor Jesús. No obstante, esta táctica, el cristianismo se ha expandido en toda la tierra.
Una vez más este septiembre 12, presenciamos una muerte de ese estilo, en tiempo casi real observamos la ejecución en público de Charlie Kirk un hombre cristiano al que Dios le había puesto el llamado de ir a las universidades para hablar de la verdad y la libertad de expresión, lo que lo llevó a crear el movimiento juvenil conservador más grande de Estados Unidos, y que él usaba como un instrumento para hablar también de su fe y señalar las mentiras de la cultura en que vivimos.
Su asesinato cometido por un joven pero planeada de nuevo meticulosa y macabramente por el diablo nos regresa a la historia de los mártires.
Los sentimientos de tristeza colectiva y desesperanza que han inundado a todos, al ver la imagen desgarradora de una esposa que queda con dos hijos pequeños por la muerte de un hombre ejemplar que era fuerte con los argumentos, pero nunca usaba la violencia y respetaba la opinión de los contrarios, nos tiene desconcertados, porque pareciese que no hace ningún sentido.
Sin embargo, a pesar de este plan diabólico, ideado para callar una voz relevante en medio de la sociedad, el efecto está siendo todo lo contrario, porque lo que está causando en millones es un deseo ferviente de defender y hablar por la verdad, tal como lo hizo Charlie.
Charlie se convierte ahora en un ejemplo de inspiración que está alcanzado tanto a creyentes como a no creyentes. Su nombre ahora está al lado de los grandes mártires de la fe cristiana que han pisado la tierra y que nos recuerdan que vale la pena vivir una vida entregada por algo más grande que uno en este caso por alguien que es el más grande de todos los tiempos, nuestro Señor y Salvador Jesús.
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