“La actual administración de Alex Char en Barranquilla enfrenta serios desafíos, mostrando señales de agotamiento del modelo de gobierno que ha implementado en la ciudad, lo que le está pasando factura a su gestión”.
La inseguridad es uno de los problemas más acuciantes que enfrentan las grandes urbes de Colombia, y Barranquilla no ha sido la excepción. Durante la actual administración de Alejandro Char Chaljub, conocido coloquialmente como Alex Char, este tema se ha convirtió en una de las principales críticas hacia su gestión, pese a los avances en otros sectores como la infraestructura y el urbanismo.
En primera instancia, es importante reconocer que la inseguridad en Barranquilla no es un fenómeno nuevo ni exclusivo del periodo de gobierno de Alex Char. Sin embargo, su gestión ha mostrado falencias notables en la implementación de estrategias sostenibles y efectivas para combatir este flagelo que viene minando desde el mandato del exalcalde Jaime Pumarejo (cuota política del clan Char) indicadores de delitos como robos, homicidios y extorsión se mantienen elevados, a pesar de las constantes promesas de mejorar la seguridad ciudadana del actual alcalde.
Uno de los aspectos más criticados es la falta de coherencia en la planificación de las políticas públicas de seguridad. La administración de Char se ha centrado en medidas puntuales y espectaculares, como el despliegue de operativos policiales mediáticos, que generan una sensación temporal de seguridad, pero no abordan las causas estructurales de la delincuencia. Esta estrategia reactiva, más que preventiva, evidencia un desconocimiento o una subestimación de las complejidades del problema.
Otro punto de crítica radica en la falta de inversión adecuada en tecnología y formación para las fuerzas del orden. Aunque se anunciaron adquisiciones de equipos de vigilancia como cámaras de seguridad y patrullas, estas herramientas se han mostrado insuficientes para abarcar la totalidad del municipio. Además, existen cientos de denuncias recurrentes sobre el mal estado de muchos de estos equipos y la falta de mantenimiento, lo que limita su eficacia.
Por otro lado, la gestión de Alex Char no ha logrado fortalecer los lazos entre la policía y la comunidad, una relación fundamental para garantizar la seguridad ciudadana. La desconfianza de los barranquilleros hacia las autoridades policiales no fue abordada con programas concretos que promovieran el trabajo conjunto y la denuncia ciudadana. Esta desconexión perpetúa una sensación de abandono y vulnerabilidad en muchos sectores de la ciudad.
Asimismo, el manejo de la delincuencia organizada y las bandas criminales ha sido particularmente débil en este último mandato. Barranquilla, por su posición geográfica, es un punto estratégico para el narcotráfico y otras actividades ilícitas. A pesar de esto, las acciones gubernamentales están careciendo de la profundidad necesaria para desarticular estructuras criminales que operan con impunidad.
En cuanto al enfoque presupuestal, se percibió una desproporción en la asignación de recursos. Mientras se invertían grandes sumas en proyectos de infraestructura, la seguridad no recibió una atención proporcional. Esto generó la sensación de que la administración priorizaba la imagen de progreso sobre las necesidades básicas de los ciudadanos, entre ellas la tranquilidad y el bienestar.
La administración de Alex Char también falló en articular esfuerzos interinstitucionales que permitieran un abordaje integral de la inseguridad. La falta de coordinación entre la alcaldía, la policía y otras entidades encargadas de la seguridad pública evidenció una carencia de liderazgo y visión estratégica. Esto se tradujo en esfuerzos dispersos y poco efectivos.
Otro elemento que agrava el problema es la ausencia de programas sociales enfocados en la prevención de la delincuencia. Factores como la desigualdad, el desempleo y la falta de oportunidades educativas y culturales son ignoradas en gran medida. Esta omisión es especialmente perjudicial en los barrios más vulnerables, donde el crimen organizado encuentra terreno fértil para reclutar a jóvenes sin alternativas.
La actual administración de Alex Char en Barranquilla enfrenta serios desafíos, mostrando señales de agotamiento del modelo de gobierno que ha implementado en la ciudad, lo que le está pasando factura a su gestión. Dentro de los desafíos que a los que se le hace mención se encuentra:
Aumento de la extorsión: En 2024 se registraron 392 casos de extorsión, un incremento del 150% respecto al año anterior4. Los sectores más afectados son tenderos, comerciantes, vendedores informales y empresas de transporte público2.
Crecimiento de hurtos: Durante 2022 aumentaron los hurtos a personas (41%), entidades financieras (109%), comercios (17%) y automotores (21%)4.
Incremento de homicidios: En el primer semestre de 2024, los homicidios aumentaron un 16% en Barranquilla y un 89% en el departamento del Atlántico6. La ciudad alcanzó una tasa de 16.2 homicidios por cada 100,000 habitantes, la más alta desde 20166.
Endeudamiento riesgoso: La deuda pública de Barranquilla pasó de 663 mil millones a 3 billones de pesos entre 2016 y 2023. Char solicitó un cupo de endeudamiento adicional de 3 billones al inicio de su mandato.
Malestar empresarial: El aumento continuo de impuestos ha generado protestas del sector empresarial.
En contraste, otras ciudades colombianas han implementado con éxito modelos de seguridad basados en el fortalecimiento comunitario, el uso de tecnología avanzada y la creación de programas sociales integrales. Barranquilla podría haber tomado ejemplo de estas experiencias, pero la administración de Alex Char ha optado por un enfoque tradicional y poco efectivo.
La percepción ciudadana también es un indicador crucial para evaluar la eficacia gubernamental en este ámbito. Durante este último mandato de Char, diversas encuestas revelaron un alto nivel de insatisfacción entre los barranquilleros en lo referente a seguridad. Esta opinión generalizada refleja un divorcio entre las políticas implementadas y las necesidades reales de la población.
Finalmente, cabe destacar que la inseguridad tiene efectos profundos y duraderos en el desarrollo de una ciudad. La falta de una estrategia contundente y sostenida en esta administración de Alex Char no solo impacta la calidad de vida de los barranquilleros, sino que también limita el potencial de la ciudad para atraer inversión y turismo. Un ambiente de inseguridad perpetua mina la confianza en las instituciones y obstaculiza el progreso.
Aunque Alex Char ha dejado sierra huella en Barranquilla por sus avances en infraestructura, su gestión en materia de seguridad ha sido ampliamente insuficiente. La falta de planificación, inversión y visión integral fueron factores determinantes en el fracaso de su política de seguridad. Este análisis invita a reflexionar sobre la importancia de priorizar la tranquilidad ciudadana como un pilar fundamental del desarrollo urbano.
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