La mayoría de las industrias -valga la redundancia- pre revolución industrial, siempre tienen el componente de métodos rudimentarios donde el papel del trabajo forzado de personas vulnerables, impacto ambiental e historias de dominación y dolor, como lo diría en su obra “La rebelión de la ratas” del maestro Fernando Soto Aparicio. Eso ha sido, desde los tiempos de la Colonia, hasta no hace menos de cuarenta años, la vida cotidiana de muchos barrios de personas que hicieron vida e industria alrededor de las montañas y canteras de materiales de construcción, dentro de terrenos de otrora grandes haciendas ganaderas o de diferentes cultivos de cereales u hortalizas que cubrían la región de la Sabana bogotana. Ese ha sido el caso del barrio y en general de la UPZ Pardo Rubio, una realidad que hace parte de todos nosotros, que nos debe llevar a la empatía que nos lleve a la acción reflexiva que traiga un verdadero progreso ambiental, social y económico reflejado en una mejor calidad de vida para todos.
“La industrialización plantea la alternativa única: capitalismo o comunismo. Excluyendo así las viejas opciones decentes”
“La atomización de la sociedad deriva de la organización moderna del trabajo: donde nadie sabe concretamente para quién trabaja, ni quién concretamente trabaja para él”
“La sociedad industrial pone la vulgaridad al alcance de todos”
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano, cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)
En la reseña oficial de la historia local tomada de la página web de la Alcaldía Local de Chapinero dice lo siguiente:
“Al primer gran asentamiento se les unió otro importante grupo migratorio que, entre los años 1945 y 1950, huía del campo por el violento enfrentamiento de los partidos políticos tradicionales. Cuando se cierran las ladrilleras, sus dueños entregan esos terrenos a las familias que allí trabajaban como pago para que construyeran sus viviendas”
Pardo Rubio, tanto como barrio como UPZ, comparten una historia común con los barrios altos de más al norte en la localidad de Usaquén, o más al sur en las localidades de Santa Fe, San Cristóbal, Rafael Uribe Uribe, Ciudad Bolívar y Usme. Hablando de dos referentes históricos en la cultura popular como lo son el barrio Chircales, que inclusive llegó al cine en 1972 de la mano de la directora de cine y actual miembro de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Estados Unidos, Marta Rodríguez; y Yomasa en Usme, donde existen citas incluso en el clásico de la literatura colombiana costumbrista de mediados del siglo XIX El Moro, del filólogo y político bogotano José Manuel Marroquín (quien fuera rector de la Universidad del Rosario y Presidente de Colombia). Dicha hermandad en historia y características del pasado y del presente son vislumbradas en el trabajo académico ANÁLISIS DE LAS UPZ 90 PARDO RUBIO Y UPZ 57 GRAN YOMASA PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE UNA GUÍA QUE PERMITA EVALUAR LA VULNERABILIDAD DE LAS EDIFICACIONES RESIDENCIALES realizado para opción de grado de ingeniería civil de la Universidad Piloto de Colombia:
“Basándose en el documento de: La dinámica de usos de La alcaldía Mayor de Bogotá, se escogió para el análisis a las UPZ 90 (Pardo Rubio) y 57 (Gran Yomasa), dado que estas tienen características urbanísticas distintas pero algunas de sus sectores son similares, por ejemplo, la UPZ Gran Yomasa, de la localidad de Usme, se caracteriza por ser densificada en cuanto a uso residencial y 13 presentar un alto número de viviendas unifamiliares creadas por autoconstrucción, es por esto que al estar conformada en gran parte por asentamientos humanos de origen ilegal, el marco normativo de la UPZ la prioriza en cuanto a intervenciones del subprograma de Mejoramiento Integral, una situación similar, pero en menor medida ocurre en la UPZ Pardo Rubio, la cual es de tipo residencia consolidada de estrato medio, de uso predominante residencial en donde se presenta un aumento no planificado en la ocupación territorial.
(…) En 1886, se inicia el comercio en la zona con la creación del almacén Maniquí, en la carrera 13 con calle 60, propiedad de don Demetrio Padilla. Este almacén era sucursal de uno que funcionaba en el centro y que fue abierto en la zona para facilitar la provisión de artículos como ropa para damas, caballero y niños, y artículos para el hogar. En 1904, la Sociedad Casas de la Salud y Sanatorios adquirieron los terrenos de la Quinta Marly, en donde también funcionaba una curtiembre. Posteriormente, se inició la construcción de un sanatorio que en 1923 se convertiría en la Clínica Marly, primera sala de maternidad de la ciudad.En 1953, venden una parte al Ministerio de Defensa y se inicia la construcción del Hospital Militar Central. Esta construcción obligó a algunos trabajadores a buscar terrenos en la parte más alta. Igualmente, en los últimos 30 años, la localidad se fue convirtiendo en centro comercial del norte de la ciudad, y poco a poco el comercio atrajo a los servicios bancarios y de telecomunicaciones, convirtiendo a Chapinero en centro comercial y financiero de la ciudad. (Mora Galvez, Guerrero, Palma Camacho, 2018)
La dinámica política, y económica, con la transformación sincrónica -por no decir anacrónica- en Colombia, en especial al territorio del interior del país de la llegada de la industrialización, y posteriormente de la llegada del comercio y el sector servicios con sus nuevas necesidades y modalidades. Todo ello conlleva a la necesidad de infraestructura para el desarrollo de manera organizada de dichas actividades. ¿Y los materiales de donde salen? Arena, greda, barro para los ladrillos, cemento. Las rocas y las laderas de las montañas incluso más allá de San Isidro-Patios en las montañas de La Calera, Guasca, Gachetá y si la seguimos hasta Suesca están hoy día en los pisos, paredes y techos que nos cubren y han cubierto generaciones enteras de nuestra historia. Desde las columnas y color de las paredes del Capitolio Nacional hasta edificios de ladrillo desnudo que conviven con los adoquines, vidrios y cerámicas exteriores de diferentes estilos que la modernidad arquitectónica trajeron a través de las décadas al desarrollo del norte de Bogotá.
No obstante, esa convivencia entre la desigualdad e igualdad en palabras de Gómez Dávila que refleja los contrastes sociales de nuestras localidades del norte -y el crecimiento desordenado por las circunstancias que tuvo el desarrollo urbanístico y de vivienda de Bogotá-, refleja muchas oportunidades en la ubicación de uno de los barrios vecinos del Pardo Rubio y perteneciente a su UPZ: Chapinero Alto, el inicio de uno de los desarrollos urbanísticos de la ciudad, y sus perspectivas de negocios inmobiliarios (por cierto en una tremenda burbuja inflacionaria de precios en toda la ciudad, sobre todo en arrendamientos), como lo señala el portal Ciencuadras.com en septiembre de 2021:
“La localidad de Chapinero está dividida en 5 UPZ (Unidades de Planeamiento Zonal), Chapinero Alto forma parte de la UPZ, Pardo Rubio.
Chapinero Alto es uno de los sectores más tradicionales y exclusivos de la capital colombiana. Allí se concentra el corredor corporativo y financiero más importante de Bogotá.
En esta zona se combinan la cercanía y la ubicación equidistante a los puntos más relevantes de la ciudad, con la tranquilidad de estar en un barrio muy residencial y con viviendas de la más alta categoría.
Además, se encuentran infinidad de restaurantes, sedes de oficinas públicas y privadas, zonas de rumba, gimnasios, centros comerciales, universidades, colegios, tiendas, galerías, teatros, entre otros.
Vivienda
Actualmente los edificios de apartamentos son los que predominan en este sector de la ciudad, aunque también existe una notable actividad de empresarial y comercial, en especial en las áreas aledañas a los ejes viales de las carreras Séptima, Décima y la troncal de la Caracas.
Los estratos 3 y 4 son los que tienen mayor presencia; pero barrios como Emaús y Las Acacias tienen una alta demanda debido a su relación con comodidad y estatus”.
Y por ese entonces, los arriendos promedios según cálculos del portal citado, ya en 2017 el promedio de un arriendo mensual en dicha zona de la UPZ está en valores ascendentes promedio a los $5.000.000. Mientras que por el contrario los valores de arriendos y casas en los barrios vecinos de Pardo Rubio, Bosque Calderón, Juan XXIII, y en el lejano San Luis, donde los arriendos asequibles permiten tener un poco más de calidad de vida recientemente a los migrantes venezolanos que trabajan desde hace años como factor creciente de la economía local, junto a sus familias como fuerza de trabajo conjunta. Realidad que la academia no deja de vislumbrar cómo lo hace CREA: Cultura, Recreación y Educación ambiental en los cerros, de la Universidad de La Salle, donde las cifras no dejan de preocupar frente a los retos que tiene la ciudad, su sociedad y dirigentes:
“Las ciudades latinoamericanas reportan un 33% de su ocupación como crecimiento urbano informal, lo que es comparable en el caso de Bogotá, cuya ocupación urbana informal es alrededor del 30%. La ciudad de Bogotá no fue diferente a estos crecimientos al igual que otras ciudades latinoamericanas, y muy específicamente en los cerros orientales se dieron también estas expresiones de asentamientos urbanos informales, con algunas diferencias entre ellas que algunos de los barrios fueron desarrollados inicialmente por los trabajadores de los chircales que se ubicaban en estos sectores y quienes tomaron posesión de algunos terrenos. Como lo señala una reseña histórica en la ficha básica de la localidad de Chapinero, de la secretaría distrital de cultura, recreación y deporte. (2008)
“En 1950, en lo que antiguamente fueron los chircales de la familia Ferré Amigo, surge el barrio El Paraíso, pues sus dueños decidieron cerrar su negocio, lotear la hacienda y vendérsela a los trabajadores. Por su parte, los Pardo Rubio, agobiados por las deudas, se ven en la necesidad de vender parte de sus terrenos. En 1953, venden una parte al Ministerio de Defensa y se inicia la construcción del Hospital Militar Central. Esta construcción obligó a algunos trabajadores a buscar terrenos en la parte más alta. Por otra parte, Alejandro Pardo hipoteca un terreno en la parte alta de la finca, pero al no poder pagar la deuda, el banco remata las tierras. Otra de las deudas que no se podía cancelar eran las cesantías de los trabajadores, por lo que, a la muerte de Alejandro Pardo Rubio, se resuelve entregar un lote a cada uno de los trabajadores. De esta manera surgen los barrios Pardo Rubio, en honor a sus antiguos patronos, y San Martín de Porres, nombre sugerido por el padre Madero, párroco de la iglesia de Chiquinquirá”
Y aunque si bien el desarrollo original se dio por parte de familias trabajadores de los chircales, esto dio pasó a la llegada de nuevos vecinos, el crecimiento de las familias, y algunas víctimas de desplazamiento forzado que poco a poco fueron consolidando estos barrios hasta lo que hoy conocemos. Al igual que en Bogotá varias ciudades latinoamericanas se han desarrollado, con orígenes y dinámicas de asentamientos informales diferentes, y algunas de estas ciudades se han puesto en la tarea de generar estrategias que ayuden a controlar estos crecimientos urbanos, evitando así que se sigan desarrollando en zonas de gran importancia ambiental. Estas estrategias buscan articular las zonas ambientales con los asentamientos urbanos informales a través de propuestas de espacio público, que a su vez establecen el fortalecimiento de las relaciones sociales entre las comunidades que participan. (Matta Martínez, 2021)”
Y es allí donde el urbanismo y lo social, que los últimos mandatarios capitalinos a través de la polarización que su discurso ha alimentado. No es buena idea declarar la zona de Correos Orientales del norte como una zona de oportunidad para desplazar familias sin soluciones para vivienda costosa, hoteles y un turismo que por un lado hará casas “bonitas”, pero no dará dignidad ni calidad de vida a sus habitantes originales; pero tampoco provocar un discurso de lucha de clases ficticia creada por las circunstancias que no permitieron que Bogotá tuviera un crecimiento planeado, llegando al extremo de radicalizar nuestra mente en un esquema norte-sur, cuando nuestra ciudad está en la lógica geográfica de oriente-occidente.
¿Qué será lo mejor para las comunidades de los barrios altos del Pardo Rubio? Para mí, lo que sucedió con las legalizaciones de Usme y Ciudad Bolívar: generar una calidad de vida y una convivencia respetuosa con el entorno, hacerlos sentir tan bogotanos como todos, sin discriminación de ningún tipo, pero acompañando obras con cultura, salud, educación a todos los niveles y fortalecer masivamente el esquema de empresas familiares, que ha funcionado en el tejido social y productivo de los migrantes en la localidad.
Y por supuesto, construir soluciones de vivienda cuando ya los temas de mejoramiento no sean suficientes. No para desplazar comunidades, sino para mejorar su calidad de vida, generar mejor convivencia y salud.
Qué gran responsabilidad y reto tenemos todos como sociedad…¿seremos capaces de asumirla? ¿Habrá voces inteligentes en el próximo encuentro electoral?
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