La Habana (Cuba), 1959. Fulgencio Batista es derrocado por Fidel Castro y su movimiento revolucionario. Con el nuevo gobierno de la isla, se produce la expulsión y expropiación de negocios, propiedades y capitales norteamericanos. También se inicia el tránsito hacia un modelo socialista, lo cual provoca un embargo económico impuesto por el gobierno de los Estados Unidos para ejercer presión y derribar a Fidel Castro.
París (Francia), 1954. Coco Chanel relanza su casa de modas, después de la Segunda Guerra Mundial. La nueva colección fue mal recibida en Francia, pero tuvo gran aceptación en el Reino Unido y los Estados Unidos. Chanel no sólo pretende distanciarse de las acusaciones que la señalaban como colaboradora del régimen nazi durante la ocupación a París, sino también dejar atrás los fantasmas de la Guerra. Por eso, se dedica a crear nuevos vestuarios y en las décadas siguientes su marca se convierte en estandarte de las casas de moda, las cuales pasan a ser conglomerados comerciales de lujo que producen prendas para las personas más pudientes del mundo.
El socialismo establecido en Cuba toma fuerza, debido al apoyo de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). La isla, aparte de ser el rival político y económico en Occidente de Estados Unidos, la naciente superpotencia, se ve volcada a un cambio de pensamiento. Sus procesos sociales y económicos tienen un giro de 180º, el gobierno controla todas las esferas de la vida, persigue y expulsa al pensamiento disidente bajo la premisa de que “»el capitalismo es el demonio, el socialismo la panacea que salvará a la humanidad».”.
Mientras tanto, la casa Chanel sigue avanzando en medio de la Cortina de Hierro que divide a Europa en dos. Es un referente de la alta costura y del lujo, aparte de que representa los valores del capitalismo del siglo XX. Dentro de la industria de la moda, Chanel se expande por encima de las ideologías políticas, al punto de que sus trajes son utilizados por algunas esposas de los dirigentes de la URSS.
El tiempo pasa. En 1989 vemos caer al Muro de Berlín y a la Unión Soviética implosionar por el peso de su corrupción. El mundo asiste al final de la Guerra Fría y el capitalismo se afianza como sistema económico triunfante. Pero en Cuba la realidad es otra, al igual que en China y Corea del Norte. El socialismo sigue campante, mientras miles de cubanos abandonan la isla en balsas. Al igual que en décadas anteriores, la sociedad cubana sigue ajena a la industria de la moda, ya que esta no es acorde a los propósitos de la Revolución y representa la enajenación del trabajo.
Cuba, ahora en manos de Raúl Castro, busca salir de tantos años de aislamiento económico que si bien no debilitaron al régimen, si provocaron un letargo en muchas esferas. Con el descongelamiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, se inicia un nuevo capítulo en el que la isla abre sus puertas a los inversionistas, los turistas y a la moda, esa que durante el bloqueo se movió de manera discreta y casi que de contrabando.Pero los tiempos cambian y la moda demuestra su capacidad de colarse dentro de los círculos del poder. El régimen cubano no escapa al brillo de las elites, varios de sus dirigentes usan marcas de ropa deportiva como la alemana Adidas.
Sin duda alguna toda una apología al confort que genera el tan criticado sistema capitalista. Sin embargo, no debemos caer en el extremo de esperar a que la izquierda salga con alpargatas o tapa rabos. Pero esa imagen de los dirigentes cubanos vistiendo Adidas es un ejemplo de que la moda no conoce ideologías, algo que Chanel entiende a la perfección. Sus prendas, por ejemplo, han vestido a las esposas de los dictadores contemporáneos, quienes ven en la marca un símbolo de estatus social.
Durante los últimos años Cuba ha visto emerger a nuevos talentos en el diseño, como Celia Ledon, Yanelys Pérez, Rolando Rius y el reconocido Narciso Rodríguez, triunfador en las últimas pasarelas del New York Fashion Week. No es de extrañar que el 4 de mayo de este año la casa Chanel llevara a La Habana su Pasarela Crucero 2017; una jugada magnifica de la casa y la revista Vogue que dio un contundente golpe de opinión y generó una ruptura, ya que hasta hace un año La Habana estaba fuera del circuito mundial de la moda. Pero la cobertura mediática de la Pasarela ha generado un interés en lo que está pasando con la industria de la moda en Cuba.
No es de extrañar que los empresarios estadounidenses comiencen a mirar a los creativos cubanos y distribuyan sus creaciones en las tiendas de Estados Unidos. Tampoco debemos sorprendernos cuando más diseñadores de la isla participen en las pasarelas europeas y latinoamericanas, o cuando importantes cadenas como Zara abran tiendas en La Habana. Lo que antes era impensable, ahora es una realidad: la moda entra como punta de lanza del capitalismo al sistema económico de Cuba.
Para muchos la Pasarela Crucero 2017 es un certamen sin mucho significado. Pero más allá de la mercadotecnia empleada por una marca de lujo como Chanel, los invito a reflexionar sus alcances a mediano y largo plazo ¿Es sólo una muestra de ropa o es algo más? Las modelos desfilando en La Habana dieron el primer paso para que Cuba ingrese a una de las industrias más poderosas del mundo, la cual genera millones de empleos. Una industria que solo en el comercio electrónico obtuvo ingresos por 60.000 millones de dólares en 2015.
Si la Pasarela no los convence del todo, quiero recordarles que la moda fue una de las industrias que revolucionó a la China de Mao durante su proceso de transformación económica. Es una industria que sigue en crecimiento, a pesar de la crisis económica que enfrenta el país asiático. No fue fortuito entonces que el gobierno cubano autorizara la realización de un desfile de modas en la capital de su país, y de paso abrirse de forma sencilla y elegante a una industria antes criticada ¿Comienza una nueva era en la que el sistema económico cubano se vestirá de Chanel? El tiempo dirá.
Aquí toda la pasarela.
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