A propósito de los lamentables hechos sucedidos el pasado 4 de agosto en las tribunas del estadio El Campín de Bogotá:
-
Estoy convencido de que cerrar los estadios no es la solución.
-
Se requiere individualizar a los responsables y aplicarles Ley del fútbol, sentar a los líderes de los grupos implicados en la pelea para verificar su compromiso y exigirles acciones internas.
-
Los responsables de la organización del partido (alcaldía, policía, etc.) deben revisar sus fallos y establecer una mejor y más inteligente logística en futuros partidos.
-
Es momento de comprometer con su responsabilidad social a Dimayor y los clubes profesionales.
Las soluciones van más allá de un tema de seguridad
El barrismo no está representado por 50 violentos, pero sí corresponde a los barristas desterrar de sus grupos a quienes manchan el nombre del barrismo social y popular que viene evolucionando en Colombia.
Evitar problemas como el vivido anoche en El Campín está en los procesos de reconocimiento, acercamiento y corresponsabilidad entre barras, alcaldías y policía. Procesos que toman tiempo, paciencia, recursos y compromisos y que requieren estrategias de incentivos y sanciones.
Enfocar las soluciones únicamente en estrategias policivas (más cámaras, más agentes de seguridad, cierres de tribunas y sanciones generalizadas) es un error frecuente que cometen las administraciones municipales.
Otra equivocación es pretender cooptar a las barras por medio de contratos, buscando «comprar» la paz e incorporar esas fuerzas sociales a sus pretensiones políticas. (Esto último está sucediendo en Medellín y pone en riesgo el proceso).
Los líderes barristas son actores políticos, tienen que decidir qué tipo de políticos quieren ser. ¿De los violentos? ¿De los vendidos? ¿De los solapados?¿De los serios y responsables?
En Medellín, con esfuerzos, éxitos y tropiezos, hemos logrado cambiar las dinámicas y posicionado la cultura del fútbol como una realidad positiva con enorme potencial. Esto se logró en parte por la madurez y el liderazgo sensato de los barristas.
Pasamos de hablar simplemente de «fútbol en paz» a concebir el tema como «Cultura de fútbol»: reconocer la importancia del barrismo y su historia, apoyar sus procesos culturales, deportivos y sociales, integrarlos en la planeación logística de los partidos, etc. Este tipo de acciones generan corresponsabilidad y motivación.
¿Y los otros responsables? ¿Qué pasa con Dimayor?
Cuando la Dimayor vino a Medellín hace un par de años sólo le importó las cámaras de seguridad, la tecnología de reconocimiento y el fallido proceso de enrolamiento. Poco interés hubo en conocer el trabajo de la ciudad en los frentes sociales y culturales del barrismo popular, que en Medellín es cultura pero que para ellos parece ser solo parte del negocio.
Esto nos lleva otra vez a pensar otra vez en la responsabilidad social de la Dimayor como dueño del Fútbol Profesional Colombiano y de los clubes profesionales, quienes en estos temas suelen brillar por su ausencia pero a la vez, cuando suceden estas cosas, son los primeros afectados.
¿A qué se van a comprometer después de lo que sucedió? ¿Cómo pueden desde sus posiciones fortalecer la convivencia? Es el momento para reafirmar el compromiso y responsabilidad que deben tener con sus hinchas, que en últimas son los principales clientes de sus empresas.
A quienes quieran conocer un poco más de la Cultura de fútbol en Medellín los invito a leer aquí nuestra política pública.
Comentar