Carta a un estudiante de la generación “Ser pilo paga”

La Presidencia de la República y el Ministerio de Educación crearon el programa “Ser pilo paga” como una estrategia para reducir la brecha de la inequidad educativa entre los estudiantes pertenecientes a familias de menores ingresos y como un camino para lograr la paz y la equidad en la sociedad colombiana. La primera versión del programa se dio en el año 2014 y favoreció a diez mil jóvenes “pilos” de todos los rincones de la nación.

La Presidencia de la República y el Ministerio de Educación crearon el programa “Ser pilo paga” como una estrategia para reducir la brecha de la inequidad educativa entre los estudiantes pertenecientes a familias de menores ingresos y como un camino para lograr la paz y la equidad en la sociedad colombiana.  La primera versión del programa se dio en el año 2014 y favoreció a diez mil jóvenes “pilos” de todos los rincones de la nación.

El programa consiste en otorgar a los “pilos” créditos ciento por ciento condonables, siempre y cuando el beneficiario logre terminar su carrera y por tanto obtener su título profesional.

La versión 2015 favorecerá a once mil jóvenes, o sea mil cupos más que el año anterior. El presidente Santos (1) expresó que “El futuro de nuestros jóvenes no va a depender de dónde nacen sino de su talento y de su dedicación.”

Como el programa es un tema novedoso y de gran impacto mediático, los estudiantes “pilos” son visibilizados por la sociedad y los medios de comunicación con el mandato de que tienen que ser exitosos y no se pueden dar el lujo de fracasar.

Lo anterior me motivó a escribir una “carta a un estudiante pilo” que detallo a continuación para los lectores de Al Poniente:

Apreciado estudiante “Pilo”. En primer lugar le expreso mi felicitación por haber sido seleccionado como uno de los jóvenes colombianos que se destacaron por su rendimiento académico en el programa “Ser pilo paga”, promovido por la Presidencia de la República y el Ministerio de Educación.

Usted sacó un puntaje de 318 o superior en las pruebas “Saber” y está registrado en el Sisben con un puntaje menor o igual a 57.21, si vive en una de las 14 ciudades más grandes; o menor o igual a 56.32, en las demás ciudades urbanas; o menor o igual a 40.75, en las zonas rurales.

O sea que usted, además de ser “Pilo”, pertenece a una de las muchas familias colombianas que tienen que practicar el equilibrismo financiero para lograr sobrevivir cada mes. Tal vez si usted no hubiera sido clasificado como un “Pilo” no podría estudiar una carrera universitaria. En la ciudad de Bogotá hay colegios que tienen una especie de “sello de la vergüenza” porque ninguno de sus estudiantes accede a la universidad después de terminar el bachillerato. Y si esto pasa en la gran capital de la nación, ¿qué podríamos decir de muchos municipios olvidados en el territorio colombiano?

El programa “Ser pilo paga” es un loable esfuerzo del gobierno nacional que se la jugó por apoyar a estudiantes destacados y de bajos recursos. Es un proyecto alejado de las roscas y las intrigas y se fundamenta en reconocer a jóvenes colombianos por sus méritos académicos. Algunas voces lo han criticado pero hay que tener en cuenta que no hay nada perfecto, y yo soy de las personas que se concentran en mirar lo bueno en vez de satanizar las limitaciones.

Seguramente usted se ha extrañado por el interés de las universidades colombianas en “reclutarlo” para sus aulas. Varias de ellas han publicado grandes avisos de prensa invitándolo a que se decida por sus ofertas, otras o le han realizado llamadas personalizadas tratando de cautivarlo con sus programas. Esta es una práctica poco usual en Colombia ya usted le tocó vivirla.

Esto se parece a lo que hacen los equipos de fútbol que mandan veedores a los torneos de los barrios para fichar futuras estrellas. O sea que usted es una futura estrella de la llamada “Generación de la Paz” que tendrá la responsabilidad de reconstruir un país que sus mayores le hemos entregado descuadernado.

En su familia están orgullosos de usted y le ofrecieron un almuerzo con los abuelos y los tíos para felicitarlo, en el colegio le hicieron un reconocimiento y lo presentan como un ejemplo para los alumnos actuales, en el pueblo o la ciudad donde usted estudió le dieron una medalla y lo nombraron bachiller ilustre, la emisora de la localidad le hizo una entrevista, el periódico le publicó un reportaje y el canal televisivo hizo un video con su historia personal. Seguramente usted tiene muchos “like” y comentarios elogiosos en Facebook y en Instagram. Su nombre ya ha sido mencionado en twitter por amigos y decanos de universidades.

Todo lo anterior ya lo marcó a usted para toda la vida y ese sello lo acompañará en todo momento, para bien o para mal.

Nadie puede negar que este programa es una gran opción que usted debe buscar no dilapidar. Procure hacer su mejor esfuerzo para aprovechar esta oportunidad que puede transformar no solo su vida sino las de sus seres queridos.

Pero quiero advertirle sobre un peligro potencial que implica ser beneficiario del programa “Ser pilo paga”. Todo lo que gira alrededor de esta convocatoria le está enviando a usted un mensaje: “Prohibido fracasar”. De usted se esperan los mejores resultados y si no los logra será señalado por sus familiares, sus vecinos, sus amigos y sus conocidos como un fracasado. Pobre de usted si se estrella: sus amigos lo mirarán con malicia, sus tías susurrarán en las reuniones familiares, el tendero de la esquina le preguntará por qué fracasó, las redes sociales le entregarán mensajes desagradables, y algún periodista se atreverá a hacerle una entrevista para “evaluar las razones del fracaso de este programa del gobierno nacional”.

Ante esta posibilidad le recomiendo que no se deje atrapar por esa orden de “prohibido fracasar”. No se vuelva esclavo de ese mandato. Trabaje duro, estudie mucho, haga su mejor esfuerzo, pero deje un espacio para el fracaso.

Usted apenas tiene diez y siete años y tiene tiempo para equivocarse, para cambiar de rumbo, para volver atrás y comenzar de nuevo.

Si encuentra que se equivocó de carrera, atrévase a buscar otra. Si perdió una materia, repítala y revise sus estrategias de estudio. Si no se adapta con el modelo pedagógico de un profesor, cambie de curso.

Con esto no le estoy diciendo que baje la guardia, que busque el camino fácil y que no tenga una sólida disciplina de estudio. Simplemente le estoy diciendo que usted tiene derecho a fracasar.

Un ciclista tiene derecho a “pinchar” y a que lo coja “la pálida”. Un defensa de un equipo de fútbol tiene derecho a meter un autogol. Un delantero tiene derecho a botar un penalty. Un corredor de la Fórmula uno tiene derecho a salirse de la pista. Un jinete tiene el derecho a caerse del caballo.

Usted tiene derecho a caerse, pero así mismo tiene la oportunidad de levantarse y retomar el rumbo.

Un muchacho a una muchacha de 17, 18 o 19 años tiene derecho a repensar su vida.

Entonces, llévese este mensaje final:

A usted y a todos los “Pilos” de Colombia les está “Permitido fracasar”.

 

Diego Germán Arango Muñoz

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing.

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