Apreciado Jorge Iván.
Te escribo esta carta hoy miércoles 21 de marzo de 2018, el día previo a la elección del rector de la Universidad Nacional de Colombia por parte del Consejo Superior Universitario, para el período 2018 – 2021. Me nace hacerlo así, independientemente de la decisión que, en su sabiduría, tome el máximo órgano de nuestra universidad.
He pedido a la dirección del Portal Al Poniente que publique esta carta (columna) a las 7 de la mañana del jueves 22 de marzo momento en el cual comenzará la sesión del CSU y con la seguridad de que ni tú ni ninguno de los miembros del consejo tendrán oportunidad de leer esta comunicación antes de la elección.
Esta es una carta a un amigo, que hoy cierra un proceso académico disciplinado y juicioso, al que acompañé, haciendo equipo con profesores, estudiantes y académicos que se sumaron a este ejercicio universitario. Una carta para expresar reconocimiento y admiración a unos principios y a un estilo, mas allá de un programa rectoral.
Hoy culmina un camino que emprendiste hace casi dos años. Recuerdo cuando en un almuerzo de amigos, en el restaurante Darius de la ciudad de Bogotá, el profesor Augusto Rivera y yo te hablamos de que considerábamos que serías un buen candidato a la rectoría del Alma Mater de los colombianos.
En aquella ocasión tu respuesta fue, como tu personalidad, reflexiva y expectante:
“Me parece interesante, pero ello implicaría un gran compromiso con al país y con la universidad. Debo tomarme un tiempo para madurar la idea, lo cual haré, desde la distancia, durante una pasantía postdoctoral que realizaré en Taiwan. Cuando madure la idea volvemos a conversar”.
Medio año después, a tu regreso del continente asiático, nos volvimos a encontrar en el mismo sitio, y, como si estuviéramos siguiendo un ritual, pedimos el mismo menú y retomamos la conversación.
En este nuevo encuentro expresaste más o menos lo siguiente:
“Frente a nuestro último almuerzo, quiero comentarles que estoy listo para presentar mi nombre a la rectoría de la Universidad Nacional, pero quiero hacer una propuesta incluyente con la ayuda de muchas miradas universitarias, de gente que crea que podemos aportarle un estilo y un enfoque social y globalizante a nuestra casa de estudios”.
Esto me recordó a Fray Luis de León cuando volvió a su cátedra en enero de 1577 después de haber pasado cuatro años en prisión, consecuencia de las envidias entre los académicos, tan frecuentes antes como ahora, y se dirigió a sus estudiantes de la Universidad de Salamanca retomando su clásica expresión: “Como decíamos ayer…” (Dicebamus hesterna die).
Recuerdo que cuando comenzó a formarse tu equipo “de campaña”, unos invitados por ti y otros que fueron llegando espontáneamente, como ocurre en estos procesos, definiste unos principios irrenunciables:
- Una campaña limpia, sin ningún tipo de ataque a tus oponentes.
- Una campaña independiente donde no se negociaría cargos burocráticos.
- Una campaña construida en equipo.
- Una campaña incluyente, donde convergerían múltiples miradas y personas.
- Una campaña donde se defendiera el carácter público de la Universidad Nacional de Colombia.
- Una campaña innovadora.
Recuerdo que el eslogan de tu campaña fue el resultado de una construcción colectiva, acorde con tus principios:
Inclusión, innovación, convergencia.
Tu equipo se tomó varias jornadas de trabajo para construir dicho eslogan, que más que una frase llamativa contiene y resume el pensamiento de tu propuesta. Ahí experimentamos que un grupo piensa mejor que un individuo.
Siempre estuviste abierto a las ideas de tu equipo y a las críticas que salían de sus jornadas de trabajo. Acataste muchas ideas, después de los correspondientes debates, escuchaste sugerencias, incluso a tu estilo de hacer las cosas. Mostraste apertura mental y humildad ante la identificación de tus debilidades.
Cuando varios de tus amigos te atacaron con mentiras, diste la instrucción a tu equipo de que no se respondiera con agresiones. Guardaste la calma, tragaste saliva y dijiste que eso era parte de un ejercicio democrático donde se intensificaban las pasiones. Te escuchamos una frase que nos sorprendió y nos evidenció tu grandeza de espíritu: ellos han sido y serán mis amigos.
Cuando algunos miembros de la comunidad académica de la Universidad Nacional te ofrecieron apoyo condicionado a cargos burocráticos, les respondiste tajantemente que no estabas en ese juego y que preferías perder fuerza en la consulta electrónica.
Sin conocer la noticia de quien será el nuevo rector de la Universidad Nacional, quiero manifestarte mi admiración y mi respeto. Y me tomo la libertad de expresar que todos los miembros de tu equipo de campaña tienen una opinión similar.
Si el Consejo Superior Universitario te elije como rector, te esperan tres años de trabajo sin descanso y tengo el convencimiento de que pondrás toda tu capacidad, todo tu empeño y todo tu corazón, en asumir esa responsabilidad.
Si dicho Consejo elije otra alternativa, la comunidad académica de tu Facultad sabrá gozar de tu sabiduría.
Pase lo que pase el día de hoy en el seno del CSU, tu eres, para nosotros, un ganador: un ganador en liderazgo, un ganador en trabajo en equipo, un ganador en respeto a los principios, un ganador en pensamiento universitario, un ganador en coherencia, un ganador en decencia.
Un abrazo y mi deseo de que, pase lo que pase, podamos alimentar nuestra amistad.