Carreteras ensangrentadas: una epidemia vial que azota a Medellín y Colombia

Me duele en el alma ver cómo la imprudencia, la falta de atención y el irrespeto por las normas de tránsito se han apoderado de nuestras ciudades, cobrando la vida de cientos de personas inocentes cada año. En Medellín, según la Secretaría de Movilidad la cifra de víctimas fatales en accidentes de tránsito ya alcanza las 131 en lo que va del 2024, mientras que en Colombia de acuerdo con el informe de la Policía Nacional y el Ministerio de Transporte la tragedia supera los 1.400.

Detrás de estas tragedias se esconde un cóctel letal de factores: la falta de pericia al volante, la prisa desmedida por llegar a un destino, la impaciencia, el estrés y, lo más preocupante, la desconexión de la realidad por culpa del celular. Esta plaga moderna convierte a los conductores en zombies que chatean, hablan por teléfono o revisan sus redes sociales mientras ponen en riesgo su vida y la de los demás.

Parece que la pandemia sirvió como un botón de reinicio para la responsabilidad vial, pero en el peor de los sentidos. Tras el confinamiento, muchos conductores regresaron a las calles con la memoria oxidada y el respeto por las normas de tránsito extraviado. Pasar el semáforo en rojo, conducir chateando o revisando el celular se ha convertido en una práctica habitual, ignorando por completa la ley que, en Colombia, considera más peligroso conducir un vehículo que portar un arma de fuego.

Pero las infracciones no se detuvieron ahí. Conducir en sentido contrario, realizar maniobras peligrosas a altas velocidades y exceder los límites permitidos son solo algunos ejemplos más de la insensatez que impera en nuestras vías. Las motocicletas, por su parte, se convierten en vehículos de alto riesgo al transportar hasta cuatro personas sin las medidas de seguridad adecuadas, como el casco, que brilla por su ausencia en muchos casos.

Y no podemos olvidar a los peatones, esos actores vulnerables que también sucumben a la distracción del celular mientras cruzan las calles sin mirar a ambos lados, exponiéndose a un peligro mortal.

Un llamado a la conciencia colectiva, a la responsabilidad individual ya la acción conjunta de las autoridades para frenar esta epidemia que enluta a nuestras familias y deja un vacío irreparable en nuestras comunidades.

César Augusto Bedoya Muñoz

Comunicador Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Especialista en Gerencia de Mercadeo de la UPB. Mis pasiones para escribir y dialogar la política, la sociedad, la cultura y el servicio al cliente. Cuenta X: @cesar_bedoya.

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