Candidato único de la oposición

“Para la oposición sería lo más sensato definir un liderazgo claro. Un solo candidato, con ideas claras y realizables, carismático y que conecte con la gente”


En menos de un mes se confirmó que la derecha colombiana contará con varios precandidatos presidenciales de cara al 2026. Vicky Dávila, Miguel Uribe Turbay, Juan Daniel Oviedo y Germán Vargas Lleras son algunos de los aspirantes. Los anuncios además confirmaron lo que se viene hablando desde que la izquierda es gobierno: la derecha está muy fraccionada. Fraccionada y desesperada.

Hace una década recuerdo como hasta los detractores del Centro Democrático reconocían que dicho partido era el movimiento político más cohesionado y organizado del país. La buena estructura que manejaba la derecha entonces sirvió para que la maquinaria de un gobierno perdiera un plebiscito que de entrada tenía ganado y para que Uribe pusiera presidente una vez más.

La organización del Centro Democrático es hoy tan solo un recuerdo, al punto que hace pocos días los candidatos más uribistas se atacaron mutuamente en redes por una encuesta pagada por Miguel Uribe Turbay para medir su intención de voto. Encuesta que lo posicionó con ventaja frente a otras uribistas acérrimas como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia.

A las fricciones internas del uribismo además hay que sumarle otros candidatos de la oposición que también parten con algo de fuerza como los ya mencionados Vargas Lleras, Vicky, Oviedo y otros que no han confirmado su candidatura pero que suenan mucho como David Luna.

Con tan extensa lista de precandidatos y considerando que hoy la izquierda – a pesar del desastroso gobierno de turno – es el movimiento más organizado de la política colombiana, lo sensato sería pensar en un único candidato de oposición. La cohesión de la izquierda se debe lógicamente a que cuenta con un liderazgo definido en cabeza del presidente. Hace unos años la derecha elegía al que dijera Uribe y hoy la izquierda elegirá al que diga Petro o al mismo Petro si sigue consolidando la mayoría en la Corte Constitucional en la elección del nuevo magistrado que se hará el próximo semestre y que saldrá de una terna hecha por el presidente.

Me pregunto: ¿sería sensato y quizás la mejor jugada para la oposición que el Centro Democrático se apartara en esta ocasión de la elección presidencial de 2026? Creo que Colombia es aún un país conservador, de derechas y que le da prioridad al desarrollo económico a la hora de elegir a un candidato. Pero los colombianos no son tontos, tienen memoria y muchos siguen traumados por los excesos de la fuerza pública durante los gobiernos del uribismo. Excesos que son una realidad, está constatada, los generales del ejercito lo han reconocido, la JEP ha dicho que los civiles asesinados están identificados con nombre y cédula, y episodios como el reciente de Miguel Polo Polo intentando negarlo no genera más que deterioro a la imagen de su partido y por consiguiente de toda la oposición.

Es prácticamente imposible que el Centro Democrático no impulse un candidato en las próximas elecciones. Sin embargo, creo que para la oposición sería lo más sensato definir un liderazgo claro. Un solo candidato, con ideas claras y realizables, carismático y que conecte con la gente. Que logre atraer votos del centro. La coyuntura actual del país nos exige elegir a alguien que le dé prioridad a las políticas económicas y de seguridad. El desequilibrio presupuestal y el empoderamiento de los grupos al margen de la ley generados en este gobierno son una realidad.

En conclusión, la lista de precandidatos de la oposición es larga. Pero si uno piensa en esas cualidades que debe reunir un candidato para que tenga opciones loables de derrotar al candidato que promueva Petro o al mismo Petro, la lista se reduce. Además, lo realmente inteligente sería apostar por alguien no solo capaz de ganar las elecciones sino también de reactivar a Colombia. No un líder mesiánico, sino un estadista o al menos con potencial de estadista.

Pablo Güete Álvarez

Abogado con énfasis en Derecho Comercial Internacional de la Pontificia Universidad Javeriana. Tiene un Master en Gobierno y Administración Pública de la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado como abogado litigante en firmas internacionales.

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