“En Colombia, el contraste entre los altos precios de los alimentos en la ciudad y las cosechas que se pierden en el campo es una paradoja que revela profundas fisuras en nuestra infraestructura y cadena de suministro alimentario. Este desequilibrio no solo pone en riesgo la seguridad alimentaria, sino que también agrava la inequidad económica entre el campo y la ciudad.”
En Colombia, la escena es paradójica y desoladora: mientras los precios de los alimentos en las ciudades alcanzan niveles preocupantes, en las vastas tierras del campo se desvanecen cosechas completas debido a la falta de infraestructura y vías de transporte adecuadas. Esta disparidad no solo amenaza la seguridad alimentaria nacional, sino que profundiza las brechas de inequidad económica entre el campo olvidado y las urbes dinámicas. La crisis no solo radica en la falta de caminos físicos, sino en la desconexión estructural que perpetúa la marginalización rural y la inflación alimentaria urbana. Es hora de repensar radicalmente nuestras políticas públicas y priorizar la integración efectiva de nuestras cadenas de suministro agrícola para asegurar que cada colombiano tenga acceso a alimentos frescos y a precios justos.
La falta de infraestructura vial adecuada y la escasez de rutas de transporte público efectivas no solo impiden que los productos agrícolas lleguen a los mercados urbanos en condiciones óptimas, sino que también provocan pérdidas significativas para los agricultores. Estos enfrentan dificultades adicionales: las pocas personas que compran sus cosechas lo hacen a precios muy bajos, lo que refleja una falta de valoración hacia la labor del campesino. Además, la ausencia de conexión virtual y una infraestructura vial adecuada limitan aún más las oportunidades de comercialización. Es fundamental incentivar los cultivos y mejorar las condiciones logísticas para asegurar que los agricultores puedan vender sus productos a precios justos y competitivos en los mercados urbanos.
Estas dificultades logísticas no solo afectan a los agricultores en el campo colombiano, sino que también tienen un impacto directo en los altos costos de los alimentos en las ciudades. Gilberto Guerra, un campesino cuyo cultivo se basa en la yuca, relata que en ocasiones pierde bultos de sus cosechas porque no le pagan ni siquiera 1.000 pesos colombianos por kilo de yuca. Su mirada refleja desolación y desilusión por el poco valor que se le da a su arduo y difícil trabajo. Esta realidad contribuye a que las poblaciones de bajos ingresos sean las más afectadas, ya que destinan una parte considerable de su presupuesto a la alimentación y se ven obligadas a pagar precios inflados debido a la escasez de productos frescos y a la dependencia de importaciones costosas.
Es crucial ejecutar las políticas públicas que prioricen la inversión en infraestructura vial rural, incluyendo la activación del ferrocarril de Antioquia y la mejora de las vías 4G. Estas inversiones son fundamentales para facilitar el transporte eficiente de productos agrícolas desde las zonas rurales hasta los mercados urbanos, reduciendo las pérdidas y los costos logísticos. Además, se deben promover iniciativas para mejorar la logística y el almacenamiento en las zonas rurales, asegurando que los alimentos lleguen frescos y en buen estado a los mercados urbanos. Es imperativo abordar también el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), responsables de obstaculizar estas iniciativas y contribuir a la crisis actual.
Una estrategia integrada que fortalezca la conectividad vial y toda la cadena de valor agrícola es fundamental para garantizar que los alimentos lleguen del campo a la mesa de manera eficiente y asequible. Esto no solo resolverá la crisis alimentaria actual, sino que también mejorará la calidad de vida de todos los colombianos, especialmente de aquellos en las zonas más vulnerables.
Todos como ciudadanos debemos apoyar activamente políticas locales y nacionales que promuevan la mejora de la infraestructura rural y la logística alimentaria. Estos cambios son cruciales para combatir la desigualdad alimentaria y representan una inversión en el futuro sostenible y equitativo de nuestro país.
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