¿Y que esperar del “cambio de mando”?

A  partir de mañana habrá  un relevo en los dos cargos más importantes y representativos para los paisas. Se posesionan nuevo alcalde y nuevo gobernador y, por supuesto, las expectativas están al rojo vivo pues no se sabe que tanto cambiarán las formas y los fines  que se impongan estas dos dependencias.

So pena de equivocarnos por tratar de ser adivinos aventuremos algunas ideas.

En Medellín cambiará poco. Sucederá a una alcaldía como la Gaviria, con equipo conformado por políticos de carrera y gran interés en lograr “acuerdos y gobernabilidad” con el concejo, otra cuyos integrantes son jóvenes y desconocidos en el mundo público; ¿Cómo así – entonces – que cambiará poco? Pues es que Medellín se gobierna sola.  Sin desconocer que la seguridad, la movilidad y la calidad educativa son elementos siempre por mejorar y que requieren atención, esta es una ciudad en donde el empleo es jalonado por la empresa privada y la informalidad atada al comercio (incluso el ilegal); en donde EPM, pese a los afanes de convertirla en bastión político de alguna senadora y con todo y la salida de buena parte de sus directivos más antiguos (con suicidio en el edificio inteligente debidamente silenciado en los medios, incluido) tiene solucionado el tema de los servicios públicos y es un paradigma de buena empresa que no admite discusión alguna por ningún paisa so pena de excomunión.  El GEA, el otro grupo empresarial más ligado a Corbeta y Mundial y ese otro conglomerado que se llama con desdén “El Hueco” seguirán impulsando algo de investigación, empleo y, tímidamente, algún centro de debate (que en la Medellín goda son más “tertulias” de  ricos que centros de  pensamiento). La cultura vivirá, ojalá no, otro periodo de espaldas al alcalde y la ciudad volverá a mirar con desdén, como no, a las demás de Colombia por tener el “mejor alcalde del país”.  Cada alcalde de Medellín es, sin excepción, exaltado a esa dignidad un poco independientemente de cómo lo haga. Los paisas somos así: vanidosos y dueños de “el primero, el mejor, es más largo…”

Seguiremos con una Medellín mediática, internacional y poco equitativa. No recaerá primera infancia (los alcaldes padres de chicos pequeños nunca la descuidan) pero quizás siga retrocediendo en salud.

En fin, Medellín seguirá con su inercia virtuosa y los ajustes o reorientaciones que le hagan a sus políticas públicas serán muy sutiles y más de contenido noticioso que de fondo.

En Antioquia las cosas sí serán a otro precio.  Llega a la gobernación un hombre y una mezcla de la política, y los negocios, y las finanzas, y las formas, y los fines muy diferentes a los del equipo que sale.

Cuando Fajardo, al llegar a la gobernación, decidió hacer el “libro blanco” que recogiera todas las prácticas poco ortodoxas de la gobernación saliente – entonces – de Luis Alfredo Ramos, quiso hacer un ejercicio de transparencia y quizás educativo para con la ciudadanía al destapar negociados pero logró la enemistad profunda y la animadversión de muchas personas que habían vivido de ese modelo y de otros que sin participar de beneficios non santos tenían en alta consideración a personas y entidades que se vieron puestas en la picota pública por ese ejercicio de “auditoría” que quedó con aroma de revancha.  Hoy vuelve Luis Pérez y con él todos los señalados de manera insistente por el gobernador saliente como los ejemplos vivos de cómo no hacer política.  Habrá, me temo, una política de “tierra arrasada”, volverán aquellas prácticas frente nacionalistas en que el equipo entrante paralizaba de manera inmediata todo aquello que el saliente dejara inconcluso. Proyectos y sedes serán objeto de abandono progresivo para lograr lo que en nuestro argot se conoce como “elefantes blancos” que son una manera de hacer política con las ruinas de edificación a medio hacer.

De las “ferias  de la transparencia” y otros ejercicios de pulcritud y veeduría ciudadana en el manejo del presupuesto público poco volveremos a ver.  Las relaciones de gobernación con municipios volverán a consultar los resultados electorales y las lealtades y alianzas de campaña para priorizar inversiones.

Puede que me equivoque.  En algunas reflexiones he llegado a pensar que Luis Pérez, hombre inteligente sin lugar a dudas, podría tomar la decisión de ser “más papista que el papa” y hacer una gobernación intachable para callarle la boca a tantos que tenemos de él una opinión tan poco favorable como la que fue comidilla en multitud de columnas de opinión, editoriales y artículos nacionales y locales. Lo podría hacer.

No sé si se anime.  No creo.

Alejandro Gómez López

Médico, especialista en auditoría y finanzas. Experto en Sistemas de Seguridad Social.
Docente universitario y consultor.

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