Cálculos del olvido: cuando el presupuesto no favorece a la educación

“¿Estamos dispuestos a luchar por la educación que merecemos como sociedad?”


Imaginemos una escuela sin baños, un profesor con más de 45 estudiantes que no cuentan con una alimentación digna, que imparta todas las materias y que no sea capacitado, además que cuando el clima no sea favorable el aula se inunde. Esto no es ficción. Es la realidad del sistema educativo en Colombia.

Recorriendo los espacios rurales de mi comunidad, he observado aulas improvisadas, pizarras desgastadas y niños que caminan durante horas para cumplir un sueño, estudiar. La educación pública en Colombia no está en crisis; lleva años en cuidados intensivos. Y lo más alarmante es el conformismo de muchos ante este panorama, en especial, los políticos cuando están en sus campañas, que hablan de la educación como una base para el futuro. No obstante, si se piensa eso ¿Por qué se continúan presentando panoramas como los anteriormente descritos?

Si analizamos con detalle el devenir histórico de la educación en nuestro país, la pregunta revela múltiples factores. La inversión en educación ha sido por muchas décadas inferior a lo recomendado por organismos internacionales. Aunque se han propuesto reformas para aumentar las transferencias territoriales del 24% al 39.5% de los ingresos corrientes de la nación para 2039, aún estamos lejos de alcanzar esto, es decir que, reformulando metafóricamente lo dicho por el columnista Juan Esteban Lewin en el diario El País (2024) en la asignatura de “cálculos presupuestarios”, Colombia reprueba.

Es por esto que, para salir de la crisis propongo las siguientes lecciones:

Lección 1: Financiar con justicia. Es imperativo aumentar progresivamente el presupuesto que se destina a la educación pública y reformar el Sistema General de Participaciones para garantizar recursos suficientes y equitativos en todos los niveles educativos.

Lección 2: Enseñar con equidad. Fortalecer la formación docente inicial y continua, con énfasis en la innovación pedagógica, inclusión y uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Lección 3: Fomentar la escucha activa. Incluir a estudiantes, padres y docentes en los consejos escolares de política pública, así como mejorar los sistemas de veeduría ciudadana, promoviendo una educación más democrática y transparente.

Lección 4: Gestionar con honestidad. Combatir la corrupción educativa con sistemas de rendición de cuentas y sanciones claras para asegurar que los recursos lleguen a donde más se necesitan.

Lección 5: Bienestar docente. Se continúa insistiendo en la importancia por mejorar las condiciones laborales de los docentes. Los salarios justos son un insumo clave para impulsar la calidad del aprendizaje.

Lección 6:  Ejecutar idóneamente El Plan Nacional de Infraestructura Escolar. No podemos seguir perpetuando el mal estado de las escuelas y las brechas geográficas entre lo rural y lo urbano.

¡El recreo se acabó!

No hay excusas. Colombia ya repitió demasiadas veces el año. Es hora de pasar de curso. La educación debe dejar de ser vista como un gasto y pasar a ser tratada como una inversión prioritaria para el futuro del país. Abordar la crisis educativa en Colombia no es tarea de un solo actor ni se resuelve de un día para otro. Requiere voluntad política, inversión sostenida, diálogo social y una visión de país centrada en la educación como motor del desarrollo.

La pregunta clave no es solo qué se debe hacer, sino también quiénes lo hacen ¿Estamos dispuestos a luchar por la educación que merecemos como sociedad?

Juan Carlos López Flórez

Licenciado en Filosofía, historiador y docente. Escribo para invitar a la reflexión, inspirado en la historia y la literatura, impulsando el cambio educativo que necesitamos.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.