Breviario del caos

Este ese breviario del caos que llevaban los apóstatas de la matanza; su sabiduría maldita, el origen  de sus carnicerías, de sus guerras santas; eran estas las palabras del profeta en la escenas macabras donde la naturaleza humana se desnuda impúdica.

Decía Primo Levi que la naturaleza humana jamás había descendido hasta los límites de Auschwitz. El hombre fue obligado a salir de los confines de su propia naturaleza en una regresión monstruosa a un estado primario, animal. El mundo inmerso en su propia infamia.

Estados Unidos y los campos de concentración para los ciudadanos de las naciones enemigas (en su mayoría japoneses); en China los japoneses montaron zonas de concentración para los militares vencidos (en su mayoría americanos ), e incluso en suelo chino, con los ciudadanos de estas zonas, campos de experimentación biológica.

Tal parece que la segunda guerra fue una ventana inmensa a nuestra propia monstruosidad, a esa bestia pletórica de sangre, a las profundidades más aberrantes. Vimos a la bestia bípeda aplastar la cabeza de sus congéneres, a las naciones civilizadas aplaudir la carnicería, a la inteligencia ponerse al servicio de la muerte.

Se supone que el fantasma totalitario fue derrotado por las aspiraciones de libertad y dignidad humana que imponían los aliados; la consolidación de las supuestas democracias liberales nos acercaría a la panacea de la hermandad y la justicia, o quizás solo dejaría a los empresarios negociar sin las molestias del mundo totalitario.

Los empresarios fueron quienes más se enriquecieron con el negocio de la guerra, inclusive los del lado totalitario. ¿Por qué entones no hacer negocios con ellos también?

Los mismos mega empresarios que favorecieron el crecimiento del proyecto totalitario, que habían derrumbado con júbilo al mundo de la lógica y la moralidad occidental, pasaron a formar las entrañas del nuevo mundo. Establecieron partidos políticos y leyes; subvencionaron grandes grupos se presión en las nuevas estructuras políticas; armaron guerrillas y desestabilizaron regímenes.

La sociedad unidimensional de Marcuse es aquella dónde virtualmente todos son libres, pero la ejecución de esa libertad está vedada por mecanismos tecnológicos, culturales y políticos que coaccionan al hombre.

Mantienen su carne y mente funcional a la sociedad única, la del mercado, la de la explotación privada de la fuerza de producción individual, de nuestro tiempo vital.

Solo tenemos tiempo para pensar en sobrevivir, como en los campos de concentración, y cuando el hombre ha sido arrastrado a estos límites, como en Treblinka, es capaz de todo, de comer sus deyecciones, de asesinar al hijo en el vientre, de quemar aldeas.

La manipulación y dominio de la sociedad única es tan potente que hace al hombre cree estar postergando la existencia de la especie con su sacrificio individual, cuando lo único que hace es acelerar el proceso de destrucción de su entorno y como tal, de su propia especie.

Estamos trabajando constantemente para la muerte, dando nuestras mejores horas y lo mejor de nuestra inteligencia a la muerte. Hay poco espacio para el disfrute y la elación; para el placer y la magia. Todos los dominios de la existencia humana han sido conquistados por la muerte.

Como diría Caraco, cualquier contribución a este proyecto es una ignominia. Solo debe desaparecer este ensordecedor palimpsesto de crueldad y putrefacción. Aunque este breviario del caos perdure por siempre.


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Vicente Rojas Lizcano

En mis inquietudes esta la búsqueda de una forma autentica y novedosa de retratar las problemáticas sociales (conflictos armados, emergencias ambientales, actualidad política, la cultura). Ello me ha llevado a incursionar en la novela de ideas, el cuento, y demás formas narrativas como herramienta de teorización sobre la política y la sociedad.

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