“» Acepta el hecho irrevocable de que tu vida depende de tu mente. Admite que la totalidad de tu lucha, de tus dudas, de tus engaños y de tus evasiones, fue una desesperada búsqueda por escapar de la responsabilidad de una consciencia volitiva –un ansia de conocimiento automático, de acción instintiva, de certeza intuitiva– y que, mientras lo llamabas aspirar al estado de un ángel, lo que de hecho estabas buscando era el estado de un animal. Acepta, como tu ideal moral, la tarea de convertirte en hombre.”
– Ayn Rand | Discurso de John Galt (La rebelión de Atlas).
Una lectura que ilumina la realidad nacional
Recientemente, durante la lectura de La rebelión de Atlas de Ayn Rand, se me hizo inevitable pensar en Bolivia. Me imaginé sus calles bulliciosas, sus mercados benévolos, y a esos miles de ciudadanos que intentan con ahínco levantar la realidad cada vez más dura. La novela utiliza la figura de Atlas, el titán que sostiene el cielo en la mitología griega, como metáfora de los individuos productivos que mantienen en pie la productividad y el bienestar común. La historia plantea qué sucede cuando esos “atlantes” se cansan de cargar con el peso de una sociedad que los oprime. ¿No es esto lo que está sucediendo ahora en Bolivia?
Un contexto económico en declive
Bolivia, en este momento, atraviesa un crítico trance que se presenta como una combinación de una pronunciada crisis económica, tensiones políticas y un descontento social creciente. La inflación interanual alcanzó, para comienzos de mayo de 2025, un 18,4%, el nivel más alto de este indicador desde 1980; las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que podría superar el 15% en el año, mientras que el crecimiento económico sigue comportándose de una manera muy plana, cerca del 1,1%.
La inflación ha golpeado, y de qué forma, el bolsillo de los bolivianos, con aumentos en alimentos básicos, sin ir más lejos el aumento del costo del arroz, la carne de res y los huevos. A ese panorama hay que agregar la escasez de divisas y combustibles, lo que acarrea desabastecimiento y protestas en algunas regiones que constatan el análisis sobre el modelo económico estatal en crisis.
Los verdaderos sostenedores del país
Aun así, en el seno de estas cifras y de estas pugnas y luchas, es el ciudadano de a pie quien, con su esfuerzo y su ingenio, sigue empujando nuestra economía. Son la gran mayoría de los pequeños y medianos (pymes) empresarios, de los productores del campo, de los comerciantes y de los trabajadores, quienes –a pesar de ello– intentan seguir haciendo funcionar sus respectivos negocios y contribuir a la construcción del desarrollo de nuestro país. Aunque, deben enfrentar un entorno hostil lleno de regulaciones severas, de controles discrecionales, de un modelo de economía nacional que, por lo general, no siempre está orientado a potenciar los esfuerzos de la iniciativa privada.
Una crisis política que agrava la economía
En ese escenario, además, Bolivia debe lidiar con tensiones políticas profundas. Los enfrentamientos mortales en torno a la posible candidatura de Evo Morales han agravado la crisis social, así como también política, creando un clima de incertidumbre y confrontación (tal como lo señala The Guardian), aumentando la necesidad de una reflexión a nivel nacional.
El paralelismo con la novela de Rand
Para poner más en claro el panorama, es útil hacer un paralelismo con La rebelión de Atlas, novela de Ayn Rand, la cual, se ha convertido para los defensores de la libertad individual y el liberalismo económico en un símbolo.
La rebelión de Atlas (Atlas: el titán que sostiene el orbe) hace alusión a los individuos productivos de la sociedad: empresarios, innovadores y trabajadores que, trabajando arduamente, conservan de pie la economía y el bien de la ciudadanía. La interrogante que debemos plantearnos en la narración es la siguiente: ¿Qué sucede cuando esos “atlantes” comienzan a fatigarse empujados por el peso de una sociedad que les oprime con un inmenso inventario de regulaciones, corrupción y controles arbitrarios?
Una advertencia sobre la coerción económica
La novela de Rand parece advertir que si el comercio se cimenta sobre la coerción y no sobre el consentimiento; si el soborno y la influencia sustituyen al trabajo honesto (mientras el trabajo honesto se convierte en un impedimento); la sociedad, a la que no le quedaría más remedio que caer en la práctica de ese mismo comercio –agujero negro en el que se perdería–, debería tener por seguro que los sometidos a la coerción son las víctimas proclives a la decadencia.
Una defensa de la libertad individual
En simultaneo, La rebelión de Atlas no es solo un ensayo que indaga en la naturaleza del capitalismo, sino una defensa vehemente de la libertad individual, la razón y el derecho a la propiedad privada como bases morales para el progreso (un progreso que la polarización política y la lucha por el poder en Bolivia parecen olvidar, reduciendo todo a un enfrentamiento que solamente agudiza, todavía más, la crisis social y económica).
Rand, en la demoledora invocación que encarna a través del Discurso de John Galt en su novela proclamó: “No hay mayor defecto que aceptar simplemente lo obvio, sin cuestionarlo”. Y esa reflexión resuena en los pasillos de la política boliviana cuando cuestionar las políticas públicas y exigir reformas puede convertirse en el primer paso para trazar una senda hacia la transformación. Cuestionar el intervencionismo excesivo, la corrupción y el desprecio por la iniciativa privada resulta fundamental, y debe realizarse si se quiere abrir camino a un futuro diferente.
Una encrucijada definitiva
El Discurso de John Galt es un clamor a la desobediencia de la mediocridad y del colectivismo, porque invita a asumir la responsabilidad de la propia vida y del trabajo propio. BOLIVIA SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA: continuar el camino del intervencionismo y el enfrentamiento, o seguir por aquel que permite respetar la libertad, la sana competencia y la iniciativa individual.
Una decisión que define el futuro
Finalmente, nos atañe una pregunta… Qué camino escogerá Bolivia: ¿el de la confrontación y el control estatal sobre la libertad?, ¿o aceptar el desafío de dirigirse hacia una nueva historia que ha de esclarecer? La rebelión de Atlas podría ser una lección para asumir un análisis que nos lleve a transitar por otra senda: una que apueste por la libertad, la responsabilidad individual y la mejora continua. Y esta elección no solo determinará nuestro poder económico, sino quiénes somos como sociedad, además de nuestra capacidad de construir un país justo y próspero para todos.
La versión original de esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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