Don Rafael Arango Villegas alrededor del medio siglo pasado tuvo un programa en Radio Manizales así denominado “Bobadas mías” de amplia audiencia. Gran escritor dejó otra obra costumbrista titulada “Asistencia y camas”, cuya lectura recomiendo de conseguirse.
Hoy les traigo mi propia bobada, que parecerá una idiotez, pero es mi hipótesis para sumar a las muchas que hay. Es probable que la propagación del nuevo Coronavirus tenga su origen en un acto de venganza del gobierno Chino contra el de los Estados Unidos de Norteamérica y sus áreas de influencia.
Trump, en su inconmensurable prepotencia, decidió humillar a los Chinos con la renegociación de los acuerdos de comercio a extremos insoportables para ellos, más todo lo que vino alrededor: aranceles, red 5G, Hawei, etc..
Toda acción trae su reacción y el honor de las naciones es cosa de no herir, de no sojuzgar porque comporta peligros. Lo fue el Tratado de Versalles que redujo en condiciones ignominiosas a Alemania a raíz de la Primera Guerra Mundial. Se ha dicho, y nadie atina a desmentirlo, que la Segunda Guerra Mundial tuvo como causa eficiente remota los términos de Versalles, a la larga inaceptables para el alma colectiva alemana.
Así ahora la diseminación del virus podría ser una respuesta a la mala acitud del presidente norteamericano. Y no voy a posar aquí de malqueriente de los Estados Unidos, porque no lo soy. Todo lo contrario. Aquello se lo dejo a los mamertos.
El COVID19 llegó a América entera haciendo escala en Europa, siendo el pueblo norteaméricano el mayor damnificado hasta hoy y por ahí derecho dando coletazos a diestra y siniestra en los cinco continentes, unos más afectados que otros. Sí China tenía previsto promover un nuevo orden mundial, la pandemia le ha ahorrado el uso de armas convencionales y donativos para intentar avanzar sobre el orbe. Cabe esperar que el electorado del país del norte del río Bravo, elija en noviembre un presidente orientado a reflotar las desoladas economías occidentales, que ya arrasan con el bienestar de los pueblos y a llegar a justos entendimientos con todas las naciones de la tierra.
A ese efecto podría prestar efectivo concurso el gran internacionalista embajador de Colombia en Chile, monstruo de la diplomacia como Winston Churchill (1874-1965), Averell Harriman (1891-1986), Henry Kissinger (1923-) o Madeleine Albright (1937-). Por qué lo dicho atrás y cito a estos, porque fui profesor de Derecho Internacional Público.
Tiro al aire: En el endemoniado juego de la geopolítica nadie se queda con nada y en cualquier momento puede saltar la liebre, entendido?
Comentar