“Si hay necesidades proscritas a las bibliotecas, son las del espíritu. PORQUE NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE”
En un país como Colombia, donde irradiamos felicidad, aunque en realidad andemos agonizando por el mundo y bajo la sospecha de vivir en un lugar sin sentido, arribar a una biblioteca donde hay espacio para hacer de la palabra una tecnología de liberación, no es un asunto minúsculo.
Hoy día, las ciudades carecen de lugares dignos para el encuentro con el otro, de espacios que permitan recordarnos la humanidad que nos constituye como hombres y mujeres, tal como lo dice el Colectivo Bibliotecas a la Calle en su Manifiesto” A diario perdemos los parques cerramos librerías, perdemos la calma y la tranquilidad; perdemos los ríos, la montaña. Nos perdemos a nosotros mismos y al otro, entre el tráfico, la juerga, los centros comerciales, la vida se va entre pantallas”.
Y es por ello que no se deben escatimar esfuerzos para que las bibliotecas sigan posicionándose como actores sociales y culturales donde se posibilite no solo la lectura sino el diálogo, la palabra hablada, el debate, la confusión, el desarrollo de la conciencia, el encuentro con el otro y con uno mismo. Las bibliotecas son lugares de esperanza.
Y eso fue lo que pasó la noche del 18 de octubre en Medellín, la esperanza se avivó, cuando uno de los premios a estudiantes de Pregrado otorgado por la Agencia de Educación Superior –Sapiencia de la Alcaldía de Medellín destacó a Viviana Mazón Zuleta, estudiante de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, por su participación en una investigación que se pregunta acerca del lugar de la biblioteca como dispositivo cultural fundamental para pensar en cómo reducir las desigualdades sociales, esas que aún nos hacen mella como continente.
Esta investigación, realizada en la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, corresponde a una tesis del Doctorado de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, de la cual Viviana participó como auxiliar de investigación; es una excusa, un pretexto para que estudiantes universitarios, bibliotecarios, bibliotecólogos y la ciudadanía recuerden que en una de las instituciones que pueden aportar a transitar al momento histórico que vive el país son las bibliotecas, sin importar su tipología.
Pues más que más que una necesidad, la biblioteca es una oportunidad, una posibilidad de no ser simples androides. Pues como lo propone Bibliotecas a la calle “en tanto, la biblioteca es un territorio fértil para que el aprendizaje no se quede subordinado a una escuela; PARA QUE LA VIDA SE COMPLEJICE y trascienda el decadente y pesaroso círculo de nacer, reproducirse y morir (pues lastimosamente ya ni crecemos). Así, creemos que, si hay necesidades proscritas a las bibliotecas, son las del espíritu. PORQUE NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE”, pues somos seres hechos de lenguaje, de palabras, esas que hacen que las bibliotecas sean lugares de esperanza, como por ejemplo lo son ahora las bibliotecas móviles para la paz del Ministerio de Cultura que transitan en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación.
Así, no nos queda la menor duda de que ese lugar de esperanza hoy está más vivo que siempre, y que la educación superior y sus acciones de investigación tienen el reto histórico de vincularse con la realidad social y dar respuesta a los desafíos que hoy tenemos como país, poniendo la investigación en Ciencias Humanas y Sociales al servicio de las comunidades y dejando de lado un círculo restringido de especialistas, para que la ciencia tenga verdaderamente el sentido social que hemos reclamado por décadas.