Celebro con entusiasmo porque poco a poco estas casas, calles y esquinas aparecen con más frecuencia en el imaginario de sus habitantes; siento la poesía que recorre y mira su entorno, dejando testimonio. Escucho los recuerdos que se configuran en páginas de historia o ficción, por parte de quienes viven y aman la particularidad de este territorio ubicado al suroccidente de la ciudad y poblado por unas doscientas mil personas.
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Un concurso literario desde y para la comunidad.
Y para muestra un botón, acaba de darse inicio al concurso de crónica y ensayo Belén si tiene quien le escriba, gracias a este tipo de iniciativas, auspiciadas por el Sistema de Bibliotecas de Medellín, la comunidad toma protagonismo y se niega a permanecer en el anonimato e impersonalidad que borra el sentido de pertenencia y la razón de ser.
Alba Dolly Mazo, gestora de información del Parque Biblioteca Belén y encargada de la Sala mi barrio explica que “este concurso es una búsqueda por fomentar la memoria, la identidad y la apropiación del territorio en los habitantes, a través de la escritura, permitiendo el encuentro ciudadano, a partir de experiencias particulares se generan experiencias colectivas”.
Los interesados pueden encontrar las bases del concurso aquí.
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Dos autores y sus esfuerzos por difundir la literatura y el barrio.
Otra labor importante, es la que realiza Emilio Alberto Restrepo, un fecundo escritor nacido y criado en el territorio, quien lleva más de 17 años recopilando las historias y crónicas de Belén en su blog Crónicas de Belén. En el sitio se trata de recoger todos los pormenores de nuestro querido barrio, en lo literario, lo anecdótico, lo histórico, lo humorístico, en fin, en todos los aspectos dignos de ser contados o publicados. Dice Emilio Restrepo, quien además asegura que está dispuesto a recibir todo tipo de material digital de las personas que deseen compartirlo, previa revisión y evaluación de su calidad y pertinencia; “todos los aportes para publicar, serán bienvenidos”.
No puedo pasar por alto el blog de Orlando Ramírez Casas: Postigo de Orcasas; del cual presento el siguiente párrafo:
“Bueno, no diría que hubiéramos conducido carro de caballos ni que lo hubiéramos llevado de la rienda, eso no, para qué presumir de lo que no tenemos ni hemos tenido; pero en los recorridos por la carrera 76 de Belén tal cual tangueada nos pegamos en otros tiempos sentados en la primera mesa del café, con los ojos convertidos en atarrayas, para ver pasar las chicas por la acera; y de andar por la carrera podemos decir que “también carrero fui, y a mucha honra señores”. (Belén entre bares y cantinas).
De Orlando Ramírez destaco la búsqueda de aquellos estancos llenos de recuerdos e historias de bohemia, al compás de tangos y de amores ambientados con serenatas.
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Un escritor consolidado.
Pero la memoria de Belén, desde el aporte que le hace la literatura, va mucho más allá de lo idílico y lo nostálgico; sus calles han sido vividas y narradas por la pluma de alto vuelo de José Libardo Porras (1959), quien es sin lugar a dudas el escritor más reconocido que haya vivido en el barrio.
“San Bernardo parecía la tarea de dibujo de un escolar desprovisto de dotes artísticas: un sol semejante a una naranja, erizado de lanzas de oro y de fuego, sonreía sobre los techos y las terrazas; una escuela reventaba de niños con cuadernos y lápices de cortesía; los señores, con estatura de árbol, departían en las esquinas; una madre del tamaño de su casa arrullaba a su hijo en una mecedora al borde del andén; un perro autografiaba las paredes desconchadas y enmohecidas y ladraba a las nubes grises del cielo azul; al fondo, a la redonda, sobresalían las montañas en tonos de verde inusitados”.
Con su obra, Es atardecer en San Bernardo (1984), Belén y su literatura comparten el sitial de aportes tan vigentes y significativos para la ciudad como lo son: Historias del Barrio Prado (crónicas), obra plasmada con ese estilo intimista tan propio de Memo Ángel; la poesía lucida y contrastante de Helí Ramírez, con sus poemarios: La ausencia del descanso (1973) y, En la Parte Alta Abajo (1979); allí aparece el barrio Castilla lleno de necesidades y dolor, pero a su vez, fundado por gente fuerte y luchadora, deseosa de superación.
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Es todo un reto pasar la antorcha.
Poco a poco y de manera natural, pequeñas y grandes voces literarias se han sumado para que la memoria del territorio sea la protagonista de una historia a la que aún le quedan las mejores páginas por escribir.
Queda la tarea de llegar a los jóvenes y motivarlos. Que haya más eventos de literatura y ciudad en la comuna 16; pensados para captar su atención cada vez más esquiva. Que los gestores culturales, los escritores y todo tipo de artistas lleguen más a menudo a las instituciones educativas, no importando la complejidad del territorio, es en las zonas de conflicto donde se hace más prioritario el acercamiento con los jóvenes. Hay que inquietarlos para que salgan de las esquinas, que lleguen a las bibliotecas y demás espacios culturales; que intercambien experiencias y aprendan a construir, a pulso, un mundo donde quepan las oportunidades.