Desde hace algunos meses he venido planteando en diferentes columnas de opinión que la carrera por la Gobernación de Antioquia se definirá a través de un juego de alianzas. Y el principal eje articulador de las eventuales alianzas ha sido la posición en torno al Gobierno Nacional; por un lado, se encuentra un bloque de centro-derecha que reúne a los principales voceros regionales del antipetrismo; y por el otro, un bloque de centro-izquierda con dirigentes mucho más pragmáticos y tradicionalmente gobiernistas.
Ahora bien, a excepción de la imperceptible alianza programática entre Eugenio Prieto y el uribista Andrés Julián Rendón, las alianzas no caracterizaron el arranque de la carrera por la Gobernación y muchas se quedaron en el amague o la mera fotografía para el recuerdo; sin embargo, la reciente adhesión del exsenador Julián Bedoya al exgobernador Luis Pérez supuso el mayor terremoto en el tablero electoral con réplicas que se hicieron sentir con fuerza entre los llaneros solitarios de la centro-derecha.
Porque la llave Bedoya-Pérez generó lo impensado: que Luis Fernando Suárez -el candidato del gobernador Aníbal Gaviria- y Andrés Julián Rendón se tomaran un postergado “café”; que Mauricio Tobón depusiera su retórica antigavirista a favor de “lo mejor para el departamento”; que Juan Diego Gómez propusiera la posibilidad de hilvanar en los cimentos del fallido pacto de Indiana. Se movió el tablero y las alianzas de última hora -con un tarjetón ya impreso- se pusieron a la orden del día.
Y mientras los candidatos de centro-derecha encuentran una fórmula que los acerque a una propuesta de unidad a pocos días de abrirse las urnas, la alianza Bedoya-Pérez se sella con una meta bastante ambiciosa: alcanzar un millón de votos.
Ya Luis Pérez se había trazado la misma meta en las elecciones del 2015, cuando con una campaña suprapartidista y con el respaldo de prácticamente toda la clase política tradicional, se propuso como meta personal lograr la mayor votación en la historia del departamento -un récord que sigue ostentando Sergio Fajardo, con 925.956 votos en 2011-; sin embargo, la meta le fue esquiva porque al cierre de una jornada sin mayores contratiempos solo alcanzó 819.389 votos.
Ahora, el exgobernador vuelve a poner la meta sobre el tablero; para ello, se busca apalancar en la alianza con el exsenador Julián Bedoya, un político de origen y trayectoria liberal que en pocos meses desplegó una impresionante campaña publicitaria a lo largo y ancho del departamento, con decenas de vallas y miles de pasacalles -una inversión que ya no será recuperada con la reposición de votos-, un contraste con la campaña más modesta y de opinión que venía planteando Pérez.
De esta forma, el exgobernador fortalece su capital de opinión con un matrimonio político muy cercano a los intereses de la Casa de Nariño y que reúne a las estructuras articuladas a Renovación Liberal -el grupo disidente a la jefatura de César Gaviria orientado por Bedoya- y al Equipo de Antioquia -el grupo conservador orientado por el senador Carlos Andrés Trujillo-.
Sin duda, es una alianza que afianza la candidatura de Pérez, pero, dada la dispersión de la centro-derecha entre candidaturas escalonadamente fuertes, no queda del todo claro si tendrá la tracción suficiente para alcanzar el millón de votos.
Por el momento, es un contrapeso muy sólido a una centro-derecha que en las últimas de cambio no vio más alternativa que buscar una fórmula de unidad. ¿Acaso, lo logrará antes de que se abran las urnas el próximo 29 de octubre?
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