El tango es uno de los géneros musicales considerados híbridos por su influencia cultural y la suma estética de su práctica en la cotidianidad social, además de su complejidad subjetiva frente a la belleza con que la letra, la música, el tono y el baile hacen parte de su estructura. Precisamente bailar tango es para conocedores, aquellos que lo convierten en arte y le dan forma; es al tango, como el catador al vino.
La economía nacional, como señora bonita que gusta a todos y que además es frágil y volátil, baila un mal tango en este momento, quien dirige sus pasos no conoció del arte del baile y está forzando la cadencia, al tiempo que desconoce el ritmo y golpea constantemente las mesas alrededor de la pista. Quizás ese tango se está bailando como una champeta.
Los espectadores vemos con asombro como el ritmo y la finura de los pasos se golpean entre sí y hacen un estruendoso ruido que ha permitido que el recaudo de los ingresos corrientes caiga en un estrepitoso -10,3% con un acumulado anual del -40% en 2024, parece que los callos de la industria hicieron caer el crecimiento por una mala concatenación de iniciativas para impulsar la inversión, el juanete de la deuda se hinchó al pasar de un déficit fiscal de $13,8 billones a $20,8 billones en el primer trimestre, junto con un posible enredo con la falda de la regla fiscal.
Las medias ya se rompieron con la bajada de la inversión y la estrepitosa confianza con la cual tal vez ya algunos espectadores importantes han dicho aumentaría la prima de riesgo, mientras que las mesas se quedan vacías por el desempleo, algunos invitados no han querido dar la cifra de pobreza monetaria del 2023, mientras que el costo fiscal de la reforma pensional, salud y laboral no ha sonado en la pista de baile.
Al tanto, parece que los encargados de la protección de la bailarina no han ejecutado buenas decisiones en materia legislativa, con lo cual la economía parece tener ruido político, pero no escucha cadencia técnica, al populacho bacho lo ven rondando mientras que los maestros de la noche no han llegado.
Apurado fue invitar a la economía a bailar, creyendo conocer su magistral atuendo, sin embargo, sus pasos no fueron seguidos y el ritmo se perdió, mientras los avisos de corrección retumban desde las paredes, a la pista no ha llegado la solución. Que mal tango, porque la fiesta se volvió ruidosa, la pista se empantanó y los encargados parecen discutir todo menos aquello, que devuelva la finura a la propuesta con que se invitó a la economía a bailar el tango.
Poco a poco los invitados se retiran, la mesa se vacía y escándalos retumban a las afueras, lo cierto es, que no ha terminado el baile y hay algo de tiempo para
corregirlo, puede todavía recuperarse el cariño de aquella dama que, al empleo, los salarios y el producto tranquiliza mientras la gente procura trabajar con confianza para reactivar su consumo.
Al fin se disculpa uno de los asistentes con el gordo interés, pues al final no fue su tasa la culpable del empantanado piso de baile…
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