La compañía pionera del servicio de aviación comercial en Colombia hace rato se olvidó de competir; sin embargo, hace pocos días irrumpieron toda la prensa nacional con su nueva y agresiva campaña de venta (fuente AQUÍ):
“La aerolínea colombiana Avianca lanzó (…) la estrategia ‘A precio de low cost’ con la cual ofrece, de forma temporal, tiquetes por COP$ 29.900 a 38 destinos nacionales para la temporada entre febrero y marzo.”
En relación a la estrategia, algunas voces reportaron caídas de la página web, otras imposibilidad de reservar y otras la política de equipaje que se adquiría con el pasaje; no obstante, mi intención no es generar una campaña negra contra la compañía, dado que durante más de una década se la ha hecho sola, pero si quiero plantear un debate sobre la política de cielos cerrados en Colombia desde la superficialidad de menos de 1.000 palabras.
Pero, ¿qué es una política de cielos abiertos?, se refiere a la liberalización del mercado aeronáutico en Colombia con el propósito de permitir el ingreso de vuelos internacionales con países que se entablen convenios, a fines de evitar regulaciones y aumento de costos operativos; una política que alrededor del año 2019 fue propuesta por diferentes sectores con el motivo de aprovechar el potencial turístico del país y la disminución de costes de transporte de carga para sectores como mensajería. Se debe tener en cuenta que, esta modalidad indica que las aerolíneas puedan operar en el país bajo modalidad offshore, lo que significa sin tener operación fija, sin pernoctar los aviones en hangares nacionales ni contratar el personal en el país, lo que llevó a diversos sectores a generar un debate a la inversa al criterio de este servidor, pensar en pilotos y tripulación extranjera operando en el país y no pilotos y tripulación local operando en el extranjero.
La soviética política de cielos cerrados
Y sí, la aeronáutica comercial en el país es una muestra más de nuestro proteccionismo, uno que nadie sabe a quién protege, donde el claro protagonista es Avianca –quien curiosamente cuenta con capital netamente extranjero– con una posición dominante que poco a poco ha ido perdiendo gracias a la poca competencia a la cual está expuesta con LATAM Airlines, Viva Air, Wingo, Copa Airlines, entre otros. La tradicional aerolínea tiene el goodwill de ser pionera en su segmento de mercado, por ello, se hizo con ventajas burocráticas para la asignación de rutas aéreas por parte de la entidad gubernamental Aerocivil; al respecto, el diario La República en una columna de opinión (fuente AQUÍ), describe el panorama de la crisis que atraviesa la compañía cuando fue sometida a una mínima porción de competencia en el mercado colombiano:
“Avianca gozaba de una cómoda posición en la oferta aeronáutica nacional. No tenía competidores de peso, razón por la que ejercía un evidente dominio del mercado. Cuando se menciona la posibilidad de abrir los cielos nacionales, para estimular el ingreso de nuevas aerolíneas que compitan en tarifas, frecuencias y horarios, Avianca “mueve sus hilos” para impedir que eso suceda. Los monopolios son dañinos: deterioran al oferente –que se relaja y detiene su proceso innovador– y perjudican a los consumidores que se convierten en prisioneros de tarifas exorbitantes.”
En un artículo publicado en la página web de BluRadio (fuente AQUÍ), Germán Efromovich, accionista y exgerente de Avianca, expuso su negativa a una política de cielos abiertos en el país:
“Eso ya ocurre. Cualquier línea que quiera iniciar un vuelo a Colombia lo puede hacer (…) Todo el mundo que quiere volar puede venir, no hay ninguna restricción. Restricción cero. ¿Qué es lo que la gente pide y confunde con cielos abiertos? El tipo que viene con un avión y quiere tomar pasajeros aquí y en vez de volver para donde vino, quiere seguir de aquí a otro país. ¿Qué es lo que hace con eso? Sin invertir un peso, sin generar empleo, saca la demanda de quien invirtió aquí.”
Esa política de cielos cerrados fue una piedra en el zapato para truncar el despido masivo de pilotos adscritos al nefasto sindicato de Avianca, los cuales protagonizaron el escandaloso paro de 2017, paro que contó con un absurdo pliego de peticiones y que terminaron con la decisión de un Tribunal de Arbitramento de la ilegalidad de la huelga por ser considerado el transporte aéreo como un servicio público esencial. En esa ocasión, el obtuso sistema laboral y la política de cielos cerrados evitaron que Germán Efromovich contratara pilotos extranjeros para subsanar la escasez de esa mano de obra en el mercado nacional y corresponder con la demanda nacional en los 51 días de huelga que duró.
Es menester destacar que la familia Santo-Domingo, en cabeza de su patriarca Julio Mario (Q.E.P.D.), durante mucho tiempo lidió con los problemas de una empresa que no era del todo rentable y que pudo subsidiar en sus momentos difíciles gracias a la “gallina de los huevos de oro”: Bavaria; sin embargo, luego de la muerte del magnate y fundador de Avianca, sus hijos decidieron deshacerse de una compañía que no era ni es rentable y que se evidencia en el pésimo servicio que brinda día a día con aval del gobierno nacional.
¿A quién beneficia los cielos cerrados?
Este artículo apareció por primera vez en nuestro portal aliado El Bastión.
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