La discusión sobre el consumo de sustancias psicoactivas en espacios públicos y privados ha adquirido relevancia desde el 2016 con la promulgación de la Ley 1801 -Código Nacional de Seguridad y Convivencia-, pero en el 2018, con la expedición del Decreto Presidencial 1844, el tema se posicionó en la agenda pública al prohibir el consumo, incluso de licor, en espacios públicos, so pena de recibir un castigo de tipo administrativo (un comparendo como los de tránsito) por dicha contravención.
La Corte Constitucional se pronunció en el 2019 con la Sentencia C-253 para decir que las prohibiciones absolutas del consumo de licor y otras sustancias psicoactivas son desmedidas e innecesarias, ya que hay otras formas de salvaguardar los bienes que intentan proteger: el “cuidado e integridad del espacio público”. Cinco meses después, el Congreso promulgó la Ley 2000 del 2019 para modificar el «Código Nacional de Policía y Convivencia y el Código de la Infancia y la Adolescencia en materia de consumo, porte y distribución de sustancias psicoactivas en lugares con presencia de menores de edad», la cual revivió normativamente la restricción absoluta del consumo y el porte, esta vez argumentando la protección de los niños, niñas y adolescentes -NNA-, aunque sin acoger el licor.
La Corte Constitucional se volvió a pronunciar frente al consumo y porte de sustancias psicoactivas en espacio público por medio de la Sentencia C-127 del 2023, con la cual busca asegurar la efectiva garantía de los derechos en tensión: el libre desarrollo de la personalidad, la dignidad humana y el derecho a la salud de los consumidores, así como los derechos de los niños y su protección ante el porte y el consumo de sustancias psicoactivas en parques. De esta manera, la Corte declaró que la conducta de portar y consumir en espacio público es diferente y su expresión pone un límite entre lo estrictamente íntimo de las personas (portar) y aquello que trasciende a lo público (consumir), indicando que, si bien este último comportamiento tiene la posibilidad de vulnerar los derechos prevalentes de los menores de edad, no lo hace necesariamente, lo que quiere decir que hay situaciones en las que el consumo de sustancias psicoactivas en parques y otras zonas del espacio público no genera riesgos ni afectaciones a los NNA.
Este debate por el consumo de sustancias psicoactivas en espacio público ha generado discusión también sobre el consumo en espacios privados, en instituciones públicas y copropiedades con zonas comunes, ya que, en algunas de ellas, es habitual el consumo de algunas sustancias psicoactivas, por ejemplo, en los campus universitarios. En Medellín, el alcalde Federico Gutiérrez manifestó el 12 de enero del 2024 que «si la gente quiere consumir, que se vaya para la casa»[1] y 5 días después se publicó el Decreto Municipal 044 con el cual se restringe el consumo de sustancias psicoactivas, incluida la dosis personal, al interior de instituciones educativas públicas y privadas, y en un perímetro de 100 mts.; en parques y plazas públicas, centros deportivos y recreativos, y cualquier lugar del espacio público donde se realicen eventos y concurran NNA.
Los campus universitarios son escenarios de alto consumo de cafeína y nicotina, y permanentemente hay llamados y acciones para abordar el consumo de otras sustancias psicoactivas, como el alcohol y la marihuana. La Ley 1335 del 2009 prohibió el consumo de tabaco y sus derivados en espacios cerrados e instituciones educativas de todos los niveles y la Ley 2354 del 2024 modifica la 1335 para incluir, entre otros, el consumo, la venta y la promoción de dispositivos electrónicos. Hace años que el cigarrillo salió del aula de clases, pero en algunas universidades los usuarios persisten en consumir en los corredores, las cafeterías y las zonas comunes techadas. Por otro lado, algunos consumidores de dispositivos electrónicos ‘vapean’ en cada rincón que habitan, pero vale decir que estos dispositivos no generan vapor, sino aerosoles que también generan afectaciones de salud en los usuarios pasivos.
Según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Universitaria (2023) del Observatorio de Drogas del Ministerio de Justicia, el 91.6% de los universitarios encuestados manifestaron haber consumido alguna bebida alcohólica en su vida, el 40,8% lo hicieron por primera vez en el último año y el 23.4% lo hicieron por primera vez en el último mes. Aunque, la encuesta no pregunta si esta iniciación en el consumo se dio dentro del campus universitario, si sabemos por experiencia, que esta nueva etapa de vida (la universidad) viene acompañada de muchas vivencias.
En la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, entre el 2023 y 2024, pude observar los esfuerzos por materializar la política “Campus 100 % libre de humo” con campañas de comunicación, espacios de diálogos abiertos y un fuerte componente securitario, donde se usa el personal de vigilancia para apagar cualquier conato de carburación, pero los dispositivos electrónicos, por su misma naturaleza de generar menos rastro, abundaban por todo el espacio. En la Universidad EAFIT habilitaron zonas para consumo de tabaco y ‘vapeadores’ con distancia suficiente a las aulas de clase, oficinas, cafeterías y demás, reduciendo las afectaciones a la salud y a la convivencia.

En universidades públicas como la Universidad de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid el consumo de cigarrillos (sean de tabaco o cannabis) se realiza de manera mucho más abierta, incluso, al interior de los bloques, generando claras afectaciones en las personas que trabajan, estudian y visitan dichos espacios. Así mismo, hay venta de licor de manera más o menos continua, a pesar de las prohibiciones nacionales, locales y las dispuestas en los reglamentos estudiantiles.
Sin embargo, la venta y consumo de licor no se da exclusivamente en las universidades públicas. Llama la atención el hecho de que algunas universidades privadas tengan sitios formales al interior de los campus con venta y consumo de licor, tal es el caso de EAFIT, que como estrategia de retorno al campus después del confinamiento de la pandemia, abrió al público el café Con.verso, un espacio ubicado a un costado de la biblioteca principal donde se puede comprar y consumir vino -consumo limitado a 2 copas por persona y solo en el establecimiento en los horarios establecidos-. Igualmente, en la Universidad de los Andes, en el Bloque SD donde funciona la Facultad de Administración se encuentra ubicado el restaurante El Pico de las Cabras, el cual cuenta con una variada carta que incluye vinos, cervezas y cócteles.
Esto plantea un nuevo panorama frente a una vieja situación, la cual siempre se ha definido como problemática al interior de las universidades, pero que, gracias a salvedades en los reglamentos estudiantiles[2] y en los modelos de campus, avanza sustentada en la autonomía universitaria y en la regulación del uso de sustancias psicoactivas para adultos, bajo las modalidades que la Corte estableció en la Sentencia C-127 del 2023, referidas al establecimiento de condiciones de tiempo, modo y lugar.
Resulta interesante seguir conversando sobre la autonomía universitaria, la cual está consagrada en el artículo 69 de la Constitución Política de 1991, con el fin de plantear respuestas a situaciones que se consideran problemáticas en las universidades, ya que con la independencia y la libertad que tienen las instituciones de educación superior para gobernarse a sí mismas, tomar decisiones académicas, administrativas y financieras sin la intervención directa del gobierno u otras instituciones externas les permite adaptarse mejor a las necesidades y contextos locales, fomentando el desarrollo de conocimiento y haciendo frente a diferentes fenómenos sociales que inciden en la deserción, los consumos, la estigmatización, entre otros (Sentencia C-337/96). Por tanto, resulta conveniente resolver las dicotomías jurídicas a favor del bienestar y la permanencia de los estudiantes, priorizando los valores misionales de la educación.
[1] “Si la gente quiere consumir, que se vaya para la casa”: alcalde Federico Gutiérrez sobre el consumo de drogas en espacios públicos
[2] Título III Régimen disciplinario. Capítulo 1: Faltas contra el orden institucional. Artículo 114, literal h) Portar, consumir, almacenar o distribuir, dentro de las instalaciones de la Institución, salvo autorización expresa de las directivas de la Institución, bebidas embriagantes. Ver en: Reglamento académico de pregrado
Comentar