A nadie debe sorprenderle la llegada de Piedad Córdoba al mal llamado Pacto Histórico de Gustavo Petro, no solamente por la histórica simpatía del exguerrillero con las FARC, sino porque es evidente que en este punto Petro está desesperado por cosechar todo el apoyo que pueda recibir, venga de donde venga.
Las FARC, es decir, los miembros del Partido Comunes, apoyaron a Petro en la campaña del 2018 y éste los recibió sin pudor ni pena, aún cuando todos sus representantes políticos son responsables declarados de delitos de lesa humanidad, incluídas las más cruentas aberraciones contra mujeres, niños, e incluso, bebés recién nacidos.
Ya existía entonces el antecedente, ¿por qué en esta ocasión habría de ser diferente? Y aunque no son directamente las FARC las que esta vez llegan a la coalición encabezada por Gustavo, aún no por lo menos, me parece que Piedad Córdoba constituye un peligro todavía mayor. Si bien no hay evidencia de que ella participara de ningún crimen violento, es claro que su figura representa el nexo entre la izquierda -legal o guerrillera- colombiana, y el narco-régimen que Nicolás Maduro dirige en Venezuela.
Tanto así que recientemente visitó el vecino país en un acto público del chavismo, mismo en el que insultó al expresidente Uribe y al presidente Duque – esto ya lo ha hecho en varias oportunidades- de maneras propias nada más de analfabetas políticos, pero también con el cinismo de una exsenadora cómplice ideológica y política de las barbaridades cometidas por el terrorismo tanto del ELN como, por supuesto, de las FARC.
Ahora bien, su aterrizaje en el “Pacto Histórico” no implica nada más el espaldarazo de las FARC a Petro, sino que supone una alianza explícita entre este personaje y la dictadura del Régimen venezolano, particularmente desde el tópico ideológico, aunque, conociendo las mañas de ciertos políticos de la izquierda, no extrañarían colaboraciones de tipo logístico y financiero.
Chávez y Maduro llevaron a la ruina una Nación entera; y las FARC por años aterrorizaron millones de personas en todo el territorio nacional; ambos de extrema izquierda son, sin duda, viles en el más literal sentido de la palabra, es por tal razón que cualquier político con el menor sentido de lealtad con el pueblo colombiano y de sentido de pertenencia, rechazaría sin titubeos ni medias tintas cualquier apoyo o indicio de alianza con cualquiera de estos dos personajes, sin embargo, cabe decir, Petro no tiene ni la menor pizca, me atrevo a decir, de respeto por lo que este país representa, incluso ya ha cambiado su discurso, ya no es el mismo discurso del 2018, ahora asegura que “no es de izquierda».
Ciertamente es el futuro de este país lo que se estará definiendo en unos meses en la campaña la presidencia, los colombianos sabemos de qué estamos hechos, qué queremos y definitivamente que es lo mejor para nuestro país.
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