Apreciado presidente Iván Duque usted quizás se acuerda cuando nos conocimos en el aeropuerto de Corozal y amigos comunes nos presentaron. Ahí me expresó su solidaridad relacionada con el crimen de mi hijo. Yo regresaba para Bogotá después de dictar clases en Sincelejo, y usted venía de hacer su presentación en el reality que se organizó para escoger el candidato de su partido a la presidencia.
Después de la primera vuelta nos volvimos a encontrar, y en Barranquilla intervine para darle la bienvenida en nombre de los intérpretes y compositores del folclor vallenato que me habían pedido el favor de representarlos. Ahí me correspondió públicamente con amabilidad y consideraciones.
Lo elegimos presidente con una votación importante, de más de 10 millones de votos, y nos creamos mucha expectativa con su gobierno para liderar el verdadero cambio generacional de la política colombiana, con 42 años era el presidente más joven de Colombia en los últimos 70 años.
A medida que su gobierno avanzó cronológicamente (que no en hechos) he revisado el cumplimiento de sus promesas de campaña, y el compromiso asumido en el acto de posesión, hasta llegar a la recta del último año de gobierno, pero es muy poco lo que se encuentra de sus realizaciones entre lo prometido y lo ejecutado.
Usted no logró ni siquiera mejorar un poco su imagen; al punto de que su mediocre, y en ocasiones nula, comunicación con el país impidió que descifráramos la razón por la que usted no quiso ejercer de presidente estos cuatro años.
Lo que si he observado es la permanente actitud pendenciera de varios de sus desconocidos funcionarios, contradiciendo sus palabras iniciales en el sentido de que “Quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir y nunca destruir”; además de que aseguró que iba a superar las divisiones entre los frentes políticos de izquierda y derecha, así como las diferencias entre sus representantes: “…no más divisiones de izquierda y derecha: somos Colombia. No más falsas divisiones entre neoliberales y socialistas: somos Colombia. No más divisiones entre ismos: somos Colombia…”.
Ya estamos a cuatro meses de terminar su gobierno, y con el sol en la espalda, para reconocer que, a pesar de toda la expectativa, usted me defraudó.
Un gobierno débil en materia de seguridad y orden público ha dado la oportunidad al asesinato de líderes sociales por defender una reserva natural o los derechos humanos, y hasta por oponerse a alguna obra que no hayan concertado; además de los desplazamientos de poblaciones enteras. Le faltaron pantalones para ponerle orden y autoridad a esos temas.
Ese es un lunar de su gobierno y así no era, presidente @ivanduque.
No todo lo lícito es honesto (Non omne quod licet honestum est) como el aplazamiento de la ley de garantías en época electoral y utilizar el proyecto “sacúdete al parque” para promover candidatos al Congreso, son cosas que sólo se le ocurren a un corrupto.
La laxitud ética de algunos nombramientos y postulaciones no le han importado. Cuando se gobierna hay que distinguir entre lo que se puede hacer y lo que se debe hacer con la persona idónea de manera transparente: me refiero a algunos ministros, defensor del pueblo, procuradora, fiscal, corte constitucional, junta directiva del Banco de la República, diplomáticos, y la burocracia inútil promovida en los órganos de control y en las consejerías de su despacho a cambio de gobernabilidad.
A pesar de haber tenido ministro oriundo de La Guajira, la represa del río Ranchería quedó sin terminar y el fracasado proyecto de agua Guajira Azul solo dejó corrupción, nada más.
Pero siendo justo, reconozco que usted no ha tenido la culpa de todo lo malo de este gobierno, y mucha gente lo mira con lástima, porque quizás tuvo buenas intenciones pero poca inteligencia para desarrollarlas, o no fue oportuno por no estar bien acompañado en su equipo de gobierno.
Creo que este no era su tiempo y fue elegido en el peor momento. Le tocaron los paros, la pandemia, la primera línea, las minorías, los indígenas del Cauca, la oposición irracional…
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…
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