Aquello de lo que es necesario hablar

«Toda creación humana que aspire a la eternidad debe adaptarse al ritmo cambiante de los grandes objetos naturales, concordar con el tiempo de los astros». Marguerite Yourcenar

Los últimos hechos ocurridos en la UdeA son en buena medida el reflejo de la crisis del gobierno corporativo en las instituciones de educación superior de nuestro país; crisis que se manifiesta de varias maneras en nuestra institución: en el método de elección de las directivas universitarias, en su  gobernabilidad  y en la situación financiera, entre otras.

Generalmente surgen cuestionamientos sobre el método de designación del rector, pero realmente las falencias se presentan en la designación de varios de los órganos de gobierno universitario. La reelección indefinida de rector y los cortos periodos asignados a éste han originado que las personas a cargo condicionen sus decisiones a viabilizar su reelección, en lugar de pensar en el mediano y largo plazo de la institución; por ello, evitan tomar decisiones poco populares, pero necesarias para garantizar la pertinencia y sostenibilidad de la universidad.

Solo mirar los requisitos exigidos para ser rector deja muchas preguntas sobre los criterios de meritocracia y excelencia que los guían. ¿Por qué no revisar los procedimientos de designación de rector que usan las universidades de mayor calidad en el mundo para pensar qué reformas debería tener este proceso?. Un razonamiento parecido aplica para la conformación de otros órganos de gobierno universitario. El último proceso de designación rectoral dejó de lado el debate sobre las calidades de los candidatos y sus propuestas; primó la polarización política que vive el país y factores ajenos al devenir de la educación y a los retos que se enfrentan.

La pérdida de gobernabilidad es otro factor de la crisis del gobierno corporativo de las IES y se  refleja en las situaciones que a diario se viven en los campus de las principales universidades. En lugar de ser espacios para la convivencia plural y pacífica, el debate académico independiente, el desarrollo del arte y la cultura, el desarrollo pleno de nuestras labores misionales, predominan una serie de fenómenos ajenos a nuestra razón de ser. Los problemas recurrentes de violencia basada en género, las ventas ambulantes indiscriminadas, la venta y el consumo de estupefacientes, las fiestas de fin de semana, el ruido permanente y a alto volúmen en los pasillos; sumado a todo lo anterior, está la intimidación que ejercen algunas expresiones políticas que persisten en sus métodos violentos para llamar la atención. Las mallas que rodean el campus por momentos nos crean la ilusión de que la autonomía universitaria es equivalente a la extraterritorialidad.

Otro síntoma de la falta de gobernabilidad que se vive en las IES, tiene que ver con la dificultad para tomar decisiones que favorezcan a las instituciones como un todo y produzcan los cambios que hoy la sociedad nos reclama. Predomina el inmovilismo, el dejar hacer y el dejar pasar y la incapacidad de transformarnos, pese a los retos que hoy nos plantea el entorno educativo. En otros casos, en las decisiones que se toman, priman los intereses de los grupos de presión al interior de la universidad y la intención de complacerlos por encima del bien común y del interés de la sociedad.

La crisis financiera es un buen ejemplo de la crisis del gobierno corporativo. Si  hace varios años se habla del déficit estructural que viven las universidades, y las causas son bastante conocidas ¿Por qué se mantiene un modelo de crecimiento que hace caso omiso de esta situación? ¿Es viable una estrategia de regionalización soportada en el viaje, semana tras semana, de los profesores de la sede de Medellín a las regiones, lo que implica tiquetes aéreos, viáticos, además del pago de las horas cátedra? ¿Por qué, en medio de la crisis económica se aprueban nuevas sedes e infraestructura, cuando la clara tendencia de la educación es sacar provecho de la virtualidad y de las modalidades híbridas? ¿Cuál es la relación entre el número de funcionarios administrativos y de profesores en la Universidad, que evite la excesiva burocratización de la gestión? ¿Cuál es la tasa de graduación de  nuestros estudiantes? ¿Qué tipo de seguimiento se hace desde el CSU a la gestión del equipo rectoral para afrontar el déficit estructural que sufre la institución? ¿En qué medida se garantiza desde el CSU que las decisiones estratégicas que se toman garantizan la sostenibilidad y viabilidad de la institución?

Aunque suene como un lugar común, toda crisis también ofrece oportunidades. Es el momento de hacer un esfuerzo por cambiar nuestra cultura organizacional, en donde primen los proyectos institucionales por encima de otros intereses, en donde nos dispongamos a cambiar muchas de las prácticas que consideramos “normales” en la institución. La innovación educativa es una manera de sortear algunas de las dificultades que afrontamos en el modelo de regionalización, fortaleciendo las modalidades virtual e híbrida y los programas de aprendizaje a lo largo de la vida. Es urgente un pacto por la convivencia universitaria que ponga al centro el propósito colectivo de usar el campus prioritariamente, sino exclusivamente, en las labores misionales que nos encomienda la sociedad. La modernización administrativa y tecnológica es imperativa, lo que pasa por una transformación de la cultura organizacional y hace viable aliviar la pesadez administrativa; lograr una gestión  financiera transparente y basada en criterios técnicos rigurosos es imperativo; también es necesaria la simplificación de la estructura organizativa y administrativa, así como la redefinición de la carga laboral de los profesores en docencia directa, entre muchas otras medidas que urge tomar.

Mientras todo esto ocurre, no podemos perder de vista la necesidad de participar activamente en la discusión de los grandes problemas nacionales; que hitos como la pandemia, al decir de algunos autores, nos plantean el dilema entre enfocar nuestros esfuerzo en recuperar la ”normalidad del pasado” o entender que, con el rompimiento de paradigmas que este periodo provocó en la humanidad, se demostró que las cosas se pueden hacer de otra manera para beneficio de todos.

John Freddy Duitama M.

Profesor universitario.

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