Apuntes iniciales

Me hace muy feliz tener un nuevo espacio donde compartir lo que pienso de las cosas, porque creo que en la pluralidad de ideas y el sano debate está la clave de una sociedad incluyente y tolerante. Además, en la pluralidad de ideas está también la clave para pensar por sí mismo y no dejarse arrastrar fácilmente por nada ni por nadie, porque como leí por ahí «el gobierno te quiere estúpido» y estoy de acuerdo. Les cuento que lo único que escribía neutral eran los ensayos académicos de la universidad, pero como soy columnista y amo serlo, encontrarán mis opiniones en cada línea que lean procedente de mí.

Como soy politóloga empecemos con política nacional, al respecto pienso que la clase política es corrupta y el grueso de los ciudadanos un rebaño de ovejas políticamente dóciles que se creen el primer cuento, pero fervientemente hinchas de la Selección Colombia, de equipos locales y claro, de equipos europeos (pelean y todo, de hecho los colombianos tienden a pelear por todo). Creo también que Colombia, tanto clase política como sociedad civil, continúan con la tendencia centenaria de, por no decir más feo, seguir las ideas, condiciones e invasiones de Estados Unidos y somos más gringos que latinoamericanos, eso de que uno tiene que aprender inglés para triunfar en la vida no me parece más que una manipulación, si bien entiendo que hay casos particulares que lo requieren.

No me gusta Uribe ni Santos ni Trump, voté que Sí al acuerdo de paz con las FARC y no creo que vaya a pasar nada grave por eso ni en la falacia de que vamos a ser como nuestro país vecino. Uribe es emocional, fue quizá un buen presidente en sus inicios y todos sabemos que en ese momento no había mucha opción para esta maltrecha patria, es que hasta yo que tenía como nueve años y una incipiente mentalidad política era uribista; aunque estoy segura que medio país sigue como yo a los nueve años. Por su parte Santos ha sido un pésimo gobernante sobre todo para los temas sociales, aunque valoro su voluntad política para la firma de los acuerdos.

En cuanto a posturas políticas creo en un Estado fuerte con la capacidad de atender a su ciudadanía más allá de subsidios para poner Direct TV en la casa, que es lo que pasa aquí precisamente. Creo también que la gente puede creer en lo que quiera, pero lo que no puede haber son funcionarios públicos que toman decisiones muy importantes con ínfulas de obispo corrupto. Me agrada el matrimonio igualitario, la adopción homoparental y el derecho que tiene una mujer de decidir si quiere o no tener hijos, me gustan las libertades individuales pero también me gustan las restricciones importantes a todo lo que pueda atentar con lo colectivo, el medio ambiente, el espacio público y la seguridad ciudadana.

Me encanta la inclusión plena de cada persona en la sociedad sin importar su apariencia o preferencia, pero pienso que para lograr eso es necesario entender que en el mundo existen muchas relaciones de poder entre las personas, construidas bajo la influencia de las religiones, gobiernos y creencias populares. Hombre sobre mujer, rico sobre pobre, persona sin discapacidad sobre persona con discapacidad, blanco sobre negro, heterosexual sobre homosexual, humano sobre animal no humano, humano sobre naturaleza, humano «desarrollado» sobre indígena, y todas las que quieran. La creencia de que unos tienen poder sobre otros porque así lo quiso Dios, propicia la exclusión, la violencia y la intolerancia y por eso hay que empezar rompiendo esas ideas antes que cualquier cosa. Queda abierta la invitación para seguir encontrándonos por aquí.

Valeria Jiménez Hernández

Politóloga de profesión, amante de la cosa pública, el ejercicio político y la inclusión social. Voy por la vida rompiendo estereotipos y cuestionando estructuras.