Las ventanas son los ojos de los hogares. Gracias a estas estructuras nos podemos comunicar con el exterior fácilmente. Las hay de muchos tamaños, diseños y materiales, aunque cabe resaltar que las de madera, PVC o aluminio son las que, en la actualidad, alcanzan los estándares de aislamiento y de calidad más altos.
Reparaciones habituales en las ventanas de madera
En concreto, la madera se ha vuelto a convertir en los últimos años en una de las mejores opciones para la carpintería de exterior. Uno de los motivos principales es que resulta una solución sostenible y nada contaminante. Aunque, por desgracia, también se estropean en ocasiones. Generalmente, las reparaciones de este tipo de ventanas se reducen a solucionar problemas con los marcos y en reparar o sustituir sus cristales. En esta ocasión, nos vamos a ocupar de los primeros.
¿Cómo reparar unos marcos de madera podridos?
La madera, cuando sufre una exposición prolongada al sol y a la humedad, es común que se pudra. Pintar un marco de madera cada tres años aproximadamente, va a ayudar a conservarlas. Eso sí, a la hora de pintarlos, hay que evitar que la pintura llegue a las partes móviles de la ventana. Así mismo, es más que aconsejable un mantenimiento anual en el que se rellenen con masilla las grietas y se calafateen los bordes.
También hay que tener presente que la orientación que tengan las ventanas va a influir en su mayor o menor conservación. De esta manera, una ventana que se encuentre encarada al suroeste va a necesitar un mantenimiento mayor que si está situada en la zona noreste. En cualquier caso, si una hoja de madera ha sufrido daños y se ha podrido, es posible repararla fácilmente en casa. Solamente vas a necesitar:
- masilla especial para madera,
- un cincel,
- líquido consolidante,
- un palo plano,
- pegamento,
- una lija,
- pintura.
Primeramente, vas a usar el cincel para desprender la madera podrida y suelta. A continuación, realiza una serie de agujeros en la zona dañada y empápala con el líquido consolidante. De esta manera, lograrás que la zona aguante perfectamente el relleno. Deja que se absorba durante cinco minutos y vuelve a aplicar otra pequeña cantidad. Repite este último paso hasta que notes que la madera ya no acepta más líquido.
En el caso de que la zona dañada sea muy grande, lo mejor es eliminarla y crear una sección con la misma forma y por supuesto, del mismo tipo de madera. Pégala a la ventana con un adhesivo de calidad y deja que se seque antes de continuar con el trabajo. El siguiente paso será mezclar un poco de masilla y empezar a moldear el marco con ayuda de un palo plano.
En el mercado hay diferentes tipos de masillas que varían en su preparación y presentación. Algunas de las más comunes son las que se venden como polvo y para usarlas hay que añadir una cantidad de agua concreta y mezclar hasta conseguir la consistencia adecuada. Generalmente, este producto se debe aplicar en capas de unos cinco milímetros de espesor. Cuando estén bien secas, usa la lija para dejar la zona bien plana y lisa. Espera durante unos tres días y procede a pintar la ventana.
Aprende a proteger el alféizar
Esta es la parte de la ventana que sufre más al extenderse hasta el exterior. Para protegerla, se puede cubrir con un lámina de aluminio fijada con un buen pegamento y pintarla después del mismo tono que el resto. Para ello vas a necesitar:
- una plantilla de papel de aluminio,
- unas tijeras,
- clavos,
- un trozo de madera.
Primeramente, corta un trozo de papel que se ajuste bien al alféizar. Con ayuda de unas tijeras especiales, recórtalo y clávalo sobre el mismo. Usa el pegamento para pegar el trozo de madera sobre la hoja de aluminio y golpéalo hasta que se adapte al alféizar, tanto por arriba como por abajo. Aplica un recubrimiento para preparar la zona para el proceso siguiente que será pintarla a juego con el marco de la ventana.
Como has podido comprobar, tanto si hablamos de ventanas antiguas como nuevas, si son de madera requieren que se lleve a cabo un mantenimiento de manera periódica. Los tips que te hemos compartido son la mejor forma de protegerlas de una exposición prolongada a los agentes atmosféricos causantes, en buena medida, de su deterioro. De esta manera, alargarás su vida útil y mantendrás su belleza.
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