El surgimiento de la primera línea en Colombia tanto en Bogotá como en Medellín, ha despertado un sin número de opiniones y comentarios acerca de este movimiento y sus apariciones ya se convirtieron en una constante en las manifestaciones. En el marco del paro que inicio el 21 de noviembre, y a raíz de las denuncias de los abusos policiales y del ESMAD, colectivos de estudiantes, empleados y personas del común decidieron replicar una forma de lucha que se viene dando en otros países tales como Chile y China. Sin embargo, es importante analizarlo desde nuestro contexto social, más aún tratándose de un país tan complejo como Colombia y donde sus dinámicas de violencia han marcado nuestra historia.
La mayoría de personas los han ligado a los grupos de “encapuchados del común”, pero las diferencias que se encuentran al analizarlos más al detalle son muy amplias. En primer lugar su función principal es defender las manifestaciones, marchas y plantones, podríamos llamarlo “Anti ESMAD” y su postura es netamente defensiva. Para aquellos que hemos ido a las manifestaciones en el marco del paro nacional ha sido evidente la buena acogida por parte de quienes se movilizan y manifiestan que se sienten de cierto modo protegidos. No obstante, hay otra parte de la ciudadanía que no se quita el estigma de la capucha, que los ve como otro grupo de “vándalos” que salen a hacer desmanes.
Es esa imagen negativa de la capucha, la que creo yo, quieren limpiar y para eso debemos comprender que liderar manifestaciones de tinte político en contra del gobierno actual y peor, cuando se está enfrentando a la fuerza letal del estado, requiere entonces una protección a la identidad. Considero además, que no es taparse porque algo malo se esté haciendo, recordemos que a Dylan lo mataron con el rostro descubierto y sin cometer ningún acto vandálico, es porque en un estado en su mayoría paramilitar y precisamente en una ciudad como Medellín, es necesario cuidar de la identidad. Ya lo decía Nietzsche “Lo profundo ama la máscara”.
Sin embargo el llamado a estos grupos es que no se puede manifestarse sin un ideal político, estos son los que definen los objetivos que se quieren alcanzar y la coyuntura actual nos invita a que ya no es por medio dela violencia como vamos a lograr dichos objetivos. No aislarse de la violencia recaerá en el círculo eterno y vicioso que ha sido nuestra historia. Hay que buscar otros medios diferentes pero igual de contundentes, en especial para ganar que más personas se sumen.
La pregunta ahora es, ¿los volveremos a ver en las nuevas jornadas de paro? De mi parte espero que sí y un fraternal saludo.
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