En 1899 un joven estudiante de ingeniería de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, escribió una tesis que no fue aceptada porque no cumplía con los estándares de la época. En 1926 (una generación después), la Asamblea de Antioquia aprobaba un mega proyecto basado en esta misma tesis. Como consecuencia de esto, tres años más tarde (1929) en el departamento de Antioquia se inauguraba el segundo túnel más largo de América Latina y el séptimo más largo del mundo. Un túnel que atravesaba La Quiebra y que conectaba la próspera economía antioqueña con el resto del mundo. Ya esto debería bastar para que el moderno túnel que pasa por debajo del de 1929 llevara el nombre de Alejandro López, quien se adelantó casi treinta años a su tiempo y proyectó el primer túnel de La Quiebra.
Pero tomémonos un momento y pensemos en otras posibilidades. Podría llamarse, por ejemplo, túnel Rafael Uribe Uribe, en honor al hombre nacido en Valparaíso, Antioquia, que fue pionero de la industria cafetera colombiana, periodista agudo, consumado militar, hábil orador, político visionario e ideólogo liberal. También podría llamarse túnel Nicanor Restrepo, como el nacido en Medellín y también ingeniero de la Facultad de Minas, que comenzó como ingeniero de entrenamiento en Coltejer y terminó construyendo una de las empresas más grandes, sólidas y rentables del mundo: Sura. Gobernador de Antioquia y filántropo, el departamento le debe mucho a su persona y a su trabajo.
Después de estos ejemplos comienza la mente a dejarse ir: podría llamarse túnel José María Villa, como el nacido en Sopetrán que fue reconocido en los Estados Unidos como un gran ingeniero y matemático, al punto de que Thomas Edison lo invitó a trabajar con él. Sin embargo, prefirió trabajar en la construcción del puente de Brooklyn, donde aprendió lo necesario para llevar a cabo una de las más grandes obras de la ingeniería antioqueña: el Puente de Occidente, que atraviesa el río Cauca y que ayudó a conectar al departamento con el país. Tampoco habría problema, creo yo, en llamarlo túnel Andrés Uriel Gallego, como el exministro nacido en Marinilla que trabajó incansablemente por las vías del departamento de Antioquia.
Podría llamarse túnel Débora Arango, por la nacida en Medellín y quien fuera una de las más grandiosas pintoras que ha tenido el mundo. Esta sería una oportunidad enorme para reconocerle todo lo que le debemos y de ir llenando las paredes del túnel con su arte. Qué hermoso sería. ¿Y qué tal si lo llamamos túnel Maria Cano o túnel Betsabé Espinal? Así le hacemos un reconocimiento a la mujer trabajadora antioqueña, sobre cuyos hombros también se forjó la grandeza de este departamento y a la que no le hemos reconocido lo suficiente. Alguno de sus nombres en la entrada de este túnel podría llevarle a las niñas antioqueñas una referencia distinta que las empodere; los símbolos son importantes.
Podría llamarse túnel Luzmila Acosta. Túnel Tomás Carrasquilla. Túnel Rosita Turizo de Trujillo. Túnel Gregorio Gutiérrez González. Túnel Javiera Londoño. ¡Túnel Cosiaca! Si estuviera en mis manos lo llamaría túnel Fernando González, porque la paradoja entre el túnel y el viaje a pie es irresistible. Este túnel podría llamarse de cientos de formas porque hay cientos de antioqueños que han cambiado la historia del departamento y la historia del país. Al fin y al cabo, los antioqueños somos gentes de obras gigantes y de resultados monumentales.
Tal vez sea por eso mismo que estamos indignarnos en este momento. No es posible que una obra del tamaño del túnel de La Quiebra vaya a ser bautizada con el nombre de una persona cuyos mayores logros sean: nacer en Antioquia, haber manejado mal la emergencia de Armero y ser el padre del presidente Iván Duque. El túnel de La Quiebra merece un nombre que haga juego con su grandeza. ¿Qué nombre le pondría usted?
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