Luego de oír en CMI la explicación de Roy Barreras sobre la reforma política que cursó en primer debate, es útil registrar que, dejando de lado uno que otro lunar, ese proyecto es más bueno que malo, sin que en los aciertos tenga nada que ver el gobierno Duque, pues solamente presentó un lánguido estatuto de dos artículos, hoy transformado por las bancadas de los partidos.
De entrada hay que decir que ese cuento de la prórroga de los períodos de alcaldes y gobernadores por dos años dizque para unificarlos con los del presidente y congresistas, con el cual han venido desinformando, no hace parte del proyecto. Es un globo de Cambio Radical (CR) que tiene nombre propio, pues apunta a que varios de sus alcaldes y gobernadores sigan en el poder otros dos años sin tener que someterse a nuevas elecciones, lo cual tampoco incomoda al Centro Democrático (CD). Si lo que pretenden es unificar períodos de quienes son elegidos buscando ahorrar costos, entonces ¿por qué no proponen que en la próxima elección en octubre de 2019 elijamos alcaldes y gobernadores por dos o seis años, con lo cual estos quedarían en el mismo partidor con presidente y congresistas? Esa salida es menos odiosa que la de tinte fascista de prorrogar los períodos de cuatro años, con la que asaltarían la democracia. Es un golpe de Estado pretender que a estos burgomaestres y mandatarios regionales a los que se les están venciendo sus períodos se les premie dejándolos dos años más, cuando fueron elegidos por cuatro años. Ese manotazo no traería nada bueno a las ciudades y regiones, sino dividendos burocráticos y politiqueros a esa nueva alianza de la derecha criolla que ya se cocinó entre CR y CD —entre otras, para conciliar sus maquiavélicas propuestas de reforma a la justicia—, la que parecía improbable, indecente e irreconciliable.
Pero volvamos a la reforma política, porque de aprobarse podrían superarse prácticas corruptas que hoy ensombrecen las elecciones. Los puntos hasta ahora aprobados suenan razonables. En primer término, el restablecimiento de las listas cerradas y la eliminación del voto preferente a partir de 2019 acabarían con la compra de votos y las aventuras de quienes se eligen con dineros del erario en nombre de la corruptela. El diseño de mecanismos democráticos en los partidos para configurar las listas cerradas, de suerte que se garanticen el pluralismo y la transparencia que hoy no existen en las listas abiertas. La inscripción en el registro único de militantes de los partidos como mecanismo de democratización interna. Paridad de género real, de manera que las mujeres ganen representación auténtica en las corporaciones, que ojalá fuera inmediata y no progresiva. Limitación a tres períodos de los congresistas para propiciar la renovación, que desaprueban los gamonales que hoy se sientan en el Capitolio. La financiación estatal preponderante, que impediría la intervención perniciosa de personas pero que garantiza recursos equilibrados para todos los partidos. Y, finalmente, reordenar la elección por firmas, para evitar el abuso que de ellas se ha hecho, en especial en la última jornada electoral.
Pero hay críticas. Por ejemplo, la creación de un tribunal electoral nombrado por el Consejo de Estado, que funcionaría en el mismo edificio y cuyos fallos serían revisados por su Sección V. Es obvio que ese tribunal no sería ni independiente ni autónomo, así sea menos desastroso que el Consejo Nacional Electoral.
Hay que estar vigilantes con esta reforma de la política sobre la que volveré para comentar otras propuestas aplazadas para segundo debate, como el voto de los jóvenes, el voto pedagógico obligatorio, el voto único partidista o el avance a un sistema semiparlamentario que el Gobierno de Duque ya torpedeó, porque como depende del “presidente eterno” teme que Uribe no pudiera encabezar las listas de su partido por estar prohibida la reelección. ¡Clientelismo perfumado!
Adenda No 1. Increíble que la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez haya incurrido en el abuso de autoridad de asaltar la JEP, pero más peligroso e intimidante, que Duque haya respaldado semejante atropello. Si eso le pasa a la JEP…
Adenda No 2. Recomendable la obra de teatro Amor en tiempos de radio, de Laura Villegas, en el Teatro La Castellana.