Sí hay algo que está acabando con el siglo XXI es el capitalismo rampante. A decir verdad, las nuevas generaciones nacen con una idea innata de que consumir es su único fin y a eso dedican el resto de su vida. Después de la segunda guerra mundial, los avances tecnológicos y el fluir de la economía de Estados Unidos y los países que se sobrepusieron a los dolores de la guerra, han impuesto un modelo de vida que se mete por todos los agujeros posibles de nuestra sociedad para darle un “sentido” a nuestra instancia en el mundo.
No soy de izquierda ni me interesa el Marxismo. Pero si estoy seguro que el capitalismo es una especie de cáncer que está acabando con dos elementos fundamentales: la formación cultural y el sentido de humanidad. El capitalismo con sus modas y formas de vivir la vida, lleva a las nuevas generaciones a caminos, escapismos que son en sí, modos de acabar con algo tan básico pero tan lindo como es: apreciar del mundo y la interacción con los otros. Por esa razón debemos pensar un poco más en herramientas o caminos que sirvan para que esto no muera totalmente, por ejemplo, las carreras de ciencias humanas, que sirven no sólo para analizar la sociedad de forma crítica, sino también de entender el verdadero sentido del ser humano.
Por esta razón no estoy de acuerdo con Andrés Oppenheimer quien en una entrevista al diario El Tiempo el periodista argentino expone: “Tenemos que crear más matemáticos. No está mal, no tengo nada en contra de los poetas, me gusta la poesía, pero estamos creando demasiados sociólogos, poetas y periodistas, y pocos científicos y técnicos”. ¿Para qué echarle más leña al fuego? Es más que claro que el cáncer que recorre nuestro siglo es el afán del dinero y la mala formación académica con el fin de seguir creando manufactura que no piense, que no analice, que solo sea capaz de producir.
En un momento dado, sentí decepción por ver el punto de vista de Oppenheimer, es un periodista, él más que nadie, se ha formado en las ciencias humanas, en el dolor humano, en la realidad social y ahora, expone una afirmación que escapa de toda credibilidad. Solo por exponer un ejemplo concreto en nuestro país. El año pasado Colciencias aprobó 101 becas para programas de doctorado, de las cuales se asignaron solo 19 para ciencias humanas. Queda entonces más que claro que el gobierno y el mismo ministerio de educación tienen una visión errónea de la educación, pues creen que es una empresa de la cual se puede sacar un lucro excesivo.
No se necesita tener dos dedos de frente para saber que la educación es una inversión a largo plazo, a un tiempo lejano que dará sus frutos claros si se siguen bien el camino. No se puede pensar en la educación como una mina de carbón que puede ser explotada sin piedad. Si queremos frenar un poco a esta sociedad que va como un tren descontrolado, es importante seguir apostándole a lo humano y no a lo que hace que seamos lo contrario. Somos dueños del presente y seremos asesinos del futuro, no podemos permitir que se acaben las ciencias humanas o perder su fe en ellas porque según algunos especialistas, para que este continente, para que mi país salga adelante, necesita un ejercicio de producción tan violento, que nos olvidemos de ser humanos para convertirnos en máquinas.