Laureano Gómez fue uno de los grandes conductores del Partido Conservador colombiano. Sus discursos, como el de Crispín, haciendo uso de Jacinto Benavente en los Intereses Creados para atacar a Don Román Gómez, por haber apoyado éste a Enrique Olaya Herrera, liberal, que llega a la Presidencia en 1930 y termina la llamada República Conservadora que venía gobernando con sus mayorías desde 1886; o su discurso del Basilisco, en Medellín, mostrando las alianzas del partido liberal dirigido por Alfonso López Pumarejo, con el Frente Popular, y sus escarceos con la “diminuta cabeza comunista, pero que es la cabeza”, hacen de Laureano un hito en la historia política del país.
Fue capaz Laureano Gómez de decretar la abstención conservadora, por lo que no hubo representantes del conservatismo en el Congreso de la República, ni en las Asambleas Departamentales, ni en los Concejos Municipales, lo que aprovechó el partido de Alfonso López Pumarejo para hacer la sustancial reforma constitucional de 1936 donde puso la impronta de que “La Propiedad es una función social”, por lo que dio vida a la expropiación sin indemnización, promoviendo además la reforma agraria a través de la Ley 200 de 1936.
Laureano acusó a Enrique Olaya Herrera, Presidente de 1930 a 1934, del inicio de la violencia política. Laureano Gómez fue apoyado por Don Alejandro Angel, uno de los hombres más ricos del País, sino el más de la época, para fundar el diario El Siglo, para hacerle contrapeso a El Tiempo y al Espectador, liberales. Afirmaba Laureano Gómez que no había espacio para “tibios” en esas delicadas circunstancias políticas, por lo que argumentaba sobre “el oro y la escoria” para definir políticos y políticas. Laureano Gómez fue Presidente de Colombia entre 1950 y 1953 cuando su mandato terminó por el golpe de Estado que propinó Gustavo Rojas Pinilla.
Alvaro Gómez Hurtado, hijo de Laureano Gómez, fue el Presidente que Colombia no tuvo. Hablaba del Desarrollo como motor para pacificar el País. Afirmaba que lo que se requería era, para cada municipio, un tractor o buldozer y una volqueta. Así se abrirían las vías, se ararían los campos, se atendería al campesino, se recortaría la distancia entre la ciudad y el campo. Su periodismo fue exquisito. Su generosidad, tal, que, siendo hijo de Laureano Gómez, explicó que el País tenía que unirse alrededor de los mejores hombres, del partido liberal y del partido conservador.
Alvaro Gómez Hurtado fue el fundador, entonces, de lo que se llama hoy Movimiento de Salvación Nacional. Creyó tanto en la unión que, su segundo, fue Carlos Lleras de La Fuente, el hijo de Carlos Lleras Restrepo, uno de los más radicales conductores del Partido Liberal. Fue Alvaro Gómez Hurtado gestor de la constituyente de 1991 que originó la nueva Constitución de Colombia sobre las columnas económica, social, ecológica y cultural. Alvaro fue asesinado por las mafias, por el odio, por el establecimiento. Su crimen está en la impunidad.
Hoy, Salvación Nacional, está conducido por Enrique Gómez. El Partido Conservador tiene en Salvación Nacional un manifiesto de las verdaderas ideas conservadoras fundacionales de Don Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro, enriquecidas con las ideas del Partido Liberal de Don Ezequiel Rojas. Vale la pena voltear la mirada a otras opciones distintas a las coyunturales y, con bases firmes, construir un País sobre la base de la unión para combatir al verdadero enemigo: el comunismo y el anarquismo de un Gustavo Petro y/o un Quintero Calle.
Comentar